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Autora: Venus Atenea Pérez Solís
Residencia: Irapuato, Guanajuato, México
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Estaba La Gaviota sentada en el jardín
de su casa color ocre, porque si es blanca hacen mohín,
cuando llegó la Parca con guadaña en mano,
y, amenazante, sonrió con gesto macabro.
La Gaviota, de repente, se echó a llorar de la nada.
“¡No es justo que estés tan delgada!”,
gritó la ex actriz consternada.
“¡Yo siempre estoy a dieta, y mira nomás cómo estoy!
No como más que lechuga y a veces coliflor”,
La muerte, anonadada, la vio sin ninguna expresión.
“Que no se me pegue lo tonto mientras la llevo al panteón”.
Lloró la Parca, consternada, negando en resignación:
“Mira que el próximo año me toca venir por el otro;
así que no me toques mucho, no vaya a ser contagioso”.
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