27.5 C
Zacatecas
viernes, 19 abril, 2024
spot_img

Utopía y salvación

Más Leídas

- Publicidad -

Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO • admin-zenda • Admin •

El navegante Rafael Hitlodeo, al final del libro primero de la “Utopía” (Alianza Editorial, 1995, p. 103) le comenta a Tomás Moro: “Creo que donde hay propiedad privada y donde todo se mide por el dinero, difícilmente se logrará que la cosa pública se administre con justicia y se viva con prosperidad. A no ser que pienses que se administra justicia permitiendo que las mejores prebendas vayan a manos de los peores, o que juzgues como signo de prosperidad de un Estado el que unos cuantos acaparen todos los bienes y disfruten a placer de ellos, mientras los otros se mueren de miseria”. Las palabras previas vieron la luz en latín en 1516, en Lovaina. En 1857, en Londres, Kart Marx escribió lo siguiente acerca del sometimiento de los individuos al poder del capital: “…se demuestra empíricamente que, con el derrocamiento del orden social existente por obra de la revolución comunista…y la abolición de la propiedad privada, idéntica a dicha revolución, se disuelve ese poder…y, entonces, la liberación de cada individuo se impone en la misma medida en que la historia se convierte totalmente en historia universal…” (“Introducción general a la crítica de la economía política” Cuadernos de Pasado y Presente Siglo XXI (1971), México, p. 36). Moro planteó un horizonte de inteligibilidad ubicado en algún lejano punto del mar de acuerdo con la época de viajes y maravillas marítimas a la que perteneció, mientras que Marx, más avezado y agudo observador de las revueltas populares, sabía que en los mares del sur ya estaba teniendo lugar la conquista europea, que había comenzado con el asombro y concluido en el saqueo porque, como le dijo Hernán Cortés a unos nobles aztecas: “Los españoles tienen una enfermedad en el corazón, y el oro es su único remedio” (Eric R. Wolf en “Pueblos y culturas de Mesoamérica” Era (1972) México, p. 145), y por eso a su esperanza Marx la colocó en las sociedades más avanzadas donde tendría lugar el proceso de constitución del proletariado en sujeto histórico capaz de derrocar al gran capital. En el libro de Esteban Krotz “ La otredad cultural entre utopía y ciencia” FCE (2013) México, se hace una descripción, en los capítulos VII y VIII, del proceso de conversión de la antropología en ciencia, pero a la vez se señala una inversión acontecida durante las exploraciones y conquistas europeas del mundo: lo que comenzó como asombro ante la “otredad” cultural, y esperanza en una posible sociedad mejor perdida en los océanos, se transformó en desdén cuando se construyó, en el siglo XIX, la teoría de la evolución de las sociedades humanas como “aumento de la complejidad”, entendiéndose por ella una mayor mecanización, institucionalización y capacidad para la guerra. Así que la utopía ya existía en la forma de la sociedad europea del siglo XIX, considerada la más compleja y, naturalmente, la más avanzada forma cultural humana, hacia la que todas las demás formas primitivas deben aproximarse. En esas sociedades avanzadas no ha tenido lugar la revolución comunista, ni se ha abolido la propiedad privada o el dinero. De hecho los procesos sociales del siglo XX han convergido en la construcción de una sociedad global en la que la “enfermedad del oro” es pandemia incurable, por lo que concomitantemente se han reforzado instituciones que la propalan, como el Estado, la propiedad privada, el sistema bancario y la ideología del “subdesarrollo” para enfatizar que, si son seguidos ciertos consejos, un día las sociedades subdesarrolladas serán como las más avanzadas y prosperas sociedades de los países avanzados. La naturalización de esa enfermedad es tal que ya no se le concibe como un mal, sino como el camino por el que se debe transitar para lograrse una sociedad más justa, equitativa y humana. Quizá Carlos Hank González expresó de inmejorable manera lo que se ha vuelto “destino”: “un político pobre es un pobre político” porque ya nadie puede hacer campañas con posibilidades de ganar sin el apoyo de una amplia fortuna. Esto lo vemos todos los días, pero resaltemos dos ejemplos. El primero lo proporciona el ex candidato a gobernador de Zacatecas por MORENA, David Monreal, quien además de haberse declarado dueño de una riqueza de 27 millones de pesos, fue el que más gastó en las campañas electorales. El otro es el de Alejandra Barrales, dirigente nacional del PRD, que reporta ingresos personales por arriba del millón de pesos mensuales (La Jornada 25/07/2016) e inicia una campaña para recaudar fondos en la militancia porque el PRD no tiene dinero para pagar sus obligaciones. El fondo de esta situación no es si esas riquezas son legales o ilegales, sino el hecho irrefutable que la acumulación de riqueza genera dos necesidades apremiantes: incrementarla y conservarla. Es decir, los intereses objetivos de los poseedores de riqueza no van por la abolición de la propiedad privada, la desaparición del dinero o cosas semejantes, para ellos estos objetivos son “utópicos” en el sentido de “fantasías pueriles”. Para la izquierda realmente existente todo horizonte utópico se ha desvanecido en el aire, ahogado en las frías aguas del cálculo egoísta. ■

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -