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miércoles, 24 abril, 2024
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El Venado Azul. De lugares sagrados y de diferencias

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

La Gualdra 261 / Música

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El grupo Venado Azul, está conformado por José López (violín y voz), Yuawi López (voz), Juan Carlos González (contrabajo) y Elías Valdez (vihuela) músicos y cantantes huicholes provenientes de la comunidad de Santa Catarina Cuexcomatitlán, del municipio de Mezquitic, Jalisco. En este lugar viven menos de 200 personas, “En Santa Catarina el 75.54% de los adultos habla alguna lengua indígena. En la localidad se encuentran 27 viviendas, de las cuales el 0% disponen de una computadora”.[i] De acuerdo a la información proporcionada por el portal de SEDESOL en su catálogo de comunidades, la de Santa Catarina es una comunidad que presenta un grado de marginación y rezago social muy alto; su población ha ido disminuyendo con el correr de los años, ahí viven aproximadamente 133 personas, de las cuales, 76 son mujeres.

Ahí, los wixáricas (huicholes) participantes en las ceremonias culminan la peregrinación hecha a Wirikuta con la danza del peyote (Hikuri-neixa), en el centro ceremonial Kwauriyapa ubicado en la cabecera comunal; con esta danza, se agradece el regreso de los peregrinos de la llamada “Tierra del Amanecer” y se ofrece también para pedir la llegada de las primeras lluvias. Tanto en esta ceremonia, como en la fiesta anual de la siembra, Namawita Neixa, o en la We’e y en la Tatéi Neixa,[ii] por mencionar algunas, la música y el baile están presentes; de ahí que la vocación musical de los integrantes de esta comunidad esté ligada a sus rituales tradicionales que permanecen casi intactos hasta la fecha; es inevitable que de alguna forma se experimenten influencias, aunque no marcadas, de otras culturas. Sin embargo, la comunidad wixaritari, sigue siendo una de las culturas nativas mexicanas más renuentes a las influencias forasteras.

Desde Santa Catarina llegaron a Zacatecas el pasado 3 de septiembre para participar en el último de los conciertos programados por “Vive la Ciudad” durante de la administración que recién terminó. A las 5 de la tarde se encontraban ya en el escenario haciendo pruebas de sonido. Ahí estaban los cuatro integrantes, vestidos con pantalones de mezclilla algunos y otros con ropa deportiva; Yuawi López, el hijo de José López –líder del grupo- cantaba con alegría y animaba a la gente que escuchaba el ensayo a que regresara más tarde al concierto. Cuando las pruebas terminaron, subieron a su camioneta y se dirigieron al hotel; el primer acercamiento con ellos fue a través de su representante. Yo deseaba hablar con ellos para hablar de su trabajo, para que me dijeran qué era lo que los motivaba a hacer música y para conocer cuál era su idea de “patria” dado que estamos en el mes de los festejos del Día de la Independencia Mexicana.

Una vez concertada la entrevista, me pidieron que ésta se realizara más tarde porque querían cambiarse para “salir en las fotos ya con el vestuario de gala”. Así fue, aparecieron en la recepción del hotel vistiendo unos trajes tradicionales hermosos, bordados a mano por las mujeres de su comunidad; más blanco no se puede, el vestuario es impecable.

Me pidieron que saliéramos a tomar fotos a la calle “para aprovechar el sol”; ahí posaron, teniendo como fondo la Catedral Basílica y luego, a petición de don José, con la Bufa a sus espaldas. Seguimos caminando, de prisa porque ya iban tarde, subimos por el Callejón de Veyna y casi para dar vuelta a la Plazuela Miguel Auza, pasó una patrulla de policías encapuchados -armados hasta los dientes-, haciendo su rondín de costumbre. Ahí está la foto: cuatro músicos huicholes subiendo la cuesta encuentran a su paso a cuatro policías; los primeros a pie vestidos de blanco, los segundos a bordo de una camioneta vestidos de negro. Qué contraste.

Apenas llegaron a tiempo al escenario; subieron a hacer lo que saben, cantar y contagiar de alegría a quienes los escuchan. Estoy maravillada con su energía, con el carisma de un niño que no cumple aún los 10 años y canta como si se le fuera la vida en ello. “La Cusinela” sonó casi al inicio del concierto, la gente cantó con ellos y bailó hasta que se despidieron para darle paso al Gran Silencio. La entrevista ni siquiera había comenzado, por eso los seguí a su camerino, pero se equivocaron y entraron al que estaba ocupado por los músicos de Monterrey. “Perdón”, dijeron e intentaron salir de ahí, pero los músicos regiomontanos les dieron la bienvenida. “Pasen, por favor”, dijeron mientras abrazaban a sus colegas y los felicitaban por su actuación. “¡Oye, Yuawi, qué bonito cantas!”, le dijeron, “¿pero, no te gustaría mejor estar jugando a las canicas?”. Yuawi sonrió y dijo orgulloso: “No me gustan las canicas, lo mío es la música”, todos lo abrazaron y festejaron con él y con los demás la magnífica actuación que habían tenido. La foto también habla por sí misma: rockeros, chúntaros y músicos huicholes, todos unidos por la música, tan mexicanos unos como los otros.

