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viernes, 29 marzo, 2024
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La poesía contextualizada

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Por: EDUARDO CAMPECH MIRANDA* •

La Gualdra 250 / Promoción de la lectura

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En la película Il Postino, el curioso cartero pregunta a Pablo Neruda qué quiso decir con eso de “el olor de las peluquerías me hacen llorar a gritos”. El robusto y taciturno vate le responde que no puede explicar con otras palabras lo que expreso, que la poesía pierde sentido cuando se explica. Sin embargo, conocer los contextos o historias que hay detrás de la creación de algunos poemas, creo que puede dar luz para entender, dar sentido y disfrutar de la poesía. Así lo he palpado cuando, en talleres de comprensión lectora, trabajo con “Las nanas de la cebolla” de Miguel Hernández.

En un primer acercamiento los lectores (asistentes a la capacitación y sin información alguna del poema, además que se suprimió el cintillo) dicen que ven un hombre lamentándose de su soledad, una ruptura amorosa, hay quien no ve nada, o se queda con la imagen de la cebolla. Pero conforme se les va dando más elementos contextuales y antecedentes, las palabras y figuras retóricas se ordenan dando forma, transmitiendo el sentir del autor. Cuando uno conoce la carta de Josefina a Miguel, el cintillo que antecede al poema, rasgos de la vida y obra del poeta de Orihuela, la cebolla provoca el llanto de la emoción.

Lo mismo sucede con otros textos. Tales son los casos de “No me condenes” de nuestro López Velarde y “La caída” de Octavio Paz. Echando un vistazo al libro Un corazón adicto: la vida de López Velarde, de Guillermo Sheridan, descubriremos que la novia pobre, de nombre María, aquella muchacha de hermosísimos ojos azules, vivió en efecto en San Luis Potosí y tuvo un romance con el poeta. Y que, ante el viaje que el bardo jerezano emprendería hacia la Ciudad de México, María decidió dar por terminada la relación amorosa.

Finalmente, en esta breve relación de ejemplos, llegamos a “La caída”, soneto del Premio Nobel de Literatura mexicano. Es un texto con una elegante musicalidad, propia del soneto, pero difícil de entender. El misterio se va diluyendo conforme el lector pone atención en la dedicatoria: “A la memoria de Jorge Cuesta”. Ese dato tan sencillo es la llave para la comprensión y dimensión del poema. Al momento en que tenemos referencia del suicidio de Cuesta, y de la manera como sucedió, los versos “y en la hondura del pulso fugitivo/se precipita el hombre desangrado” nos salpica.

Coincido con Neruda, la poesía no puede explicar lo que dice con otras palabras. Pero creo que otras palabras pueden ayudarnos a entender y que los versos cobren sentido. Así en “ríete niño/que te tragas la luna cuando es preciso” ya vemos la luna llena de los senos; en “María se mostraba incrédula y tristona/yo no tenía traza de una buena persona” un López Velarde coqueto o “nada sostiene ya, ni mi caída/transcurre solo, quieto, inextinguible” un Jorge Cuesta desangrado e inmortalizado. La poesía llega al corazón del hombre, pero sólo el sentido hace que se quede ahí.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/gualdra_250

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