El miedo es un instinto básico presente en todo ser humano y en la mayoría de los animales. Esta emoción primaria es necesaria e importante especialmente en las etapas tempranas del ser humano, ya que nos permite identificar los peligros en la vida cotidiana y así moderar nuestro comportamiento para no tomar riesgos innecesarios.
Pero en qué momento de nuestro crecimiento y sin darnos cuenta, dicho miedo se convierte en una limitante para poder disfrutar las cosas buenas que tiene la vida. La mayoría de nosotros estamos dominados por el miedo y lo peor es que en muchos casos ni siquiera nos damos cuenta de ello. Hacemos a diario cosas de manera automática y tomamos decisiones todo el tiempo sin detenernos a reflexionar cuáles de esas cosas las hacemos por miedo o porque de verdad nos ayudan a estar bien.
¿Tú de qué te has perdido por miedo? Las mejores oportunidades de la vida se han dejado pasar por temor: el que en un baile masivo no se anima a sacar a bailar a nadie y el que no invita a salir a la persona que admira o ama, seguramente están dejando ir a la pareja ideal y terminan siendo elegidos en vez de elegir; el que no se atrevió a perder la pena para hablar otro idioma, tal vez ha dejado anticipadamente la oportunidad de conocer otro país; tan común que muchos tengan miedo a nadar y/o hacer bicicleta, siendo de los deportes más liberadores y excitantes que provocan euforia y felicidad; el miedo y falta de valor para dejar el cigarro, alcohol u otra droga, ha asesinado y sigue matando lentamente a mucha gente en la actualidad; millones de personas viven reprimidos e infelices al lado de personas nocivas y castrantes por miedos diversos; la mayoría desarrolla sus actividades laborales en total descontento y no se deciden a tomar un trabajo diferente que les otorgue mayor satisfacción; poner un negocio es un reto imposible para muchos, les paraliza la idea de fracasar y no se dan cuenta que ya fracasaron al momento de ni siquiera intentarlo; los que por alguna razón se encuentran solos sin pareja a una edad relativamente adulta, no se dan la oportunidad de conocer a personas ni de creer nuevamente y así se sumergen en un vacío emocional más grande; muchos otros no piden ayuda cuando les haría bien contar sus penas a alguien que los ama, por el miedo a mostrarse “patéticos”, “débiles” o “provocar lástima”; en fin ejemplos muchos, donde casi todos hacen de lo fácil, algo complicado.
Y pues de volar ni hablamos. De niños todos quisimos volar y cuando crecimos lo olvidamos. Lo más cercano a sentir q vuelas es caer desde un avión en paracaídas. Todos deberíamos hacerlo. Pero comencemos por lo básico y el primer paso para avanzar es no luchar contra el miedo, ni buscar eliminarlo, al contrario debemos aceptar el miedo como algo natural en nosotros. El miedo es una emoción primaria y se puede equiparar a la misma necesidad de comer, de dormir y de llorar, por ende debemos aceptarlo primero y no negarlo. Obviamente no estamos hablando de situaciones de peligro donde está presente la máxima versión del miedo, el terror, sino de situaciones tan elementales como el de llegar a ser tu mismo, comportarte del modo que te haga feliz sin detenerte por lo que dirán todos los que están a tu alrededor. Que increíble que la sociedad haga que contengas una carcajada en público que podría aliviar tu cuerpo. La mayoría de la gente ve de mejor forma a una persona que se comporta seria en público, que a una persona que ríe sin control y no es porque sea lo correcto, sino porque así nos lo han hecho creer.
El miedo puede ser tu aliado si te decides. Si eres alguien que quiere hacer del miedo una fortaleza, entonces comienza por enfrentar el miedo a conocerte. Enfrentar en las sombras a uno mismo, es el valor más elevado en el comportamiento humano. Reconocer con humildad y objetividad nuestras debilidades, miedos y defectos, hará que nos veamos con mayor sinceridad y comprenderemos mejor a otros.
El miedo está ligado a la tristeza y a la ansiedad. ¿Cuántas veces podrías llegar a creer que estas en depresión o con ansiedad y realmente es solo miedo que te controla?
Explora situaciones; cosas y lugares que no conoces; has cosas diferentes; busca, conoce y comparte con personas diferentes; actúa como niño; arriésgate; provoca cosas que te emocionen; atrévete a hablar; brinca salta y grita; no tengas miedo al ridículo. Si haces eso te dirán loco o loca, pero alguna vez escuche que alguien sabio dijo, que las locuras que no se cometen son las que más se lamentan y que la locura es un camino que lleva a la felicidad. ■
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