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jueves, 28 marzo, 2024
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La mujer campesina, pobre entre los pobres

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Por: JOSÉ NARRO CÉSPEDES •

A pesar de que el presupuesto para el campo mexicano creció 170%, la pobreza disminuyó sólo 4%. Desde 1982 la economía rural no crece más de 2%.

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Y entre los pobres, las mujeres son el grupo de población más vulnerable a la pobreza estructural de acceso a recursos, propiedades, educación, salud y dignidad laboral. Pese a que más de 14 millones de mujeres habitan localidades rurales en México, se estima que 21% de ellas no sabe leer ni escribir, más de la mitad no tiene condiciones laborales adecuadas y tres millones viven en pobreza –cifras que duplican la condición en la que viven las mujeres urbanas–.

Además de carecer de instrucción formal básica, tradicionalmente las mujeres realizan actividades que contribuyen a la economía del país, pero no reciben por ello ninguna remuneración.

Si bien esa situación persiste en las ciudades, se acentúa en las comunidades rurales, ya que además de realizar tareas de cuidado de las personas y del hogar, las mujeres en el campo desempeñan tareas relacionadas con la producción del cultivo, cuidado del ganado y el suministro de alimentos, agua y combustible para sus familias. La agricultura, ganadería, silvicultura, caza y pesca conforman las actividades las que las mujeres del campo superan por 17 veces a las de la ciudad.

Los índices crecientes de pobreza y desempleo, marginación y desnutrición en México, los afrontan millones de mujeres que habitan en el medio rural del país, como resultado de la falta de una política social rural del Estado. A 117 años de haberse proclamado el Día Internacional de la Mujer, las campesinas de México siguen reclamando el respeto pleno a sus derechos y una verdadera política pública, con enfoque de género, que promueva su potencial productivo.

En toda política pública, incluida la dirigida a la reducción de la pobreza, la generación de estadísticas desagregadas por sexo representa un punto de partida ineludible para la transversalización de la perspectiva de género. Los estudios de género han arrojado evidencia importante que demuestran la acentuación de desigualdades entre sexos, en hogares en situación de pobreza, y que la pobreza femenina posee características distintas a la masculina, debido al enlace entre desigualdades de género y las situaciones de carencia propias de la pobreza

Las diferencias entre mujeres y hombres se exacerban debido a los roles tradicionales de género, que devienen en relaciones de poder desiguales y provocan un ciclo de desventajas heredadas de generación en generación. Tales desventajas se materializan en el rol de reproducción, que recae principalmente sobre las mujeres por una naturalizada división del trabajo por sexo. En particular, existen necesidades diferenciadas que se encuentran básicamente asociadas a las características biológicas, en el caso de las mujeres al inicio, desarrollo y conclusión de la vida reproductiva.

En México la igualdad de género sigue siendo una asignatura pendiente que lastima no sólo el tejido social sino también la dignidad de las mujeres que, además, numéricamente, constituyen más de la mitad del país.

No puede negarse que estamos muy lejos como sociedad de alcanzar una verdadera igualdad de género. La inequidad, la falta de oportunidades, la violencia, la ignorancia, la pobreza y las muertes evitables, entre otras cuestiones relevantes, siguen afectando a las mujeres mexicanas.

La plena vigencia de los derechos de las mujeres es todavía una aspiración que no logra concretarse plenamente. Aún existen situaciones de gran atraso que afectan la incorporación plena, con dignidad, de la mujer a la vida nacional. No es posible aceptar, por ejemplo, que tengan una menor remuneración salarial que la que reciben los varones en los mismos empleos. No puede aceptarse el descuido en las políticas de salud que permiten la existencia de cifras elevadas en la mortalidad materna o en los embarazos de las adolescentes. Nadie puede permanecer indiferente ante el alarmante crecimiento de la trata y de la esclavitud sexual de las mujeres. No debemos cerrar los ojos cuando se sabe que la pobreza afecta más a las mujeres, especialmente a las indígenas y a las que viven en el campo. No es posible aceptar la simulación que en los partidos políticos se hace para eludir las cuotas de género que buscan mejorar la representación femenina en los ámbitos del poder. No se debe ignorar que la mujer padece en la actualidad situaciones de violencia y maltrato inaceptables en todos los ámbitos sociales, especialmente en su propio hogar.

Avanzar en la igualdad de género es, sin duda, el mejor de los caminos para alcanzar un mayor bienestar en nuestra sociedad. ■

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