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jueves, 28 marzo, 2024
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Ruptura de la solemnidad o la zoología poética del México Moderno & Los pensamientos inútiles de otra parvada que Balam Rodrigo intercepta

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Por: Armando Salgado •

La Gualdra 268 / Libros

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Ante la diversidad de configuraciones poéticas o de poéticas re-configuradas aparecen las Sobras reunidas de Balam Rodrigo publicada por Los Bastardos de la Uva, editorial dirigida por Ricardo Lugo Viñas, siendo este libro un retrato de la diversidad de poemas que han co-existido a la largo de las propuestas que conforman el mapa poético del territorio mexicano, y con la propuesta reciente de Balam Rodrigo, ahora México-Centroamericana.

No es novedad que cada poeta trate de conversar con su época y que halle distintos signos para abordar su pensamiento cargado de influencias y creencias, dando no sólo un testimonio sino rasgando otros testimonios en ese diálogo devorador: es como decir que las ideas no son entes estáticos en busca de un recipiente de cristal que las contenga, sino lo contrario, son el vaso roto que busca con urgencia una mente que las pueda engullir sin importar que deba tragar los restos de vidrio dañando la garganta.

Ante esto, creo que pensar es quizás una de las mayores desgracias en este mundo volátil. Es lo que hace Balam Rodrigo con sus Sobras reunidas, piensa el mundo de la poesía reciente y de distintas etapas por las que muchos cruzamos de manera voluntaria, en ese camino que se expande o se comprime según la apertura ante los aprendizajes, porque han de saber que quienes intentamos escribir tenemos que tomar distintas decisiones a veces acertadas y otras incorrectas pero que van definiendo una o muchas posturas estéticas, a la par de una postura ética o muchas veces sin ninguna, pero que eso no hace mejor o peor a quien escribe, simplemente lo conforma como un sujeto independiente que irá transformándose como sus textos, y ellos, serán el testimonio, la línea de crecimiento o decremento que podrán ver otros como un punto de comparación ante otras propuestas de escritura para discernir que la poesía no es un ente estático, y que va constituyéndose según la época y las personas que la intentan definir de maneras tan plásticas y otras ocasiones la dejan sin flexibilidad convirtiéndola en una caja rígida.

Sobras reunidas de Balam Rodrigo no es un libro rígido, no es la caja donde el lector asiduo a artefactos podrá entreverse, es más complejo que un lugar donde radica la finitud, es un desfiladero sin regreso del que no se puede salir raspado, del que no se puede emerger tan fácil y que como un enjambre, se debe correr rápidamente al finalizar su lectura porque sonar el panal con varias piedras es señal inequívoca de una picadura. Si fuera sólo el dolor producido por dichas abejas la dicotomía entre la miel y la ponzoña, serían no sólo un bálsamo sino una ungüento necesario, dando la posibilidad ante la flexibilidad de su orientación de que el lector elija si será un trago de miel entre el zumo de la ironía o si habrá dolor que mantenga los ojos cerrados por un momento.

Es así como Sobras reunidas hurga en viejos agujeros y con desenfado y sin descuidar el lenguaje poético nos introduce a otro panal repleto de poemas para cuestionar, para ingerir, para señalar, para mirar a los ojos, para conversar largo y tendido sobre el mundo de las etiquetas al que estamos tan acostumbrados. Balam Rodrigo conversa a su vez con distintos autores que vienen a reforzar lo que él cree y los vemos sentados en la mesa tomando café y hablando algunas veces sobre futbol, están ahí Jesús Gardea, Jaime Sabines, Francisco Gabilondo Soler, Salvador Novo, Mario Benedetti, Máximo Cerdio, Chava Flores, Roberto López Moreno, Eduardo Lizalde, Ramón López Velarde entre muchos otros con quienes comparte el pan de la autocrítica sumergido en el café amargo.

Creo que mucho de lo que uno escribe pasa primero por el propio ojo de la aguja hallando la paja personal y provocando la pregunta sobre por qué escribimos como escribimos, después se ve la paja de los otros en sus ojos, y uno se vuelve a preguntar por qué escriben como escriben, y en esos terrenos de la crítica ajena y de la autocrítica uno sabe que las influencias son inevitables, y que uno es parte de esa conversación llamada poesía cuando opina desde sus poemas y comparte lo que piensa y por qué piensa como piensa, a veces son evidentes las bastillas del pantalón de cada uno, muchas veces las bastillas permanecen ocultas detrás del doblez o el hilo con el que fueron marcadas es del mismo color que la tela haciéndolas de difícil vista. Lo otro será la lectura de quienes se acerquen a los libros quienes conformarán su opinión desde sus propias bastillas. Por tal razón creo que cada uno de los poemas aquí escritos por Balam Rodrigo es el espejo que él nos comparte para que nos logremos mirar y después, ese mismo espejo será la ventana para mirar lo que hay más allá de la pared, entre esa zoología del pensamiento que nos hace tan comunes, tan cotidianos, tan simples, pero sabedores de que el lenguaje poético además de que espabila nos devuelve cierta humanidad. Cuando vayamos lejos con la vista podremos devolver la mirada y ver el rostro de Balam Rodrigo, les aseguro que estará sonriendo.

 

Discurso y demostración poética en torno a “Nuevas discusiones” según la mecánica lírica & el movimiento retórico: El origen de las especies poéticas o principios matemático-metafóricos de la poesía no natural (estructura de las revoluciones po(l)émicas)

1.

El poeta místico dice que habla con dios o con la diosa

pero es incapaz de hablar y tratar a otros hombres

con la humildad y la paciencia de los pájaros.

 

Sus libros son templos supuestamente sagrados

aunque erigidos en medio de la nada:

 

despojados de dioses y demonios,

justamente dicen eso, nada.

 

Porque es más fácil que un escritor

de libros de autoayuda

entre por el ojo de una aguja

a que un falso poeta místico

entre en el reino de los lectores.

 

Profeta de sí mismo, eco del vacío en los espejos,

el poeta místico viste como guía espiritual de clase alta

y cierra lentamente los párpados mientras “levita”

al leer en público sus versos.

 

Pero no son celestes nubes

las que lo ciegan al abrir los ojos:

es el humo de sus libros que se consumen

en la pira inevitable del dios del tiempo,

en el pagano fuego de la vida.

 

Miserable de espíritu, sacerdote de la soberbia,

que los dioses del olvido lo bendigan.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-268

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