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sábado, 20 abril, 2024
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Ayotzinapa

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Por: EDUARDO CAMPECH MIRANDA* •

La Gualdra 263 / #AyotzinapaSegundoAniversario

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Soy un muchacho cursi

que escribe en las paredes “justicia y libertad”.

Llevo en mi corazón un dolor que me parte

En dos el pecho y me desangro enfrente de un amor tan sin sentido;

amor, revolución,

justicia al margen de tanta impunidad.

Soy un obrero, un maestro, un estudiante que se muere de amor.

Soy un pedazo de pan azucarado,

¿Lo ven? Tan sin sentido.

¿Pero qué se puede esperar de un muchacho cursi si no es salir a las calles y gritar el amor?

Salir y gritar: amor, revolución,

vida; ven a mí o hacia ti voy.

Estrella del Valle

 

¿Qué se dice en la red acerca de Ayotzinapa? A dos años de la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos, si buscamos el término “Ayotzinapa” en el buscador más utilizado, Google, tendremos 5’110,000 resultados. La inmensa mayoría de ellos referente al trágico acontecimiento de septiembre de 2014. Ayotzinapa fue visible por sus estudiantes desaparecidos. Tal y como rezan algunas de las consignas: “Quisieron enterrarnos pero no sabían que éramos semilla”. Semilla que germinó en conciencia de lo que sucede en este país, en arte, en reflexión, en crítica.

Ríos de tinta se han vertido desde la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre de 2014. Desde el primer instante Twitter se convirtió en el medio a través del cual los estudiantes pedían apoyo y contaban en ciento cuarenta caracteres lo que estaban viviendo. Voces hechas palabras en poesías, canciones, obra plástica, performance, dramatizaciones, libros, documentales. Testimonios, investigaciones, peritajes que se oponen. Pieles sensibles que se exaltan cuando afirmamos que fue el Estado. Conciencias insensibles que sentencian: “¡cómo la hacen de pedo!”. Cuarenta y tres personas que faltan, cuarenta y tres que son visibles de miles.

Ayotzinapa nos desnudó como sociedad: sigue exhibiendo nuestra miseria, nuestros dolores, inconformidades, comodidades, clasismo, manipulación. Lloramos con la historia de vida (muy probablemente prefabricada) de un participante de talk show, pero ignoramos el dolor de cuarenta y tres familias: “Ellos se lo buscaron”. Protestar, inconformarse traen, literal, consigo, la pena de muerte. De ahí que la lectura sea concebida como una ventana a desear mejores escenarios y sea peligrosa por eso mismo. Así lo dicen los jóvenes, sin ponderar lo gravísimo que es tener una visión homogénea, una verdad absoluta (aunque sea falsa), una vida monótona.

 

*Zacatecas.

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