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martes, 19 marzo, 2024
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Rebeliones campesinas en Zacatecas, historias por contar

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR • admin-zenda • Admin •

Historia y Poder

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En el aciago otoño de 1541 cuando los señoríos caxcanes de Juchipila, Nochistlán y Teocaltiche le dieron brillo a la famosa guerra del Mixtión, las rebeliones indígenas y campesinas se sucedieron a lo largo de los siglos tratando de resolver el gravísimo problema, la gran herida del esclavismo, el maltrato, el hambre y la enfermedad.

Zacatecas ha sido tierra pródiga para el cultivo de alimentos y la proliferación del ganado, sin embargo, la riqueza de pocos es la miseria de muchos y las rebeliones rurales, los levantamientos campesinos, la guerra de castas y la ira de los indígenas fueron sofocados con brutalidad por las autoridades en turno y muchas de las cuales consideraron a los indígenas como “un estorbo para el progreso” del país.

Durante años ignoraron las necesidades y costumbres de los pueblos indígenas,  esta situación cambió pero en perjuicio de las agrupaciones indígenas pues  las leyes favorecieron la división de las sierras comunales en pequeñas parcelas para que fueran trabajadas de manera individual, grandes hacendados, algunos de ellos extranjeros, compraron esas tierras formaron grandes latifundios y obligaron a los indígenas desposeídos a trabajar para ellos.

La pena de muerte estuvo en todo su apogeo evitando el bandolerismo y el descontento de grandes masas de campesinos que estuvieron sujetos a deudas eternas en las tiendas de raya en donde caciques y hacendados  hicieron de las suyas amparados bajo el poder inmaculado de la iglesia y de autoridades omisas.

Famoso el bandolero zacatecano Pancho Villa quien ante una agricultura poco productiva y atrasada de 1878, fue caldo de cultivo para ofrecer a la leyenda la justicia popular y el saqueo directo de haciendas y palacios de los curros zacatecanos y de Durango.

El bandido social aliándose a movimientos de insurrección en las que se saldaban cuentas, odios ancestrales, pugnas por derechos, venganzas y cobro de facturas, pero siempre en el desorden y en el apogeo de los momentos cruciales.

En 1929 los cristeros zacatecanos que incendiaron la estación de Guadalupe y tomaron bajo el resguardo de las armas a Calera, eran al cien campesinos que se refugiaban en el poder de la religión para mitigar sus dolores y el miedo a que sus cultos desaparecieran.

A lo largo de la historia, la horca, el fusilamiento, el asesinato vil fue lo que marcó el castigo a la sedición, rebelión y complot, excarcelación de presos, ataques a las vías de comunicación de los campesinos que hartos de su situación se aliaron a los nuevos precursores del cambio, ya en el movimiento de Independencia, de la Reforma, y de la Revolución.

La historia de las rebeliones campesinas en Zacatecas, o carne de cañón o motivo sagrado de los derechos civiles y humanitarios del pueblo mexicano.■

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