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viernes, 19 abril, 2024
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La columna Juvenil del Centenario

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

Al cumplirse 100 años de cada batalla sangrienta, al cumplir cabalmente con el siglo de cada hecatombe, uno no puede más que rememorar las antiguas hazañas que le dieron nombre a la construcción de nuestras civilizaciones.

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Que si fue la técnica agrícola, o las oleadas españolas, el dispositivo ceremonial de nuestros pueblos indígenas, la expansión de las fronteras por la necesidad de intercambio y la promesa eterna de que un día habría igualdad para todos y no el aparatoso discurso de la mentira.

Zacatecas vive hoy uno de los momentos mas cruciales de su historia arrastando tras de si una leyenda repleta de ignominias y de episodios difíciles de entender en  un panorama realmente desolador.

Una y otra vez se debe reiterar que no estamos ni acostumbrados ni preparados para acoger la desesperanza total, que lo que vive actualmente el estado no se compara con las antiguas rapiñas de los bandoleros o las desbandadas de soldados hartos de sus generales sanguinarios que atemorizaron a la población, ni siquiera la presencia de los comandos militares teotihuacanos hace casi 1500 años que venían por la fina y abundante turquesa zacatecana, resultó tal intromisión como la que padece ahora la población en su conjunto.

Cuando en junio de 1824 Zacatecas se declaró como estado libre y soberano, no fue para que quedara en la desolación de las corrientes independentistas o conservadoras, sino para determinar un futuro que conectara directamente al bienestar con los resultados concretos de exterminar de raíz a los extorsionadores, a los criminales de levita, a los explotadores de la mano de obra, a los intelectuales cómplices de patrañas y a un sinfín de traidores que solo buscaban su beneficios mediante el cinismo y la compra de voluntades.

Es una tragedia nacional lo que ahora acontece a Zacatecas, inundado en un mar de fosas, secuestros, pillajes y el desorden en la procuración de la justicia que han convertido en vil falacia la promesa de un día nuevo.

Los jóvenes que renovaban bríos al inicio de cada gesta, sabían del advenimiento y de la premura de un porvenir incierto, pero con la acción sorprendente de los nuevos planteamientos que llevaran a cabo la autodefensa, la firmeza en los códigos de conducta y la claridad en que se debían guiar los pasos para la erradicación de la pobreza sin misericordias.

Nuevas Columnas juveniles del Centenario de las gestas heroicas zacatecanas, han de reivindicar lo más puro y granado de un pueblo como el nuestro.

Quien ha visto la esperanza, no la olvida. La busca entre todas las cosas y entre todos los hombres y mujeres inalterables.

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