Carlos Navarro Valdez ríe. Está ansioso por su debut en una de las divisiones más reñidas. Con 19 años, es el más joven de la selección de taekwondo.
La encomienda no es nada fácil: México no ha tenido otro monarca olímpico desde Guillermo Pérez en Pekín 2008; como tampoco el subcampeonato, con Óscar Salazar hace 16 años en Sydney.
Tras dejar la escuela en Sonora (aunque nació en Ciudad Juárez), emigró a los Estados Unidos y no precisamente en busca del sueño americano, sino para mejorar sus estudios académicos y tener un buen entrenador en taekwondo.
Llegó a la selección juvenil a los 13 años. “Era un niño, no tenía las cosas (juegos) normales de los niños”, revela Carlos, al que señalan como la nueva joya del taekwondo mexicano.
No da crédito a lo que está viviendo como deportista de alto rendimiento en su primera justa olímpica y menos tener como compañera a María del Rosario Espinoza, a la que conoció bien pequeño y con quien se tomó una foto.