Después de muchos años de lucha de las organizaciones ciudadanas pro libertades civiles, se empiezan a ver resultados de esa fatigosa lucha en el reconocimiento generalizado de los derechos de las personas a unirse y comprometer su afectividad con libertad. Al principio se logró poner el tema en la sensibilidad social y se consiguió la base del resto del litigio: un sensible cambio cultural de la población no sólo de Zacatecas, sino del país entero, en percibir la idea del llamado Matrimonio Homosexual (legalmente es Matrimonio Igualitario) como normal. Antes había una percepción hegemónica de que se trataba de una falta moral grave o de una enfermedad. Corregir esa herencia cultural no ha sido fácil. Sin embargo, aún existen grupos conservadores que se empeñan en seguir en la oscuridad.
Una vez que se extendió la percepción ciudadana de la absoluta normalidad de la homosexualidad, se logró el reconocimiento legal de los derechos de esta comunidad en algunas demarcaciones del país, entre ellas y de manera destacada, el entonces Distrito Federal, y después en Quintana Roo y Coahuila. Pero en estados como Zacatecas ha sido un tema espinoso para la clase política, y nunca han querido dar el paso a la luz del reconocimiento de los derechos de una sociedad plural y diversa, y se mantienen en el temor de la crítica de la sotana ignorante o la doblez moral. Así, constatamos las reacciones de los registros civiles de los municipios de Zacatecas y Guadalupe que se negaban sistemáticamente a asumir lo que ya era una realidad: el criterio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de junio del año pasado, que reconoce como derecho humano “al matrimonio sin discriminación”.
Ahora ocurre un paso más que hará del matrimonio igualitario un derecho generalizado en el México, y con ello en Zacatecas. Porque la iniciativa del presidente de modificar el artículo cuarto de la Constitución de la República y modernizar el Código Civil Federal, para hacer legalmente reconocido este tipo de matrimonio, cristaliza un avance que aplaude la propia Organización de las Naciones Unidas y que suma al país a las 19 naciones donde esta figura ya es cabalmente legal y protege los legítimos derechos de la población con preferencias sexuales diversas.
Ahora la pelota está en la cancha del Congreso de la Unión. Seguramente los grupos integristas y conservadores harán fila para intentar descarrilarla. Pero esperamos que termine exitosa y completa. En los partidos no es un tema que genere posiciones uniformes, al interior de cada uno de ellos hay legisladores de avanzada y conservadores. Pero el hecho de que sea una iniciativa presidencial, se espera que las fracciones mayoritarias estén en disposición de aprobarla. Hay manifestaciones de las fracciones de izquierda a favor de la misma, con este escenario es razonable estar optimista en su próxima promulgación.
