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sábado, 20 abril, 2024
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¡¡Es la economía, estúpido!!

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

Ronald Reagan y George H. W. Bush gobernaron Estados Unidos de 1980 a 1992; fueron los años de expansión acelerada del neoliberalismo por todo el mundo. El capital financiero apoyado por la diplomacia global de nuestro vecino impuso a todos los países los principios del llamado Consenso de Washington, empezando por el libre comercio y la privatización de los recursos naturales y las empresas estatales. La hegemonía norteamericana fue tal que los dirigentes soviéticos se rindieron y disolvieron la URSS dando paso por primera vez en la historia a un mundo unipolar dominado por EU.

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En ese contexto se celebrarían las elecciones presidenciales de 1992 en Estados Unidos y todo mundo daba por segura la reelección de  Bush padre y la derrota de un joven político del estado de Arkansas, William “Bill” Jefferson Clinton. “¡Es la economía, estúpido!” es la muy célebre frase de James Carville, asesor del demócrata Clinton, que definió la narrativa en la exitosa campaña que le impulsó desde su modesto sillón de gobernador de Arkansas hasta el Despacho Oval de la Casa Blanca, moviéndole el piso a su contrincante republicano, George Bush, padre, que seguía regodeándose en los éxitos de la política exterior estadounidense como el fin de la Guerra Fría o la Guerra del Golfo Pérsico, olvidándose de los problemas cotidianos y de las necesidades más perentorias de los ciudadanos, en virtud de que su política interior era monotemática: recortes presupuestales para disminuir la deuda, dejando de lado todos los instrumentos de reactivación económica, provocando la contención de inversiones y la generación de empleos, así como el estancamiento salarial. Al final, Clinton derroto a Bush.

Si los políticos opositores mexicanos estuvieran más atentos a la situación económica que sufre el pueblo mexicano, probablemente también utilizarían la frase clintoniana para no perderse en el discurso y llamar a los electores a castigar con su voto a los responsables. Para facilitarles el trabajo me permito reproducir algunos datos publicados por Oxfam México, en su informe denominado  “Desigualdad Extrema en México: Concentración del Poder Económico y Político”.

México es la 14 economía del mundo superando a España y Argentina, pero está entre los 25 países más desiguales del mundo, junto a India y Sudáfrica. Nuestro país se encuentra inmerso desde hace años en un círculo vicioso de bajo crecimiento y pobreza.

La desigualdad está limitando la capacidad de crecimiento de México. En 20 años, el PIB de México creció sólo en una cuarta parte, mientras la fortuna de los 16 mexicanos más ricos se multiplicó por cinco. Y sin embargo, más de la mitad de los mexicanos y mexicanas vive en pobreza. El potencial económico de México lo acumulan muy pocas personas, pero no llega al resto.

¿Por qué la desigualdad extrema afecta al crecimiento de México? La desigualdad debilita la economía local, porque una gran mayoría no tiene capacidad de compra, y por lo tanto el mercado interno no despega. Debido a la pobreza que genera la desigualdad, ahorrar es mucho más difícil y las familias no acumulan suficiente dinero para poder emprender negocios.

La desigualdad afecta a la capacitación de las personas, ya que una gran mayoría no puede acceder a la educación, y como consecuencia, impide las oportunidades de progresar, perpetuando los bajos ingresos entre generaciones. En México, la pobreza se hereda. Naces pobre y mueres pobre. Resumen sus conclusiones en 7 puntos.

  1. El 1% de la población recibe 21% de ingresos de todo el país.
  2. La riqueza de los cuatro mexicanos más acaudalados asciende a 9.5% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. En 2002, la fortuna de estos cuatro representaba sólo 2% del PIB. Mientras que de 1996 a 2014, el PIB per cápita sólo ha tenido un crecimiento de 1% a tasa anual.
  3. La falta de competencia económica y un débil marco regulatorio constituyen el escenario ideal para el abuso por parte de empresas con un cierto poder monopólico u oligopólico.
  4. La estructura fiscal en México está mucho más orientada a gravar el consumo que el ingreso personal o empresarial, los impuestos al consumo son regresivos y afectan a quienes menos tienen.
  5. La población indígena es 4 veces más pobre.
  6. Mientras que el pago de colegiaturas y transportación a escuelas privadas es deducible de impuestos, 48% de las escuelas públicas carecen de acceso a drenaje, 31% carecen de acceso a agua potable, 12.8% no cuenta con baños o sanitarios y 11.2% no tienen acceso a energía eléctrica. Por otro lado, en 61.2% de ellas, los alumnos no cuentan con acceso a un equipo de cómputo que sirva y 80% de los estudiantes no tiene Internet, lo que pone a los alumnos en clara desventaja con los de escuelas privadas.
  7. Aunque suele asociarse el incremento de la violencia en varias regiones del país por la ‘guerra’ emprendida desde 2006 por el presidente Felipe Calderón contra los cárteles de la droga, los niveles de actividad criminal y de homicidios en México se asocian de manera significativa con bajos niveles de educación entre los jóvenes y con altas tasas de desempleo juvenil.

Esto resulta aún más claro en las zonas urbanas, en donde la concentración de jóvenes con pocas oportunidades de estudiar o trabajar suelen traducirse en mayores niveles de violencia y criminalidad.

Cada mexicano debería llevar, junto con su credencial de elector, una tarjeta con la frase “Es la economía, estúpido”.

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