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miércoles, 24 abril, 2024
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De la humanidad, la semejanza y la diferencia

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Por: Saúl D. Kuri Herrera • admin-zenda • Admin •

La Gualdra 253 / Filosofía

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Con frecuencia se repite la idea de que la humanidad es algo común a todos, algo de lo que todos participamos. Esta idea frecuentemente se afirma y se da por sentada como si se tratase de una realidad o de un hecho innegable. No importa que las diferencias resalten y muchos las defiendan, pocos sostienen públicamente su negativa a admitir como semejantes a aquellas partes de la humanidad que no son “nosotros”. Tras la aceptación nominal de que todos formamos parte del cuerpo de la humanidad, se oculta y resalta la astucia política (siempre dispuesta a homologar o distinguir a conveniencia), la sagacidad intelectual (atenta a la realidad de las cosas), el vehemente convencimiento de la ignorancia (educada, burocrática, popular…), el resentimiento y la desesperanza, en fin, toda una marcha de posiciones y resultados implicados en el camino por el que se llegó a la consideración de que todos somos iguales.

La confraternidad de todos los pueblos en un mismo mundo, el respeto y la defensa por los diferentes mundos, es el corolario directo de una historia en la que el significado del ser humano ha venido tejiéndose. Si bien es cierto, medios informativos y de gobierno, organizaciones no gubernamentales e insatisfechos del orden imperante, de continuo promueven y defienden al ser humano en nombre del cual hablan, la evidencia de que parten está lejos de voltear la vista a las tensiones implicadas en su punto de partida. Y es que el reconocimiento del hombre por el hombre no es el resultado de una evidencia indudable, sino que es fruto de la Historia, antes de lo cual y de modo fundamental, origina su camino entre la Biblia y la Filosofía: senos maternos del reconocimiento de la semejanza, definida al paso del encuentro humano entre pruebas, resistencias y distancias.

La certidumbre actual sobre la evidente unidad del género humano (compréndase globalmente o en sus diferencias), está en el pináculo de una larga travesía en cuya antesala desfila ascendente el derecho implicado en el significado de ser humano, resarcida y oscilante entre la identidad y la diferencia, la respuesta sobre lo que significa ser humano se ha revelado a lo largo del tiempo de manera inquietante; traspasando el tiempo por la idea, eclipsando la diferencia (anulándola o reconociéndola), dotándola de un espacio común e histórico, a título del mandato divino, del orden dado, del reconocimiento de los iguales, de los distintos, del necesario proceder de la libertad del espíritu; el reconocimiento del ser humano y sus derechos, de la cultura en singular o plural se ha abierto paso.

Lejos de la circunscripción de la diferencia en la semejanza, de la puesta en cuestión de la semejanza a título de la diferencia, existen acontecimientos como el ejercicio democrático llevado a cabo recientemente en Reino Unido, en los que el Brexit triunfó (para regocijo de la derecha europea), u otros como los que hoy suceden en México, en los que un sistema político corrupto promueve leyes al gusto, a fin de imponer –por ejemplo– la educación que considera mejor para todos (sin prestar importancia a la heterogeneidad del país, a la diversidad de los pueblos, lenguas y zonas geográficas), que ponen sobre nuestra mira la contemporaneidad de las problemáticas implicadas en la noción de humanidad, sea que ésta se entienda de acuerdo a la identidad o a la diferencia.

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-253

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