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sábado, 20 abril, 2024
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El grito silenciado

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Por: Humberto Mayorga •

La Gualdra 263 / #AyotzinapaSegundoAniversario

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Todavía no tienes clara la causa de tu muerte. Entre el sueño te dices: pretender una mejor vida no tendría por qué ser motivo para quitarla. Despiertas amodorrado, das un beso al vientre de tu esposa, sabes que en sus entrañas hay fortuna. Te diriges a la ventana y contemplas la maceta donde sembraste una semilla de maíz.

Escuchas el canto de las golondrinas, retrocedes el camino sobre el piso de tierra. Fijas la mirada en un tendedero con la ropa olorosa al agua del río crecido. Te vistes y metes en un morral los trapos que servirán de cobijo. Antes de marchar esperas la bendición de tus padres, te despides. El pueblo se quedará esperando el regreso del joven que busca sembrar mejor porvenir. La educación es el medio y el fin.

Los mosquitos no impiden cruzar la brecha cercada de árboles, al trote continúas. Te aguarda la escuela y una generación esperanzada en llevar luz al terruño. A la distancia se divisa el autobús destartalado, le haces la parada, subes. Vuelves la mirada al pueblo, contienes el llanto, dejas caer apenas dos lágrimas gruesas.

¿Y qué será de tus padres con los años en la espalda abriendo futuro en el surco? ¿Cómo aprenderá tu hijo a vivir con ausencias? ¿Qué hará tu mujer al saberse deshabitada? Dejas descansar el alma: por fin rompes en llanto cubriendo el rostro con una mano.

El sol se cubre de nubarrones para convertirse en un lienzo rojizo de lluvia, la llovizna te acompaña hasta llegar. Murmuras sólo para ti: La voz de la patria es el maestro. Te topas de frente con la mirada envalentonada y el puño de aquel revolucionario. Recorres los pasillos entre paredes de cal descarapelada. Ves las carencias de tu alma máter y te convences: saldrás a la lucha callejera con un bote en la mano, reunir unos cuantos pesos y mal comer el último pan de ese día.

Exiges una mejor vida para los invisibles: los olvidados siempre marginados. Tocas la puerta de la habitación donde se alojan amigos con su propia historia. Acuerdas el plan antes de jugártela. Sales a marchar por la causa mientras las miradas inquisidoras del ciudadano común juzgan. Algunos hacen caso del noticiero que dice mentiras completas y verdades a medias.

Te enorgullece ser parte de la otra campaña. Pides dinero en la calle para solventar los costos de la educación, gritas consignas pero entre la multitud llega “la ley”. Con violencia te amarran a la muerte, abren fuego a quemarropa. Las balas perdidas trastocan la vida. Desaparecen cuarenta y tres del grupo.

Entre gritos y silbidos la lluvia roja cubre el asfalto. Maniatado, con los ojos en tinieblas puedes olfatear la cobardía, el miedo y los falsos héroes. El asesino “sin rostro” te corta la respiración. Aparece un suspiro junto al beso dedicado al hijo que ya no arrullaste. El último pensamiento se mezcla entre pólvora mientras alcanzas a susurrar:

Soy la consciencia permanente sembrada en suelo mexicano.

 

* Zacatecas.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-263

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