En las últimas semanas, el tema del rumbo de las izquierdas en México ha tomado relevancia en la agenda nacional por dos cuestiones centrales. Nuevos escándalos y nuevas rupturas acosan al PRD, al tiempo que el líder de Morena estrenó escándalo en Nueva York con la irrupción de uno de los llamados “Padres de Ayotzinapa”, además de que ahora enfrenta un nuevo frente político con la confrontación mediática con el Ejército.
Ante estas crisis partidarias podemos hacer nuevamente una pregunta largamente repetida: ¿Cuál es el futuro de las izquierdas en México?
Se convierte en una pregunta toral y muy complicada de dar respuesta por lo etéreo de las variantes que determinarán éste. Para comenzar, cuando en México se habla de izquierda, se hace referencia a los partidos políticos como las únicas organizaciones de estudio y análisis.
Casi es un lugar común decir que en México resulta obvia la debilidad de la izquierda o de las izquierdas. El argumento esencial radica en la división de la izquierda partidaria: PRD, PT, Movimiento Ciudadano, Morena, Movimiento Progresista (y ¿cuáles más?).
Si bien es cierto que la pregunta puede dejar más incógnitas que certezas, lo que sí logra es una invitación a realizar un análisis de cómo se encuentra y cuáles son los principales desafíos que hoy en día enfrentan las izquierdas partidistas en nuestro país. A pesar de la ya trillada frase “la izquierda se encuentra en una crisis profunda” desde la creación del PRD, la izquierda partidista nunca había estado en una situación similar. El PRD y si se quiere el conjunto de organizaciones partidarias de la llamada izquierda, si en realidad pretenden convertirse en alternativas de poder en lo nacional.
Al respecto, es importante señalar que “las izquierdas” no pueden acotarse únicamente a la izquierda partidista, existen otro tipo de izquierdas en México que, a pesar de tener poca presencia en la escena nacional, siguen siendo parte esencial para entender el concepto de “izquierda” en México.
Una izquierda es necesaria como un elemento motor de equilibrio social y político frente a las demás opciones que se puedan ofrecer a la ciudadanía. En una sociedad democrática, la izquierda es una corriente política que, con sus propias demandas y exigencias, marca una distancia frente a las demás fuerzas políticas de la que la misma sociedad se beneficia en la medida en que puede contar con un referente para decidir su futuro.
Necesitamos una izquierda de verdad democrática y comprometida con el derecho y la justicia y, ante todo, con el avance y el progreso de la sociedad y de su pueblo trabajador; una izquierda que de verdad sea representativa de las clases que viven de su trabajo y enemiga de toda forma de simulación democrática y de toda exclusión y discriminación; una izquierda solidaria con los pueblos del mundo que luchan por su liberación y por la igualdad de sus ciudadanos.
Hoy es posible construir una estrategia que contribuya a la unidad y que coadyuve en la construcción de una alternativa democrática y de izquierda, que transforme el descontento social en una lucha por el cambio del sistema político y el modelo económico. Tenemos que trabajar para construir un camino donde las organizaciones, luchas y movimientos sociales progresistas realicemos el mayor esfuerzo por la unidad de las fuerzas de izquierda creando un movimiento unitario que abra el debate al conjunto de la sociedad con el objetivo de crear un programa de transformación para el país y generar la unidad sus fuerzas democráticas y establecer un compromiso para dejar atrás las diferencias y a la contribución en la construcción de una gran movimiento nacional. Movimiento que permitirá enfrentar a la política de la derecha, sus partidos y sus aliados que sostienen y legitiman los privilegios de unos cuantos en detrimento de las condiciones de vida de la mayoría de los mexicanos. ■
