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sábado, 20 abril, 2024
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“Con mi cine quiero que todos carguemos el problema”, señala el director Pablo Larraín

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Por: CARLOS BELMONTE GREY • admin-zenda • Admin •

■ El creador fue invitado al 12 Festival de Cine de Zurich para promocionar el filme Neruda

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■ Se dice comprometido con el presente y sus cintas buscan “cazar” fantasmas del pasado

Nacido en Santiago de Chile en 1976, Pablo Larraín ha dirigido, entre otras, No (2012, nominada al Oscar), El Club (2015, Oso de Plata en el Festival de Berlín), Neruda (2016, presentada en La Quincena de Realizadores de Cannes) y la más reciente Jackie (2016, Mejor Guion en el Festival de Venecia).

Justo para promocionar Neruda –estelarizada por Gael García Bernal- es que Larraín ha sido invitado al 12 Festival de Cine de Zurich. Esta edición del ZFF tiene, además, a México de invitado de honor con 14 filmes en proyección en diferentes secciones.

Nosotros tuvimos el placer de charlar con Larraín durante media hora, previo a su pasarela por la Green Carpet en la función de gala. Y solo nos ha confirmado lo que vemos en sus películas, un director comprometido con el presente a través de filmes que buscan “cazar” fantasmas del pasado –recuperando la metáfora utilizada por él mismo-.

La pregunta que nos dio pie para comprender su visión de cine fue cuestionarle sobre el trabajo fílmico de su compatriota Patricio Guzmán (La batalla de chile, 1973, y Nostalgia de la luz, 2010). Para los directores de la generación de Guzmán el cine era una herramienta para “cambiar la realidad”, su poesía fílmica buscaba que la gente al salir del cine fuera consciente de la realidad inmediata -la dictadura de Pinochet desde 1973-. Mientras que el cine de Larraín es, quizás, menos ambicioso pues no cree que puede simplemente cambiar a la gente. No, él quiere que su cine ponga el problema en la mesa.

“Guzmán es un maestro. Yo no me atrevería hacer lo que él hace. Es un cine con la necesidad de comprender la importancia de la memoria. Él quiere detonar una conciencia en el espectador. Transformarlo desde el punto de vista ideológico”, señaló el cineasta.

Hay que recordar que Larraín se preocupa por recuperar la memoria histórica de la dictadura de Pinochet, la censura y las presiones sufridas por América Latina desde la década de 1950. Es un cine, no solo social y político, sino comprometido con la historiografía. Sabe que su versión histórica no es ni de cerca la real y verdadera, es solo otra interpretación del pasado a la luz de hoy.

“Yo quiero entablar un problema y ver cómo la gente reacciona. Observar el problema y entablar una dialéctica, poner al personaje en situación de peligro y ver cómo lo resuelve. Son personajes que no tienen forzosamente una conciencia política. Son personajes arrasados por su entorno. Mis personajes son consecuencia de su entorno. Como el de Gael en No. Por eso yo uso una frase del subcomandante Marcos: invitar a la gente a cargar un problema. Hemos venido traerles un problema e invitarlos a cargar con él”, dijo.

Igual que un historiador que utiliza el lenguaje escrito, él escribe sus versiones con los recursos de lo audiovisual. Por eso sus pastiches son a veces complejos de descifrar. Su estética combina las imágenes de archivo con la ficción, pero manteniendo los tonos para que parezca una película de época. Aunque claro, adaptando la narración a los recursos del espectador de hoy.

“Me gusta transfigurar materiales en el tiempo, de  archivo y la ficción, y producir una idea.  De No, yo sé lo que pasó. Con 24 años de distancia (la derrota electoral de Pinochet en 1988), tenemos la ventaja de la historia, la distancia y la información, sé lo que pasó, qué presidentes vinieron, la transición, la impunidad fue tan fuerte hasta el día de hoy. No esperaba que mi versión de No se pudiera convertir en una especie de historia oficial, porque la están usando en escuelas y universidad. No es esa la motivación. Lo que intentamos es hacer un cine que tiene cierto peligro. Fabricamos accidentes que pueden ser expansivos”.

El resto del año Larraín se va a dedicar a acompañar sus películas en la promoción mundial y de momento no tiene plan de rodar una nueva película, pero no se está quieto:

“No puedo evitar de seguir pensando que estamos en un planeta que se está mirando los pies. Que la humanidad es hoy. Me cuesta entenderlo así, me parece necesario abrir ciertas formas para entender nuestro comportamiento actual. La historia es un prólogo del presente. Y hay algo que me fascina es verlo como un cierto juego de fantasmas y que queremos entenderlo. Pero es algo que nunca vamos a encontrar, es un ejercicio de búsqueda. Las películas tienen que ser así, películas que creen cosas”, finalizó.

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