No cabe duda que no es lo mismo ser candidato que gobernador electo. Como candidato, Alejandro Tello anunciaba los avances y la narrativa del actual gobernador en el sentido de que, incluso, llegaron a declarar que el problema de la seguridad estaba resuelto. Desde el quinto informe de gobierno se hablaba de “el problema de pasadas administraciones” y la situación “muy diferente” que ahora vive el estado de Zacatecas. Así las cosas, si todo está bien, no habría por qué modificar una estrategia que resultó exitosa. Sin embargo, ahora como gobernador electo, observa el problema de seguridad que tiene enfrente y anuncia un cambio de estrategia. Luego entonces, no había problema resuelto alguno.
Dicho esto, es buen síntoma que el gobernador electo se proponga cambiar de estrategia de seguridad. La que incluyó invertir 3 mil 600 millones de pesos en construir las Unidades Regionales, compra de equipo y demás insumos, no ha dado resultado. Ahora no tenemos uno, sino tres grupos delincuenciales y las estadísticas nos informan de escaladas a la alza en los delitos de alto impacto. Esperemos que “cambio de estrategia” no quiera decir modificaciones cuantitativas de las mismas acciones, sino un verdadero cambio de paradigma de seguridad. Un mayor uso de la inteligencia en la política de seguridad para paliar la acción de los grupos de la delincuencia organizada, y una agresiva política social de prevención del delito para salvar a los jóvenes zacatecanos de inscribirse en dichos grupos. Mientras en Zacatecas tengamos 120 mil Ninis (jóvenes que no estudian ni trabajan) existirá la cosecha de reclutas para los criminales, en sus diferentes modalidades. Y mientras 900 mil personas de la entidad estén por debajo de la línea de pobreza, igual resultado. No se diga de la cantidad infamante de jóvenes que son rechazados de las instituciones de Educación Superior para estudiar una carrera técnica o universitaria, y que no se pueda superar la cifra de 7 de cada 10 jóvenes fuera de las aulas de este nivel educativo. En suma, en la nueva estrategia de seguridad esperamos se contemple una política de empleo decente y educación para los jóvenes zacatecanos, amén de las maniobras de inteligencia para atacar el poder financiero del crimen y la corrupción con la cual logran penetrar al Estado.
En este momento damos el beneficio de la duda sobre la expectativa de emprender otras rutas para lograr la paz en nuestro territorio. Lo óptimo es que antes de septiembre los zacatecanos conozcamos ese nuevo plan. En este sensible tema debe caerse en la cuenta que el Estado es necesario pero no suficiente, se requiere la participación de la sociedad y la academia para diseñar e implementar una estrategia efectiva. Y nadie más interesado que la propia sociedad en el éxito de la misma. Si la intención es seria e inteligente, todos estaremos en disposición de colaborar. Ojalá no se vuelva a caer en ese pozo angustiante de la simulación: el beneficio de la duda en medio de la desesperación.
