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viernes, 29 marzo, 2024
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‘Rojo paraíso’, de Alberto Amador

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

Editorial Gualdreño 284

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Rojo paraíso sí es un paraíso; es un retrato de lo que acontece en una comunidad del norte de nuestro Estado. Miguel Auza, Zacatecas, es el escenario de la historia que nos narra en su documental recién estrenado, el joven zacatecano y director de cine Alberto Amador. El pasado 7 de marzo, este trabajo cinematográfico fue presentado en la Sala Mauricio Magdaleno de la Cineteca Zacatecas, en la muestra de trabajos apoyados por el Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico de Zacatecas.

Me llena de satisfacción poder constatar que el talento de los artistas zacatecanos está ahí, manifestándose a través de distintas disciplinas; pero más me satisface decir que esta nueva generación de creadores es aquélla que tuvo ya la oportunidad de crecer en un Zacatecas cuyas actividades culturales son mucho más amplias y diversas que las que existían hace 30 años; en ese sentido, podemos afirmar que lo que se ha hecho en cuanto a creación y formación de públicos ha funcionado de alguna manera, pero debe seguirse fomentando.

La idea original y la dirección son de Alberto Amador; la producción es de Ivonne Iturriaga y Odín Salinas; la producción ejecutiva es del PECDAZ; el sonido directo es de Ivonne Iturriaga; en el audio participa Paulina Robles; y la edición y la posproducción estuvieron a cargo de Odín Salinas –todos zacatecanos-. Alberto Amador nació en Zacatecas el 14 de agosto de 1990, estudió ciencias de la comunicación y periodismo en la Universidad Norte de México y es el director de Marisco Films, la marca productora que fundara cuando inició con el proyecto de filmar el documental, hace 15 meses.

Rojo paraíso es una historia de lucha por la reivindicación de los derechos de los travestis en Miguel Auza, un municipio en el que poco a poco se ha construido una conciencia de respeto por la diversidad sexual. Para comprender la magnitud de esto, debemos contextualizar un poco: la región norte del Estado se ha caracterizado por tener un clima más bien conservador, con tradiciones religiosas bastante arraigadas. Su población es mayoritariamente rural y lo usual es que los roles de los hombres y las mujeres estén todavía determinados por la costumbre; por supuesto estoy generalizando, pero aún hay un alto porcentaje de mujeres que se dedica sólo a las labores del hogar y de hombres que asumen la condición de proveedores del mismo. Evidentemente las cosas han ido cambiando.

Chelys Perales es el nombre artístico de la primera persona que decidió vestirse de mujer; junto con su amigo José –ya fallecido- decidieron enfrentarse a una sociedad que al principio los señalaba, criticaba y hasta apedreaba; pese a eso, empezaron a organizar fiestas en las que montaban su espectáculo travesti, primero en casas particulares, luego en lugares públicos a los que asistían principalmente amigos. Hoy Chelys tiene 53 años, es una persona sumamente trabajadora; se levanta diariamente a hacer gorditas de cocedor que vende en las calles de su ciudad por las mañanas. En este personaje, las distintas generaciones de travestis reconocen a una figura de respeto, porque fue a ella y a José a quienes les tocó abrirles camino.

Así lo afirma Javiercito –Javier Canales-, el principal promotor de la fiesta anual de travestis que se realiza a finales de año y en la que participa gente de todas las edades, no sólo en el show, también en el concurso que se hace para designar al travesti del año. Javier es migrante, trabaja en Montebello, California, en un negocio de autopartes, pero nunca ha perdido contacto con su gente; incluso, tiene una tienda de ropa y accesorios en Miguel Auza. Regresa cada año e invariablemente a su regreso se acercan a él jóvenes que le piden ayuda para poder participar en el show, para poder ingresar al grupo. Él narra cómo es que desde 1985 empezó a “abrirse cada vez más la sociedad en Miguel Auza”, cuando Chelys y José tomaron la decisión de vestirse de mujer.

Javiercito, Chelys, Melissa, Adileri, son los personajes de esta historia contada en 70 minutos en la que aparece también Guadalupe Espinoza –activista y amiga de los integrantes del Grupo G- y el presidente municipal, Armando García Ortiz, quien fija una postura de apertura, respeto y tolerancia hacia la diversidad sexual partiendo del hecho de que “el machismo ha afectado mucho a la sociedad”.

Rojo paraíso es un documental ágil y hasta divertido que propicia la reflexión y el surgimiento de varias preguntas, como la de qué es lo que hace que Juan Aldama y Miguel Auza –separados prácticamente por una carretera- sean tan diferentes en cuanto a la forma de concebir la diferencia y la diversidad sexual. Auguro para este documental muy buenas críticas en los festivales en los que se presente; se proyectará nuevamente en el Festival Cultural Zacatecas 2017, le recomiendo que asista. Ojalá que los protagonistas puedan estar presentes para conversar con los espectadores; por lo pronto, mi más sincera felicitación para ellos, para Alberto Amador y para todo el equipo de producción y filmación.

Que disfrute su lectura.

 

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