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jueves, 28 marzo, 2024
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“El tamaño de la autoridad moral es básico para un gobernante”: José Enciso Contreras

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Por: ALMA RÍOS •

■ “Mínimo debería tener un ocho, pero bien sacado, de promedio de vida”, advierte historiador

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■ La cosa se complica cuando se pretenden hacer reformas en materia educativa, consideró

“El tamaño de la autoridad moral es básico para un gobernante”, a fin de que pueda impulsar políticas en todos los órdenes. “Y ya la cosa se complica” cuando se pretenden hacer reformas profundas en materia educativa. “Para eso hay que tener una cola muy corta, no tener cola que le pisen. Y creo que no es el caso de Enrique Peña Nieto”, quien para impulsarlas, “pues mínimo debería tener un ocho, pero bien sacado, de promedio de vida”, dijo José Enciso Contreras.

El investigador en Historia y docente jubilado de la Universidad Autónoma de Zacatecas habló sobre el más reciente escándalo del Presidente de la República, que lo evidencia ahora como plagiario de la obra intelectual de por lo menos 10 autores, al momento de la realización de la tesis que presentó para obtener el grado de licenciado en Derecho por la Universidad Panamericana (UP).

Enciso Contreras observó que el plagio en el contexto académico ocurre con frecuencia en todos los niveles, desde la licenciatura a los posgrados, y se expresa como un problema, justo, “de nuestro sistema educativo”. Pues no se han generado las herramientas necesarias para detectar a tiempo estos “hechos antiéticos” de manera de garantizar que al momento de realizar investigaciones se “huya de este tipo de prácticas”.

El caso del ahora Presidente de la República, “no debe sorprendernos mucho en la medida en que ya anunciaba involuntariamente desde tiempos de su campaña, que lo de él, lo de él, no era lo académico, ni la lectura ni lo cultural. Y no podemos esperar otra cosa. No iban a dar el Premio Nobel por esa tesis”.

El académico dijo no justificar con esto lo que calificó de un hecho “reprobabilísimo, en una persona que entre otras muchas cosas, debe representar un referente de conducta ética”.

Estas características tramposas de la clase política, “hacen imaginar lo que hay detrás de las grandes acciones de gobierno” como las reformas. Sobre las que interrogó, “¿a costa de qué se han dado, de qué trampas?”.

El historiador observó luego de enumerar a la Reforma Energética, y otras que en su momento se promovieron respecto del Estado laico, la libertad religiosa y la propia educativa, que “se pactan a escondidas de la sociedad”. De manera “que hacer trampa es un estilo de vida que caracteriza a nuestra clase política, desde la cúspide hasta los lugares más de base”, dijo.

Acerca de las argucias  para ostentar grados académicos no acreditados, recordó la que protagonizara Fausto Alzati Araiza, Secretario de Educación Pública en el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León, quien decía tener doctorado sin haber terminado los estudios en Harvard, por lo que dimitió al cargo tras permanecer menos de dos meses en él.

En términos generales dijo sobre los escándalos recientes dentro del ámbito académico por este tipo de hechos, que fue a partir de los que se suscitaron al interior del Colegio de México (Colmex), donde personajes que se doctoraron con tesis plagiadas dirigieron luego posgrados en la Universidad Michoacana, y otros del Colegio de San Luis, que aun teniendo reconocimientos internacionales “de buenas a primeras se descubre, normalmente por azar, este tipo de prácticas”, que se ha puesto el tema “en la mesa de la discusión académica”.

“Es decir, que la simulación se ha convertido en todos los órdenes, tanto en política como en la cultura, en la academia, en una puerta fácil. No digo que sea lo que caracteriza a estos órdenes de la vida social, sino que se da con alguna frecuencia, en ocasiones más de lo que pensamos”.

Expuso entonces su incredulidad de que el caso de Peña Nieto sea “único” entre la clase política, “es cuestión de buscarle con la asiduidad que tiene Carmen Aristegui, con el tiempo necesario, y nos daremos cuenta de muchas sorpresas, y de cómo cosas que ya sabíamos; cómo una vida de simulación en la política, está presente en México”.

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