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jueves, 28 marzo, 2024
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Por: Humberto Mayorga •

La Gualdra 275 / Río de palabras

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Supones que marcharte es la solución, te despides del geranio que un día te regalaron. Las esperanzas son colocadas dentro de una maleta. El primer taxi que pasa frente a tu casa sabe el rumbo exacto de la nueva dirección. Mientras intentas evadir la conversación del conductor miras a lo lejos los condominios, rezas para que un día los niños vuelvan a tomar las calles sin preocupación de sus padres. Imploras por la paz que se han llevado los malos gobiernos junto con la confianza al prójimo.

Los neumáticos continúan el trayecto; por última vez contemplas el paisaje que te vio crecer, los pensamientos se cruzan, el ir y venir del tiempo te hace pensar que dejarás tu pasado. Cierras los ojos para evitar que caiga una lágrima, giras la cabeza a la derecha; por la ventana del vehículo se observa un sol bravío, el viento golpea la cara, aprecias algo de humedad. Los rayos de luz te socorren a soltar el llanto contenido en las pupilas.

La central de autobuses tardó menos de quince minutos en aparecer frente a ti. Después de pagar al taxista una cuota alta, desea buen viaje y te da una palmada, agradeces la intención. Piensas que tal vez jamás vuelvas a escuchar palabras cercanas a la honestidad. Sigues sin tener en claro que alejarte sea lo mejor.

El autobús está en marcha, mientras recorres las calles principales de la ciudad, colocas los auriculares en tus oídos: no quieres escuchar los ecos de las balas y los aullidos de las viudas que se siguen incrustando entre cerros de una ciudad violenta, de una población que sobrevive al disparo que dio muerte a los tuyos.

Aprietas los ojos con fuerza, cierras el puño donde contienes toda la frustración acumulada. Ya no quieres sentir el dolor de vidas plantadas en el hastío y otras tantas en los camposantos. Sólo a la muerte dejas acompañada de la injustica.

Irte es la solución, te confirmas. Mientras la música te dice “Imagine” inicias el sueño. Si mal no calculas han pasado dos horas hasta que el brusco traqueteo del transporte y los gritos de los pasajeros te despiertan. El zumbido de tus oídos te estremece, casi no se escucha nada. Entre una niebla espesa logras ver un cúmulo de gente hurgando las pertenencias ajenas. Son lobos al acecho de presas indefensas: carroña.

A pocos centímetros de tus párpados ves cómo la linterna de un paramédico ilumina tus pupilas y escuchas sin la menor sorpresa:

Hace mucho tiempo que murió.

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-275

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