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viernes, 19 abril, 2024
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Carlos Fuentes inédito. ¿Por qué se fueron a la guerrilla?

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Por: Mauricio Flores • admin-zenda • Admin •

La Gualdra 250 / Libros

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Un acontecimiento editorial, literario y cultural de mediados de año. Se trata de la aparición en librerías de la novela Aquiles o El guerrillero y el asesino de Carlos Fuentes (1928-2012), que había permanecido cerca de veinte años inédita, y en redacción insistida por el propio autor.

Manuscrito que a decir de su viuda Silvia Lemus, Fuentes no quiso entregar a sus editores mientras el conflicto armado en Colombia (a detalles de su capitulación final) no concluyera.

Con un tiraje de distribución hispanoamericana de 15 mil ejemplares, la novela está editada y prologada por el investigador Julio Ortega (Brown University) y destinada a observarse desde los apartados ya señalados: editorial, no hay duda que su distribución y lectura será prolífica, amén de futuras traducciones; literaria: es una obra que condensa con maestría el doloroso universo de la violencia de la región y despliega la humanidad de sus personajes; cultural, ya que puede mirarse como el testamento literario de su autor, que desde ya se vuelve a colocar en el centro de la discusión con los temas que durante su prolífica vida siempre promovió.

Publicada gracias a la decisión amorosa de Lemus, quien la identificó entre los vastos y bien organizados archivos de Fuentes, Aquiles… cuenta la dramática experiencia, una manera de biografía, del guerrillero colombiano Carlos Pizarro que no es otra que la búsqueda de la libertad en una región marcada por la violencia y la usurpación de los valores de sus habitantes.

Ya en otros momentos anunciado por el mismo Fuentes, Aquiles… se fue escribiendo a pausas y durante años. En una labor íntima, característica de toda obra creativa, aunque siempre con la mirada atenta del novelista al universo inspirador: perennemente traumático y siempre esperanzador.

Aquiles… nos lleva a una región y sus protagonistas. Al nacimiento de una rebeldía encarnada en el pequeño grupo de guerrilleros colombianos (el vulnerable Aquiles, el alegre Diomedes, el dubitativo Cástor, el ensimismado Pelayo), que desde “la emoción de los hechos” caminaron hacia lo más hondo de su tierra, “larga noche sin relojes”, en busca de su destino. Pero también al imaginario colectivo en ellos resumido, y vuelto a imaginar por el novelista, espacio abierto a la inclusión de muchas historias más.

“Nuestras noches van a ser largas y mañana quién sabe si sigamos vivos… —visualiza Diomedes— Por lo menos debemos inspirar historias…”.

Insertos en la violencia y la historia los guerrilleros renunciarán a la ciudad y a la comodidad de un mundo, de una familia. Ya en la selva, solitarios y silenciosos, escucharán sus pensamientos y las razones de su decisión. “¿Por qué se fueron a la guerrilla?” —interrogante de múltiples respuestas—. “Los corrieron de la universidad…”, “…sentían el llamado de la selva…”, “las rebeliones estudiantiles de los sesenta, el 68 parisino, las amistades trotskistas y maoístas, la revolución cubana, revolución con pachanga, barbuda, alegre, joven, una mentada de madre a los gringos en su propio patio trasero, y más…”.

¿El devenir de estas vidas? Lo leemos en la historia latinoamericana. Recobrada novelísticamente por Fuentes (Diomedes: “a las ciudades”; Cástor: “al campo”; Pelayo: “esperar”; Aquiles: “atacar”). Menos la de este último (la conocida y trágica historia de Pizarro, Comandante Papito, el carismático líder del M-19 colombiano). El destino de un hombre que, como Zapata y Guevara, evocan al novelista el bellísimo Cristo muerto de Mantegna, el pintor del quatrocento italiano. “¿A dónde nos llevan nuestros pies, por qué nos llevan a donde ni nuestra cabeza ni nuestro corazón quieren llevarnos?”.

Habrá que agradecerle a Lemus su decisión para la publicación de esta novela (“Sólo la alabo en nombre de la perfección que le otorgo, aunque no la tenga, y que ella me ofrece, aunque no la vea”, escribió de ella Fuentes), con la que se cierra el ciclo de obra narrativa nombrada por él mismo La edad del tiempo, donde únicamente quedó sin escribir Prometeo o el precio de la libertad, que trataría sobre la dictadura pinochetista en Chile.

 

Comandante Papito

“En Aquiles o El guerrillero y el asesino autor y lector se enfrentan a un episodio traumático de la historia de la región: el asesinato de Carlos Pizarro, el 26 de abril de 1990, a manos de un joven sicario que le disparó a quemarropa quince balazos en un vuelo de cabotaje de Avianca de Bogotá a Barranquilla. Ajusticiado el asesino por los guardaespaldas de Pizarro, en su zapato se encontró una nota en la que reclamaba el pago de dos mil dólares americanos a su “mamacita” prometidos por el trabajo. Nunca quedó del todo claro si había sido contratado por el narcotráfico, los paramilitares o por oscuros agentes del poder o de la vida política colombiana empeñados en abortar la paz”.

 

Escondernos y olvidar

Cuatro guerrilleros tiemblan de miedo en la selva de Santiago.

“El miedo de quedarnos solos en la selva y entonces se reinicia, otra vez, otra noche, el recuerdo dicho, soñado, pensado, a sabiendas de que nuestra situación vuelve insoportable la memoria, a sabiendas de que cuando nos detenemos quisiéramos, cada a uno a su modo, Aquiles en la piedra, Pelayo en el lodo, Cástor entre guayabas, Diomedes con el guache y la tambora, hacer un hoyo, escondernos en una cueva y olvidar todo lo que ha pasado antes para recordar lo que debe pasar ahora: la revolución”.

                      Aquiles o El guerrillero y el asesino (fragmento).

 

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Carlos Fuentes, Aquiles o El guerrillero y el asesino, FCE, México, 2016, 194 pp.

* [email protected]

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/gualdra_250

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