En 2015 terminó el plazo de los Objetivos del Milenio (ODM). Y aunque los números de los promotores dicen que hay avances, la causa de los males sigue ahí, fuerte y gobernando. El neoliberalismo ha creado la nata de los muy pocos hiper-ricos, en contraste con las mayorías empobrecidas. El 1 por ciento de los más ricos en México, concentra 43 por ciento de la riqueza del país. Y ese poder económico construye una lógica circular con el poder político. Usan al Estado para seguir acumulando riqueza. Por esa razón, desde que se emprendió la segunda meta que continua a los ODM, que es la Agenda 20-30 (septiembre 2015 en delante), se agregaron objetivos nuevos a los que venían desde el año 2000. Y la clave de los 17 objetivos estará en las metas que pretenden dar calidad a la democracia y combatir la desigualdad. La democracia es el mejor dispositivo para evitar que grupos de interés económico se apropien del Estado y lo usen para acrecentar sus fortunas; y el tema de la desigualdad para impugnar las políticas neoliberales.
Sin embargo, hay dudas importantes. No se trata sólo de declaraciones de los jefes de Estado en las reuniones protocolarias de Naciones Unidas, sino de la fuerza política real para hacerlos efectivos. ¿Cómo lograr que se generen presupuestos progresivos, cuando eso implica imponerles impuestos a los grandes capitales? Somos conscientes que estos últimos se organizan, hacen presión y compran políticos: actúan. Mientras los sectores beneficiarios de la gestión de la igualdad, están desarticulados. Pues bien, los enlaces que se tejen a partir de los compromisos de Naciones Unidas con las sociedades locales, son vitales para construir un poder constituyente de la realidad post-neoliberal. El PNUD puede hacerla de tejedor de un manto anti-neoliberal a partir de articular en la misma dirección a decenas de gobiernos y sociedades locales. En otras palabras: un contrapoder neoliberal. En ese sentido será muy interesante observar lo que ocurre en Zacatecas para saber si esa vía tiene futuro efectivo o no.
Los compromisos con el PNUD impactarán en todas las áreas del desarrollo. Así por ejemplo, en los Objetivos de Desarrollo Sustentable se dice que deberán privilegiar el crecimiento del mercado interno, pero la inercia de los planes económicos está centrada en la inversión extranjera directa, aun cuando sea puramente extractiva; luego entonces, el gobierno de Zacatecas deberá elegir su prioridad. Y hay fuerzas que empujan en ambas opciones. ¿De qué depende cuál visión, al final del día, se impone? Pues se impondrá la que logre más agencia: más actores locales trabajando en cierta dirección. Los objetivos pactados con PNUD tendrán éxito sólo si se logra articular a la mayoría de los actores sociales alrededor de esos propósitos, la firma de los convenios por los gobernantes sólo es simbólico y puede quedar en nada porque recibirán presión en contra por parte de una buena parte de los poderes fácticos en turno. Y en ese contexto, las modificaciones y/o avances que se logren en el objetivo 16, sobre la democratización del gobierno, será la piedra angular de todo el proceso. Pues bien: el segundo round apenas empieza.
