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viernes, 19 abril, 2024
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El necesario diálogo de las izquierdas mexicanas con Revolución Política de Estados Unidos

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

A raíz del estallido de la crisis económica global de 2008, en distintas partes del mundo se empezaron a generar movilizaciones masivas para denunciar al capital financiero internacional como responsable de la crisis, y a los gobiernos de muchos países del mundo como simples operadores a su servicio. En España fue muy llamativo el movimiento de los “Indignados”, cuyas secuelas todavía se siguen manifestando, como el cambio significativo sufrido por el sistema de partidos al debilitarse relativamente las dos fuerzas que configuraban el virtual bipartidismo entre el PP y el PSOE y el surgimiento de Podemos. En los propios Estados Unidos (EE. UU.) se iniciaron las movilizaciones denominadas genéricamente como Occupy Wall Street (Ocupas) en septiembre del 2011 con la denuncia del 1 por ciento más rico como responsable de la crisis, del desempleo y de la terrible desigualdad que ahora sufre esa sociedad. Las movilizaciones y su narrativa lograron abrirse paso en las poderosas redes de telecomunicaciones y diversos actores políticos se vieron obligados a manifestarse otorgándoles la razón. Fue el movimiento de los Ocupas el antecedente inmediato del fenómeno que Bernie Sanders ha encabezado desde hace poco más de un año cuando inició la competencia con Hillary Clinton por la candidatura presidencial del partido demócrata. Según lo ha anunciado el senador Sanders en fecha reciente, la Revolución Política será una organización permanente cuyo objetivo será exigir a las autoridades electas en noviembre próximo la implementación de los temas que constituyen el núcleo de la plataforma programática aprobada en el evento de Filadelfia, cuya inclusión hizo posible la nominación por aclamación de la ex secretaria de Estado como candidata.

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Ante las críticas lanzadas desde distintas trincheras de las izquierdas a la decisión de apoyar la campaña de Hillary contra Trump, vale la pena subrayar el hecho de que Sanders prefirió no ser candidato independiente a cambio de que todo el partido demócrata asumiera los elementos centrales del programa de la Revolución Política, como el incremento de los impuestos a los más ricos para financiar la salud, la seguridad social y la educación gratuitas para todos, la solución al endeudamiento estudiantil y la ampliación de la educación superior pública y accesible para los menos favorecidos, así como un amplio programa público de infraestructura, al estilo del periodo del presidente Roosevelt para generar empleos, la reforma migratoria integral, así como los controles que sean necesarios sobre el capital financiero para que ya no pueda generar otra crisis como la que todavía seguimos sufriendo. Particular relevancia tienen los compromisos de cerrar el paso al dominio del dinero en la vida política del país y revisar varios tratados de libre comercio, desde el TLC hasta TPP. Vale la pena subrayar que todas estas propuesta son verdaderos torpedos sobre la línea de flotación de los dogmas neoliberales más importantes, pues abren un camino muy ancho en favor del paradigma del estado de bienestar o del socialismo democrático, en palabras del propio Bernie Sanders.

Si nos detenemos un poco a comparar lo esencial de la plataforma de la Revolución Política encabezada por Sanders y lo esencial de los programas de los partidos de izquierda mexicanos, veremos que no hay diferencias sustanciales dado que ninguna de las organizaciones mexicanas propone ir más allá de garantizar la vigencia de los derechos humanos para todos los mexicanos. Es un hecho que hoy por hoy en México ya no existen opciones revolucionarias en términos marxistas. En cuanto a las relaciones internacionales, creo que la visión crítica de Sanders sobre la política exterior de su país expresada en diferentes ocasiones durante las primarias, ha cerrado significativamente las brechas que en esta materia siguen y seguirán existiendo, dadas las abismales diferencias entre los roles internacionales de México y EE. UU.  Dicho lo anterior es pertinente preguntar ¿Es pertinente un diálogo entre las izquierdas mexicanas y la organización que encabeza Sanders?

Desde mi punto de vista, las izquierdas mexicanas harían muy bien en reforzar sus vínculos con las fuerzas afines de toda América Latina, pero lo que no pueden es desaprovechar la coyuntura única creada por el surgimiento de Revolución Políticaa en el seno del partido demócrata de EE. UU. y que ello ocurra al mismo tiempo que regresaron los socialdemócratas al gobierno de Canadá. La oportunidad se presenta porque la Guerra Fría terminó y ha iniciado el declive de la hegemonía del paradigma neoliberal que condujo a la derechización de las otrora fuerzas progresistas en los países desarrollados. El diálogo podría empezar con un análisis crítico de las consecuencias del TLCAN (NAFTA por sus siglas en ingles), así como de la estrategia de la guerra contra las drogas y los asuntos migratorios, todos ellos temas muy importantes para las fuerzas progresistas de allá y de acá. Esa interlocución permanente sería muy importante para las fuerzas y personalidades mexicanas frecuentemente calumniadas en los medios políticos y mediáticos del país del norte. Se vale soñar.

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