La Gualdra 255 / Arte
Para las décadas de 1970 y 1980, el nacimiento del arte renunció a toda afirmación de la espontaneidad y la sinceridad de la expresión, haciendo uso en su lugar, de formas que imitaban y que eran discontinuas. Unos cuantos años antes de morir, Arthur Danto (1924-2014) escribió: “después del pop y del minimalista, ha llegado a ser evidente que el arte puede estar hecho de cualquier cosa y que puede ser perceptivamente indistinguible de meros objetos reales”. Por lo tanto, con el posmodernismo se termina con el relato que hasta ese momento tenía el arte e inicia uno nuevo en el que el objeto común tendrá un valor narrativo, que le dará un lugar en la historia del arte.
El inicio de la década de 1980 marcó en el arte una coyuntura. La época estaba cambiando y la posmodernidad comenzaba a invadir las artes plásticas, que sufrieron una agitación y un desempolvamiento.
Justo en aquella década Andy Warhol (1928-1987) protagonizaba los círculos del arte en Nueva York y junto a su gran amigo Jean Michel Basquiat, seguía innovando como un “artista de los negocios”, como era considerado por los especialistas del momento. Era un reflejo de su propia época, en la que el consumismo intensificado se veía proyectado en las serigrafías repetitivas que eran arrancadas de la cotidianeidad para ocupar un lugar como objeto artístico. Utilizaba la transfiguración como herramienta, trasladaba algo completamente cotidiano y común, elevándolo al estatus de arte.
Los años 80’s significaron para el arte una liberación de lo material, para convertirse en algo conceptual, rompiendo el límite de la vida cotidiana y haciendo que cualquier material pudiera participar de una experiencia artística, tal como Danto lo mencionó. Esta década plagada de un eclecticismo cultural, en ocasiones caótico reunió tanto en Asia, América y Europa a una nueva vanguardia de artistas conceptuales que para 1980 comenzaron a crearse o a crecer, siendo en conjunto los fundadores de una nueva etapa.
Enumeraré sólo contados ejemplos de artistas que se iniciaron o se desarrollaron en la década de 1980 y que ahora son quienes marcan los paradigmas del arte contemporáneo. Todos ellos se caracterizan por ser provocadores, ya sea por sus causas sociales, por utilizarse ellos mismos como objeto o por llegar a convertir el arte en un medio de consumo exacerbado.
Entre ellos está Yoko Ono (1933) quien destaca por su escultura, instalación y arte objeto con tendencia minimalista, a favor de la denuncia social y la exigencia de la paz. Recientemente presentó una exposición en nuestro país en el Museo Memoria y Tolerancia en la Ciudad de México.
Continuando con los artistas asiáticos, está a Ai Weiwei, su obra no está asociada a ninguna corriente artística, si acaso la más cercana es el arte conceptual. Él ha hecho su propio movimiento, siempre estrechamente ligado con la denuncia ya sea para mostrar su propia vida o ponerle voz a través del lenguaje universal del arte, a quien no le es tan fácil denunciar su propia tragedia.
Otro ícono es la yugoslava Marina Abramović (1946) quien ha sido pionera en el performance. Su arte está fundado en ritualizar actos cotidianos, creando experiencias en quienes la observan; así también a través de la obra efímera, se manifiesta a favor de movimientos sociales, activismo y de los modos de vida de la actual sociedad.
Continuando con los europeos, está el londinense Damien Hirst (n. 1965) quien por medio de la instalación y la escultura muestra la compleja relación entre el arte, la vida y la muerte, toda su obra redunda en la caducidad de la vida. Hirst ha introducido su producción en las altas esferas de los mercados internacionales, dándole más peso al consumo, que al arte en sí.
Finalizando con esta breve pléyade de artistas contemporáneos se encuentra el norteamericano Jeff Koons (1955) quien dedica gran parte de su trabajo para mostrar de manera irónica el capitalismo desmedido de su país. Él, al igual que Hirst, es muy controversial y constantemente se pone en valor el contenido artístico de su obra; sin embargo, es evidente que en esta sociedad de hiperconsumo, ya tienen un lugar en la historia del arte contemporáneo.
La década de 1980 sentó las bases del arte conceptual que ahora admiramos o detestamos. Tal como Gilles Lipovetsky sostiene, el arte conceptual en ocasiones, producto de la cultura en masas, es un fenómeno histórico concreto de nuestra época, determinado por factores como la producción industrial en masa y la sociedad industrial de consumo; algunos de estos artistas que se iniciaron en aquella década, ahora no producen cosas, sino símbolos.
*Curadora.
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