La Gualdra 265 / Río de palabras
Para Miguel Ángel, Sara, Paola, Paulina y Brenda
Yo soy una blanca palomita. Dice en tono retador y se pavonea, más que paloma parece pavorreal, ancho, ancho; de ésos que piensan que nadie tiene derecho a mirarlos. Se sienten como la divina garza, como ésas del verso de las aves que cruzan el pantano y no se manchan; sí, ella piensa que su plumaje es de ésos. Que el viento le hace lo que a Juárez, que llegó a este mundo para enseñarle a todos que nomás sus chicharrones truenan, que las banquetas están abolladas de tantos hombre que las han cacheteado por causa de ella. Es de ésas que te matan callando, de las que mírame y no me toques, de las que si te vi ni me acuerdo. Pasa por el patio y cree que todo a su alrededor se detiene, que no la puede afectar ni el mismísimo tiempo. Algunos hasta se la llegan a creer que en realidad sí es todo lo que ella cuenta, pero si la ves de cerca te das cuenta de que no es nada. Se le notan las arrugas, se lo ve lo chocante, se le tuerce un pie y se le desvía un ojo. Miente con facilidad, no se baña y huele feo. Las capas de maquillaje le cubren un poco el deteriorado aspecto. Pero si llueve puede ser su muerte porque todo el disfraz termina deshecho. Una palomita blanca, dice, eso mismo soy. Y se retira cuando intentas acercarte más y se da cuenta que has descubierto su secreto.
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