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miércoles, 24 abril, 2024
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Inexplicables expectativas

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO • admin-zenda • Admin •

Con fecha 9 de junio de 2016 se recibió en el SPAUAZ un oficio de la rectoría de la UAZ en el que se solicita a la dirigencia del gremio la autorización para pagar 10,850,194.5 pesos por concepto de seguridad social usando los ahorros que tiene el SPAUAZ para ello. Esto para cumplir con el Convenio de reconocimiento de Adeudo y Forma de Pago firmado – o apareció en los diarios que fue firmado- por la rectoría con el ISSSTE el día 23 de mayo de 2016, teniendo al gobernador Miguel Alonso de testigo. Para el 13 de junio el líder del SPAUAZ, Crescenciano Sanchéz, declaró, en Imagen, que la firma de ese convenio fue realizada sin haberlo dado a conocer antes al SPAUAZ, y que por lo tanto lo hizo sin la autorización del sindicato. Es casi obvio que el rector no requiere de esa autorización para firmar convenios, pero en la medida que lo firmado en el convenio aludido involucra modificaciones del presupuesto de egresos, debe solicitar autorización del Consejo Universitario de acuerdo al artículo 21 fracción IX de la Ley Orgánica. Sin embargo, el oficio deja en claro por qué, incluso, el rector no requería de la autorización del Consejo: el dinero para realizar los pagos se tomará de lo que tiene ahorrado el SPAUAZ para pagar la seguridad social como resultado de dos huelgas, y que el dirigente de ese sindicato tenía pensado aplicar de otra manera. Con la misma fecha 13 de junio, pero en NTR, el líder del SPAUAZ manifiesta su esperanza en que el rector electo, Antonio Guzmán Fernández, contribuirá “a que la UAZ no pierda, ya que él conoce las exigencias del sindicato por haber sido secretario general”. Vana esperanza, porque lo que dirige el actuar de los rectores es una lógica diferente a la que rige a los líderes sindicales, y en eso no podemos engañarnos. Del convenio firmado por el rector Silva, comentó el día 6 de junio el rector electo de la UAZ en La Jornada: “con lo que se firmó quedan quebradas las finanzas de la institución, no van a alcanzar para cubrir con los gastos ordinarios y con las obligaciones contractuales que hay con los sindicatos. En realidad quedaron estranguladas las finanzas de la Universidad”. Pero el día 5 de junio, en declaración para el Sol de Zacatecas, había matizado el asunto: “para bien o para mal ahora sí salen con el dinero que se ahorró de las dos huelgas anteriores, tienes para cumplir este año, pero para el próximo estas en condiciones diferentes y se necesita abrir un canal de negociación y comunicación tanto con diputados federales como con el próximo gobernador”. En otras palabras, con lo ahorrado durante dos años se pueden pagar las exigencias de uno, de hecho, lo que las huelgas demostraron, aunque con un matiz que discutimos a continuación, es que la universidad puede ahorrar hasta 45 millones de pesos anuales con mínimos disturbios. El matiz es que esos ahorros siempre afloran como deuda al final del año, y que en esos momentos se deben negociar recursos extraordinarios contingentes, como aconteció al final del 2015. Ahora bien, en las discusiones que hacen los involucrados en el asunto de las finanzas de la UAZ manejan de manera obsesiva la variable “presupuesto ordinario”, dejando de lado la otra variable de “presupuesto extraordinario” que ingresa a la UAZ por conceptos varios agrupados en diferentes programas federales, como construcción, remoción de unidades, devolución de impuestos etc. Esa variable no aparece en las discusiones políticas, pero sí en las económicas, porque es cosa de aritmética elemental calcular que el presupuesto ordinario no ajusta para pagar todas las obligaciones contractuales de la UAZ más su gasto de operación. Así que, como explicó el secretario administrativo de la UAZ, Emilio Morales Vera, en reunión con el SPAUAZ, se debe tomar de las diferentes partidas del presupuesto extraordinario para ajustar el pago de salarios, dejando, en ocasiones, las prestaciones en suspenso. Eso genera una “deuda interna” con cada uno de los diferentes programas federales, deuda cuyo monto no se conoce y que el rector electo seguramente dará a conocer una vez que tome posesión. Por lo tanto, si se toma como base de la discusión el presupuesto ordinario es claro que asegurar que “quedan quebradas las finanzas de la institución” por culpa del convenio firmado por Silva es un dislate porque las finazas ya estaban quebradas, si por ello se entiende que no ajusta el presupuesto ordinario, y en mucho contribuyeron a quebrarlas las dos huelgas en las que se logró el “ahorro”. Ahora bien, si se toma en cuenta la variable del presupuesto extraordinario es claro que lo que acontece es que crece la “deuda interna”, porque es de ahí de donde se toma para ir cumpliendo con las obligaciones contractuales que son, según dijo el mismo Morales Vera, prioridad de la presente administración. Investirse del poder siempre genera inexplicables expectativas, la que ahora parece recorrer la UAZ es que el nuevo rector podrá, dada su filiación de origen con Tello, resolver todos los problemas financieros. Si se incrementa el presupuesto estatal en 500 millones se resuelven. Ojalá. ■

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