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viernes, 29 marzo, 2024
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El PRD no puede ser un partido bonsay. Queremos ser actores del cambio

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Por: JOSÉ NARRO CÉSPEDES •

El PRD una vez más se encuentra ante la realidad. La realidad de una crisis que cuestiona, no ya su unidad o la posibilidad de acceder al poder político, sino que cuestiona su existencia misma.

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Hoy, la realidad es que la llamada Izquierda electoral de México está nuevamente en posibilidades de lograr en tan ansiado triunfo en las urnas para la presidencia, pero por primera vez desde 1988, el partido del Sol Azteca no forma parte de las fuerzas capaces de competir de manera real por el triunfo.

El PRD, nos guste o no, hoy es un partido que sólo es capaz de fortalecer la victoria de un partido u otro. Es un hecho que nuestro partido ha dejado de ser una opción real en la ciudadanía que signifique la oposición frente al atraco con que el régimen (formado por el PRI y el PAN) ha atacado a la sociedad.

Se han desmantelado los avances que este país logró sobre la base de millones de vida perdidas en cada una de las luchas desde la Revolución mexicana; luchas obreras, campesinas, estudiantiles. Luchas que significaron el quiebre del PRI en 1988 y que obligaron al sistema político mexicano a transformarse ante el embate de una ciudadanía cada vez más organizada.

Ahí el PRD nace como una herramienta real para construir el cambio que necesitábamos. El PRD que fundamos era la síntesis de años de caminar a contra corriente de frente a un PRI hegemónico y totalitario. Construimos un espacio de debate y reflexión, de ideas, de proyecto para dar forma a un proyecto de país a la izquierda.

Sin embargo, el PRD fue víctima de sí mismo, la burocracia, la ambición del poder de los cargos políticos, la comodidad de las prerrogativas volteó la carreta donde íbamos montados y los caballos ideológicos quedaron atrás de la carga. Y hoy dependemos de alianzas con la derecha y empezamos a pensar que debemos pelear nuestro registro ante el INE y ya no más un proyecto para construir un México más justo para todos. Hemos perdido el rumbo e incluso miembros de este partido han reproducido prácticas clientelares y corruptas que ha criticado desde nuestra fundación.

Y con todo esto, hoy dentro del partido, nos enfrentamos a una realidad disociada, o como diría Donald Trump, vivimos realidades alternativas que se rechazan mutuamente.

Una que desde la cúpula partidista quiere imaginar un partido en donde su militancia crece (nada más hay que ver el incremento en el número de afiliados en todo el país) en sentido inverso de su porcentaje de intención de voto. Esta realidad es la que también imagina que puede trabajar por un candidato competitivo a la presidencia aliado con el PAN sin perderse en el camino.

Otra realidad, es la que se impone a través de los militantes y líderes que buscan en Morena y en alternativas independientes a proyectos de izquierda con más vitalidad.

Según el diccionario, la realidad es aquello que acontece de manera verdadera o cierta, en oposición a lo que pertenece al terreno de la fantasía, la imaginación o la ilusión. Lo real, por lo tanto, es lo que existe efectivamente.

Y la realidad del PRD, lo que existe es un partido que es cuestionado en su proyecto de país, somos un instituto que gran parte de su base se manifiesta en contra de alianzas con la derecha política del país, es decir con el PAN.

La realidad es que existe una ruptura ideológica entre una cúpula dirigente dividida y burocratizada y la militancia. Y ante el vacío dejado por el PRD como una opción política real para la ciudadanía, MORENA ha crecido exponencialmente con base en nuestra presencia histórica.

Es necesario que la militancia y las dirigencias del PRD demos una discusión seria y responsable impulsar un gobierno de izquierda y de transición que finque las bases para afianzar los procesos democráticos inaugurados desde 1988 por el PRD.

Para ello proponemos trabajar a favor de un gran frente de fuerzas sociales y electorales de izquierda. En donde todos los candidatos que surjan acepten fortalecer a quien en su momento sea el mejor posicionado para contender.

Asimismo, todos los que aspiren a ser representantes populares, tendrán que serlo con base en un trabajo territorial real que garantizará la candidatura de líderes reales, que dejarán atrás a las burocracias partidarias.

No podemos convertirnos en un partido bonsay, pues construimos el PRD para acceder al poder y no para pelear nuestra sobrevivencia. Hacer esto es negar la historia, es negar los fraudes de 1988 y 2012 y traicionar a los muertos que dieron su vida por el proyecto que representa este partido.

No queremos y no podemos ser el PVEM del PAN.

No queremos ser espectadores sino actores del cambio.

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