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viernes, 19 abril, 2024
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Insomnios

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Por: Humberto Mayorga •

La Gualdra 285 / Río de palabras

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Aurora sigue extrañando la presencia de su madre, el parecido con ella es extraordinario. Una noche me despertó el sonido del agua que corría por debajo de la puerta del pasillo. Caminé de prisa hasta el baño, ahí estaba, cubierta de rosas que flotaban sobre su rostro, todavía tengo la imagen clara. Se zambullía una y otra vez cortando su respiración, olvidándose del mundo, abandonándose a la vida. Aterrado por la situación me introduje a la tina, la tomé de las manos y acerqué mi rostro al suyo. Desnuda, con el aliento entrecortado me contempló fijamente, sus manos tocaron mis labios. Pude ver mi reflejo en sus cristales. Estaba aterrado por las circunstancias en que la encontré. Aurora, mi vida, la luz de mis días, el sol de mi universo, la intención y la ocasión ¿por qué Aurora, mi Aurora?

Era evidente el intento de suicidio. Después de contemplarme me apartó de un empujón, me dijo que me fuera a dormir, que impedía su silencio, el descanso que tanto buscaba desde el día que murió su madre. ¿Me temes?, pregunté una y otra vez. ¿Acaso ya no me quieres, Aurora?, le dije con voz bajita. Ya no me era extraña su extrema delgadez, el abandono de sí, sus huesos salidos de la piel. Esos pechos firmes lucían mal. Ya no estaban dispuestos a regalarme su miel. Salió de la bañera y se dirigió al espejo. ¿En qué me has convertido?, me dijo. ¿Qué me has hecho?, recriminaba cada vez con sollozos sinceros. El agua escurría sobre su cuerpo y el sonido de la regadera no paraba hasta que ella misma cerró la llave. Volteó nuevamente su mirada hacia mí, con rabia me arrojó un escupitajo al rostro. Me limpié de inmediato sin darle mucha importancia.

Me acerqué nuevamente con los ojos humedecidos. Mis manos temblorosas tocaron sus mejillas, luego el semblante cambió. Ya no quiero vivir amor, no quiero, repelaba a llanto abierto. Tomé la toalla y sequé su cuerpo, luego el cabello. La llevé entre mis brazos a la cama que nos vio tanto tiempo entregarnos al placer. Esa cama que ahora es testigo de nuestros insomnios después de ingerir los medicamentos para combatir su depresión. Por la mañana, Aurora se levanta temprano y calza las zapatillas rojas que mi esposa le obsequió.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-285

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