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jueves, 25 abril, 2024
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De la muerte o de la fortuna de estar vivo

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Por: CARLOS FLORES* •

La Gualdra 275 / Río de palabras

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“Hay que estar ebrio siempre. Todo reside en eso:

ésta es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso

del tiempo que nos rompe las espaldas…”.

Charles Baudelaire

No hay cosa más terrible que la muerte. El pensar que esas personas con las que crecimos, las que conocimos en el camino y que se hicieron indispensables, incluso aquellas cercanas por cuestiones laborales, habituales o cotidianas, caminen por el umbral de la muerte es algo que simplemente moverá nuestras entrañas, nos empapará de tristeza, nos agobiará de dolor o nos hará temer por nuestra muerte misma. Y aunque algunas religiones nos tratan de ofrecer un consuelo como la vida después de la muerte, lo cierto es que es un asunto insuperable.

Ojalá, pensamos, que podamos ver a quienes perdimos en esta vida luego de cruzar sus fronteras. Ojalá que cuando exhalemos el último suspiro haya alguien que conozcamos al otro lado, que nos guíe y conduzca por la tierra de la eternidad. Ojalá que tan solo un fragmento pudiéramos conservar de este viaje que emprendimos hace tiempo y que nos duele tanto dejar. Ojalá…

Pero, pensemos un pequeño momento en lo que hay a nuestro alrededor. Resulta que nuestra vida proviene de una minúscula célula que tiene que competir con miles más por fecundar un óvulo. Luego de nueve meses el producto de esa fecundación es un pequeño ser arrugado y con un rostro difuso, pero con un potencial enorme, porque al cabo de un año podrá caminar y balbucear sus primeras palabras para el delirio de sus padres.

Este pequeño ser está situado en un espacio no muy grande que es su hogar, el cual se encuentra cimentado en una pequeña localidad, pueblo o ciudad, dentro de ciertos límites territoriales que forman una vasta región considerada como país, el cual, a su vez, está en un enorme continente de masa sólida en medio del enorme océano, billones y billones de toneladas de agua que muchos seres humanos jamás llegan a conocer. Este continente, junto con otros más y otros cuantos océanos es parte de una esfera llamada Tierra flotando en la inmensidad de un sistema solar, que junto con otros miles de sistemas forman una gigantesca galaxia que navega en la enormidad del espacio. Hay más galaxias en el vacío que nos rodea que granos de arena en la tierra, aseguran los especialistas.

Ahora bien, la edad del universo se calcula en más de trece mil ochocientos millones de años, mientras que la galaxia en donde se encuentra nuestro planeta cuenta con trece mil doscientos años, nuestro sistema solar con cuatro mil seiscientos millones de años, restamos cien millones de años y tenemos la edad de la Tierra. La vida promedio del ser humano es de apenas setenta años.

Con lo anterior vemos que la vida humana es prácticamente un suspiro en el universo, un pequeño momento que nos permite crecer, conocer gente, viajar por el mundo y tener una serie de experiencias a lo largo de ese breve espacio temporal en que se nos permitió vivir. Una vida para compartir con las personas que amamos, para hacer amigos, para disfrutar y aprender. No podemos llorar a la muerte, deberíamos agradecer el enorme placer, el fantástico milagro de estar vivos, agradecer por las personas que conocimos en este viaje. Si nos encontramos luego de esto, eso ya es una enorme ganancia.

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-275

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