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jueves, 28 marzo, 2024
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Ni populismo ni neoliberalismo para México

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Por: MIGUEL MOCTEZUMA LONGORIA •

Con esta breve reflexión pretendo convocar a tomar distancia de dos modelos de economía para México que hoy en día están en competencia, pero, que deben de ser cuestionados, cada uno por sus inconsistencias y resultados. Por lo demás, ésta es una reflexión que me han estado solicitando quienes con su lucha buscan caminos propios para el país.

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Joseph Eugene Stiglitz, Premio Novel de Economía en 2001 fue el primero en afirmar que el neoliberalismo es un fracaso. En México el pensamiento simplista que supone que la economía se rige por leyes y no por tendencias en las que intervienen los agentes sociales y sus luchas, creyó erróneamente que ese modelo de crecimiento de los países occidentales sería sustituido por otro más justo. Nada de eso ocurrió ni ocurrirá por sí mismo.

Osvaldo Sunkel en una conferencia que ofreció en 2009 en nuestro Programa de Doctorado en Estudios del Desarrollo dijo que a pesar de que el neoliberalismo está en crisis, como lo expresara Stiglitz, no por ello va a desaparecer. El neoliberalismo es una estrategia del capitalismo que a pesar de su crisis se va a reproducir si no surge un proyecto alternativo y una fuerza social que la derrumbe. En aquella ocasión subrayó que en México no existía ese proyecto alternativo ni esa fuerza capaz de derrotarlo. Esa afirmación sigue siendo válida.

En marzo de 2010 tuve la oportunidad de conversar ampliamente en una cena en un restaurante típico de Zacatecas con Enrique Iglesias quien acababa de renunciar como Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo. Esa ocasión me expresó que se sentía libre para opinar como lo hace cualquier intelectual. Estuvo de acuerdo en al idea de que el neoliberalismo es un proyecto sin futuro, como lo había planteado Stiglitz, pero a diferencia del pensamiento estructuralista, muy arraigado en la vieja guardia izquierdista, manifestó que había que pensar nuevamente el desarrollo de nuestros países distanciándonos de los modelos de capitalismo privado y capitalismo de estado. Dijo estar convencido de trabajar en la búsqueda de otras opciones, distanciándonos del pensamiento dominante.

En febrero de 2013, Rolando Cordera expresó en una conferencia a la que tuve el honor de escucharlo que mucha gente confunde globalización con neoliberalismo. Señaló que la globalización no es realmente global sino mundial. Con esto hizo hincapié en que la globalización, aunque es mundial no ha conquistado todos los países del globo terrestre, por eso no el global; por el contrario, aún sobreviven muchas formas sociales en nuestros países que dan cuenta de una gran diversidad de formas de producción. Esto lo subrayó para llamar la atención a no buscar homogeneidad en las explicaciones sociales de nuestros países. Lo más interesante para mi fue escuchar que es posible una globalización que no necesariamente será neoliberal. En ese terreno expresó que la búsqueda de un nuevo proyecto para México pasa por pensar la economía globalmente, porque en la actualidad ninguna economía “nacional” encontrará una estrategia viable renunciando al intercambio económico con el mundo. Y es que las exportaciones y las importaciones de un país juegan un rol diferente si el modelo de crecimiento económico favorece el empleo, la distribución del ingreso y la innovación.

Estas ideas las planteo como parte de la llamada crisis civilizatoria; la cual se distingue por la crisis de los paradigmas clásicos de la modernidad, en donde nuestra pasada formación académica aceptó acríticamente que la ciencia conduce a la verdad, cuando en ella hoy en día es necesario reconocer la incertidumbre. Entonces, empecemos por cuestionar esas verdades y pensemos que la humanidad tiene hoy en día tareas que le obligan a la duda de los saberes y al cuestionamiento mismo de las teorías dominantes.

Para quienes erróneamente creen que el Estado ha dejado de intervenir en la economía, hay que recordarles que el modelo económico imperante no es posible pensarlo sin una activa participación del Estado. Esta visión se alimenta de la tesis en donde la modernidad clásica es vista como un proyecto social en el que el Estado ha dejado de intervenir la economía más allá de su territorio; pero como lo expresa correctamente Saskia Sassen, la intervención del Estado sigue siendo nacional, pero esa misma intervención ha servido para apuntalar el modelo global, como sucede con la reforma a ciertas leyes que favorecen la inversión internacional, la inversión en infraestructura, etc. Esa misma autora ha expresado esta misma tesis señalando que el Estado moderno sigue siendo nacionalista desde la política, como sucede con el control de las fronteras frente al ingreso de los inmigrantes, pero no lo es desde la economía, cuando controla sus fronteras y al mismo tiempo fomenta la inversión extranjera, el mercado mundial de bienes y servicios e incluso, la innovación.

Donald Trump todavía no toma posesión como Presidente de Estados Unidos y ya ha logrado poner en crisis a nivel mundial la práctica y el paradigma teórico de la globalización neoliberal. Donald Trump no está en contra de toda globalización, sino sólo de aquella que no pone en el centro el interés nacional de Estados Unidos; esa es la ruptura que no se alcanza a observar cuando se confunde globalización con neoliberalismo.

En efecto, es posible para México una globalización que no es neoliberal, pero, se requiere formular una estrategia que avance en ese sentido. Esa es la lógica que debiera llevar a la revisión del TELCAN. Esa tarea que no puede desprenderse solo de la resistencia y de la crítica. Quienes desde México reivindican volver al modelo de una economía cerrada condenan al país a la muerte y con ello muestran que no tienen proyecto viable. Hoy en día no es posible pensar el desarrollo de México sin considerar los avances tecnológicos y de innovación que se suceden en el mundo. En ese sentido, el nacionalismo metodológico no hace más que daño porque impide la reflexión estratégica.

Es importante formular propuestas de estrategia en donde sea posible la confluencia de varias organizaciones y personalidades en donde por supuesto está el proyecto de Morena, El Zapatismo y una fracción importante del PRD. La cuestión radica en impulsar el pensamiento que rompa con el paradigma dominante en las izquierdas y se logre formular una propuesta que el movimiento social vaya haciendo suya. El puro movimiento social no puede generar la propuesta; sin embargo, éste debe ser el punto de quiebre. Están dadas las condiciones para ello, pero, hay que atreverse a romper con nuestras formas de pensar que llevan un retraso de varias décadas.

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