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jueves, 18 abril, 2024
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Círculo de Desconfianza entorno a la Política

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Por: JULIO CÉSAR NAVA DE LA RIVA •

Recorriendo el camino para construir la Red de Cosas Buenas, sigo escuchando recurrentemente los comentarios sobre lo poco confiable que son los actores políticos y lo difícil que es para la gente, volver a confiar en otras personas en el futuro. La primera reflexión que les hago es que solo tenemos dos opciones: la de no volver a confiar en nadie y la de intentar seguir confiando. Seguir confiando nos lleva necesariamente a la posibilidad siempre latente, de que nos vuelva a fallar alguna persona y no confiar en nadie, nos lleva a dejar de participar, cosa que ya explicamos que no es buena para nuestro país.

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Las personas tienen una inclinación natural por confiar, aunque digan que ya no lo harán nunca más. Especialmente en política, quienes dicen que no volverán a participar, no pueden dejar de estar presentes por diversas razones y terminan haciendo participaciones a medias y/o manteniéndose al margen de manera dudosa. ¿Qué pasa cuando se toman actitudes a medias? ¿Qué pasa cuando al final la mayoría participa desconfiando?

En todos los niveles de la política, el ser desconfiado es lo más normal, inclusive malamente algunos consideran como un “arte” el poder discernir entre las palabras y/o actitudes de otras personas. Lo anterior ha generado en muchos que: hablen con mentiras; con verdades a medias; que se diga mucho y nada al mismo tiempo; que se adopten posturas evidentes donde, no se creen unos a otros, donde unos dicen y no hacen y donde otros hacen sin decir. Lo paradójico es que todos se dan cuenta, de que tanto una como la otra parte están mintiendo. Es solo un juego a valores entendidos, donde todos especulan, simulan y terminan todos adivinando e interpretando lo que harán unos y otros.

Este tipo de juegos interpersonales y grupales, se pueden desarrollar por largos periodos de tiempo donde la constante siempre es la indefinición y es precisamente esta indefinición, la que a la mayoría de las personas no suelen tolerar. La mayoría suele perder la paciencia y por ende, el control de sus emociones ante estas situaciones y por ello no logran transitar a buenos niveles en la actividad política, ya que algo que no es bien visto en política, es perder el control de las emociones. Algunos ni siquiera lo intentan expresando comentarios tales como: “A mí no me gusta andar con falsedades”; “Yo no soy falso ni arrastrado”; “Yo digo las cosas como las pienso”; “Yo si les digo sus verdades”. ¿Pero hasta donde es sinceridad y hasta donde es falta de control y tolerancia? No olvidemos que una de las mayores cualidades de un político, debe ser la tolerancia y el control de emociones.

Cuando alguien decide involucrarse más intensamente en política, recurrentemente escuchará la sugerencia de muchas personas, sobre no confiar en nadie. ¿Pero qué pasa si nadie confía en nadie? ¿Cómo rompemos ese círculo vicioso, donde todos perdieron su capacidad de creer? Si ya llegamos a esta situación, la única forma de cambiarla, es comenzar siendo todos sinceramente diferentes, aunque eso signifique un mayor riesgo, aunque algunos lo utilicen para incriminar, inventar y generar especulaciones. Todo lo anterior nos obligará a ser muy cuidadosos de no decir nada que pueda ser utilizado en contra, esto es, sinceridad pero extrema precaución del uso de las palabras. Lo anterior exigirá una gran tolerancia y control de emociones, porque habrá gente que busque provocar, personas dedicadas a sacar información para usarla maliciosamente y gente enviada para hacer perder el control y eso utilizarlo también como forma de ataque.

La falta de confianza es muy dañina y pocos lograr identificar los males que provoca. Cuando hay desconfianza, hay poco compromiso y así crece la posibilidad de que se presenten sentimientos negativos, por ejemplo: una persona que desconfía de otro, no dará su mayor esfuerzo en algo que emprendan de manera conjunta, asimismo la otra persona al ver la poca entrega, dará en reciprocidad menos de lo que acordó también. Al final y al momento de los posibles reclamos y sentimientos, ambos tendrán la razón por no haberse entregado en totalidad. Así pues, ambos tendrán la razón habiendo creado una verdad de algo que no existía, complicando lo sencillo.

Debemos involucrarnos personas sinceras para dar más confianza a la política, para que a su vez generemos credibilidad y eficiencia a las instituciones y finalmente, mayores beneficios para todos. Si durante décadas se gestó esta situación, entonces no importa si durante décadas tardamos para retomar el camino. Solo debemos ubicarnos las personas positivas unos a otros y tejer esa Red Ciudadana de Cosas Buenas. Hagámoslo simplificando lo complicado. ■

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