Cuando por fin pude platicar con don José López, quise saber qué era la patria para él. Me miró extrañado, abrió los ojos y me dijo “Para mí la patria es la tierra, la tierra es sagrada”, guardó silencio un momento y pude percatarme que la pregunta no había sido la adecuada, algo de incomodidad se percibía en él; por eso cambié de tema, finalmente ya me había respondido. Hablemos de música entonces, le dije; a José López se le iluminó la cara nuevamente: “Nosotros somos de la sierra de Jalisco, nuestra música viene de la cultura wixárica y es una combinación de música tradicional con la música regional; nos gusta mucho hacer lo que hacemos”.

Todos sonrieron, Yuawi se acurrucó en sus piernas. Alabé nuevamente sus vestidos; José López, Yuawi López, Juan Carlos González y Elías Valdez dicen estar muy orgullosos de sus tradiciones; el que habla casi siempre es don José: “Cuando nosotros estamos en el campo nos dedicamos a realizar artesanías. En la sierra también nos dedicamos a cultivar nuestras tradiciones, participamos en las ceremonias, vivimos en el campo y somos respetuosos de la tierra”. Las artesanías son las mismas que se venden en las calles del centro histórico de Zacatecas.

Le pregunto si Yuawi ya participa en las ceremonias de las que habla y me dice que sí, que es su hijo y que “no es prestado, no viene de otro país, es parte de la comunidad, él y todos nosotros somos wixáricas y tenemos nuestras raíces y nuestra cultura. Nosotros nos sentimos orgullosos de ser wixáricas, conservamos nuestro lenguaje, nuestra cultura huichola; conservamos las tradiciones de nuestros antepasados, los centros ceremoniales, veneramos los campos, las montañas sagradas”; todos escuchan con atención y asienten mientras José habla.

Les pregunto sobre el problema de las mineras en Wirikuta y me dicen que por ahora “todo está tranquilo, fue hace tres años que tuvimos que hacerles frente para defender nuestro lugar sagrado, que es el Cerro del Quemado”. Recuerdan también que mucha gente se sumó a esa causa y dicen sentirse muy agradecidos con todas las personas que participaron en la defensa de su territorio, y que aunque el problema aún no se ha solucionado, por lo menos “se han tranquilizado las cosas”.

Luego hablan de los lugares sagrados, don José dice que todos los mexicanos deberíamos de luchar porque éstos sean conservados porque “No nada más le pertenecen a los huicholes, le pertenecen a nuestra madre tierra; los lugares sagrados son la comunicación que tenemos con el cielo, son la conexión entre el sol y la tierra. Por eso necesitamos defender estos espacios juntos todos los mexicanos; no venderlos a las minas. La madre tierra sufre cuando le sacamos el corazón de sus entrañas, también eso nos contamina, a todos, no nada más a nosotros. Nuestros lugares sagrados están en Santa Catarina; en la Isla de los Alacranes, en Chapala; en Cerro Gordo, en Durango; en San Blas; y en el Cerro del Quemado, en San Luis”. Dice don José que en esos sitios se “ubicaron las deidades”, que son parte del cuerpo del mundo y que si se daña uno de ellos afectamos al universo completo.

Afuera el Gran Silencio canta “Vive soñando” y Yuawi comienza a mover los pies, trae la música en la sangre. Dice su padre que a los niños “Hay que enseñarles lo que deben hacer, hay que dedicarles tiempo para enseñarles el camino; no nada más darles dinero, hay que darse el tiempo para ver qué es lo que a nuestros hijos les gusta y guiarlos, educarlos. Cuando Yuawi empezaba apenas a hablar ya cantaba; yo me dediqué un año a enseñarlo, a que se entonara, a que vocalizara”. Seguimos hablando de los hijos, de qué es lo que se necesita para que los niños lleguen a ser hombres de bien y don José me dice con firmeza: “Es muy complicado, hay que ver qué es lo que más les conviene. Muchos niños tienen educación en las escuelas, otros no; pero los padres deben saber que la buena educación la dan ellos, lo que los hijos aprenden en sus casas es lo que ocasionará si son buenos o malos; hay que darse tiempo, hay que darles tiempo de buena vida, enseñarles a ser humildes, sencillos, alejados de los problemas”. La visión de este padre de familia es clara: la educación principal es la que aprenden los niños en sus casas.

Los integrantes de Venado Azul viven en una comunidad mexicana con grandes carencias; el México en el que viven ellos es el mismo que el nuestro porque aquí nacimos todos. La charla termina, regreso a la Plazuela Miguel Auza donde veo a la lejos, colgada de un balcón, una manta que convoca a una marcha en “defensa de las familias”. La gente baila en comunidad, no importa quiénes sean, cómo estén vestidos, cómo se llamen, ni la colonia donde vivan; por un momento todos somos una familia, hasta que la música termina y cada quien vuelve a su vida de siempre. La familia de don José seguramente tiene características diferentes a las nuestras; seguro sus modos de organización y de convivencia coinciden en algunas cosas con las de nosotros, pero lo que es un hecho es que sus prácticas culturales son únicas. Me quedo con eso: el respeto a las diferencias también se aprende en la casa; es en el hogar en el que ahora los hijos también pueden enseñar a sus padres que este México nos pertenece a todos, independientemente de nuestras creencias y nuestras preferencias.

[i] http://mexico.pueblosamerica.com/i/santa-catarina-25/

[ii] [ii] http://wixarika.mediapark.net/sp/documents/ELHUICHOLWixarik.pdf

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-261

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