#DiálogoEnRedes: Cultura / La Gualdra 243
En un Estado que se jacta de tener esencia eminentemente cultural y que además está próximo a renovar a sus máximas autoridades, no está demás la discusión sobre las propuestas para conseguir que Zacatecas siga siendo referente nacional en este ámbito, así como respecto a las características que debe cubrir quien se encargue de llevar a la práctica estas estrategias al frente del Instituto Zacatecano de Cultura.
Sin embargo, a pesar del valioso ejercicio propuesto por el periódico La Jornada Zacatecas, en el que se hace llegar a los candidatos a gobernador una serie de preguntas provenientes de diferentes actores del Estado, se evidencia el alto grado de improvisación que permea las campañas electorales a poco más de dos semanas de su inicio.
Las respuestas de los candidatos Rafael Flores Mendoza, Alejandro Tello Cristerna, Magdalena Núñez Monreal, Alma Rosa Ollervides, Rogelio Soto, David Monreal y Marco Flores tienen mucho de divagación y poco de propuestas específicas. Los aspirantes al gobierno del Estado tienen clara la importancia de Zacatecas en los ámbitos artístico y cultural, coinciden en desmarcarse de lo que denominan “la cultura del espectáculo” y resumen en experiencia artística y capacidad de gestión, las cualidades que deben acompañar al futuro titular de la máxima instancia de la cultura en Zacatecas.
Relevantes son las menciones al impulso de las industrias culturales, la creación de un fondo estatal para subsidiar a empresas de este rubro y la instauración de un consejo ciudadano con miras, parece ser, a la diversificación de la oferta cultural y al fortalecimiento de la participación ciudadana en la elaboración de proyectos y realización de actividades.
A reserva de los resultados de la jornada electoral del próximo 5 de junio, los aspirantes parecen haber cometido ya sus primeros errores en este tema. Ninguno de ellos se ha planteado, hasta ahora, una meta o proyecto específico a conseguir durante los 5 años de su administración a fin de que Zacatecas se siga distinguiendo por su actividad artística y cultural en el norte y centro del país, o por lo menos no escucharon atentamente el cuestionamiento orientado en este sentido.
Si bien algunos de los planteamientos presentados por los candidatos son destacables y discutibles, es básico partir de esta ausencia de proyecto con el que se evitaría que la actividad cultural del Estado esté supeditada a “la ocurrencia de los funcionarios o gobernantes”. Una entidad que pone todas sus esperanzas de repunte económico en la actividad turística no debe dejar a la deriva el barco de la oferta cultural.
El final del siglo XX ha traído fuertes cuestionamientos a las llamadas políticas culturales considerándolas mecanismos totalizantes impuestos desde las altas esferas y generalmente con miras a la legitimación de un proyecto político. En estas discusiones el concepto de cultura ha sufrido una serie de cambios que lo hacen casi inasible, sin embargo, no sólo es deseable sino urgente que los aspirantes a conducir el Estado se tomen un tiempo de sus agitadas agendas proselitistas y definan la propuesta en materia cultural con la que esperan ganarse los votos.
*Maestría en Historia de México, Universidad de Guadalajara.
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