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viernes, 29 marzo, 2024
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Editorial gualdreño 256

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN • admin-zenda • Admin •

San Piero Patti es una comunidad pertenenciente a la provincia de Mesina, en Sicilia Italia. En este lugar está ubicado el taller de escultura de Milo Floramo y tiene su sede la asociación cultural Schegge D’arte, a través de la cual los artistas zacatecanos recibieron la invitación para hacer una estancia artística de intercambio cultural. Algo tiene San Piero Patti que nos hace recordar a nuestra tierra; además del clima, que es muy parecido al de Zacatecas, padece un grave problema de migración que se ha ido acentuando con el paso del tiempo; hace apenas unos cuantos años tenía una poblacion de cerca de 9 mil habitantes, hoy si acaso viven aquí 2 mil personas. Cientos de casas abandonadas y en venta a precios increiblemente baratos dan cuenta de la grave crisis económica por la que atraviesan algunas regiones italianas.

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En este lugar, aunque usted no lo crea, se puede adquirir una casa por un euro, siempre y cuando pague también el trámite legal para realizar el cambio de propietario –unos 80 mil pesos mexicanos- y se comprometa a restaurar la casa que adquirió. Hay algunas otras viviendas que necesitan menos trabajos de remodelación y restauración pero que igualmente se venden, sobre todo en el barrio árabe; ahí se puede adquirir una casa hasta con 200 mil pesos mexicanos.

El barrio árabe es el más antiguo de este lugar, sus caseríos de piedra lucen majestuosos; sus calles son estrechas, laberínticas, de techos altos de cuatro aguas. Éste y todos los barrios tienen guardianes nocturnos por manadas: cientos de gatos merodean todos los rincones. Los gatos son de todos: todos los cuidan, los alimentan, los protegen y los respetan; son de nadie y son de todos; son un distintivo muy importante de esta ciudad de calles empinadas, de subidas y bajadas, de aire limpio, aire de montaña y olor a sal de mar.

Su gente es extremadamente amable, saludadora, solidaria, respetuosa; podríamos decir que se desviven por atender muy bien a los visitantes. Saludan sonriendo siempre, viendo a los ojos a sus interlocutores. Si alguien necesita cualquier tipo de ayuda más tarda en decirlo que lo que tardan ellos en aportar una solución: brindan información, tratan de hablar en español y hablan despacio para que podamos entenderles, te abren las puertas de sus casas, te colman de cariño. El que visita su morada seguro tomará del vino que hace su familia y que tienen almacenado en barricas de madera; comerá de los muchos y jugosos frutos que se dan en su jardín; y degustará el mejor salami del mundo, hecho por ellos mismos. Si alguien quiere aprender a cocinar, basta con pedirlo, con manifestar el deseo de querer conocer cómo hacen el jamón, el vino, el queso, el pan frito, la pizza, los aranchinos. Estos últimos son una especie de “pera” hecha a base de arroz, queso parmesano y huevo crudo; con eso se hace la cubierta, luego se rellena de carne molida y trozos de berenjena; se comprime para luego empanizarse y freírse con aceite de oliva –que hacen ellos mismos también-. Ana, la mamá del escultor Milo nos enseñó cómo hacerlo y creo que nunca podré terminar de agradecerle esa receta y la de los macarrones al horno, pero sobre todo, su hospitalidad.

En San Piero Patti encontré también un telar de madera realizado por artesanos sicilianos en 1739 y que funciona a la perfección; en él, Paola Floramo combina diferentes hilos de lino, algodón, lana, pelo de conejo y alpaca para crear sus propios diseños textiles: abrigos, chales, zapatos; todo muy abrigador porque el invierno suele ser muy crudo.

Comida, vino, arte, cultura, artistas, artesanos, amigos. Eso fue lo que encontramos en este lugar que se encuentra a casi 11 mil kilómetros de distancia de Zacatecas y al que llegamos pensando que nos tratarían muy bien pero nunca imaginamos cuánto. Los artistas zacatecanos inauguraron sus exposiciones en el ex Convento dei Carmelitani –una preciosa construcción del siglo XVI recién restaurada- y trabajan actualmente en sus piezas de mármol de Carrara que posteriormente se exhibirán en distintos lugares de Italia. Todos estamos maravillados con su gente; infinitamente agradecidos con Milo, Ana y Paola Floramo y con su nona, Tindara Candido; con Antonino, Milena, Francesca, Julia, Samuel, Giuseppe Rossello y con todos los integrantes de Schegge D’arte por habernos recibido de esta manera, abrirnos las puertas de su corazón y dejarnos disfrutar de este paraíso.

Nos vemos en agosto. Que disfrute su lectura.

 

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