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viernes, 29 marzo, 2024
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James y la chica del fin del mundo

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Por: CARLOS FLORES* • Admin • admin-zenda •

 

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Bitch es una rola bastante experimental. De hecho, si pones el disco “Girl at the end of the world” de James y escuchas esa primera pieza podrías dudar de que efectivamente se trata de esta banda manchesteriana. ¿En qué sentido experimental? Bueno, pues escuchas sonidos nunca antes hechos por estos músicos, con ritmos electrónicos que recuerdan de repente a bandas como Kraftwerk, sin pretender andar en la cornisa de esas profundidades, pero sí buscando una fórmula original muy pocas veces escuchada.

El segundo track, To my surprise me agradó bastante. Es una excelente producción que mezcla un par de ritmos: algo de trópico acompañado por las trompetas acostumbradas de James. Luego viene un sonido disco, pero no del todo, algo así como en la obra “Pop” de U2; es decir, un bajo cachondón, dos guitarras funkies, percusiones excelentes y, como siempre, Tim Booth cantando como si le fuera en ello la vida. Es genial: como un Dj ante el teclado.

La tercera es una obra muy “sajona”, una visión surf amexicanada de una balada estupenda: Nothing but love, muy al estilo de su anterior trabajo en “Hey ma”. Una producción diferente, que busca resaltar instrumentos que antes no se notaban mucho, en este caso la trompeta. Viene como anillo al dedo de preámbulo, pues lo que sigue es algo inusual en la banda con voces distorsionadas de manera natural y electrónica; con Attention se asumen de nueva cuenta en el ámbito experimental, estamos viendo algo de su trabajo en Wah Wah.

Casi ochentero y muy electrónico nos recibe el tema Dear John, un experimento interesante con ritmos no escuchados desde los albores de la música disco. Con Jim Gennie hay otro de los instrumentos que se deja escuchar más que antes, un bajo que marca ritmo y da la pauta a seguir. Enseguida entra como pegada con cinta adhesiva en un casete Feet of clay, ligeros tintes de su trabajo en la década de los 90 pero con un fuerte arraigo de sus obras previas en Stutter y Strip Mine; al igual que Surfer´s song, una rola que si la bailáramos al estilo Tim, terminaríamos agotadísimos. Acompañada por un trabajo con el keyboard muy techno, hija y vástago de uno de los temas escuchados en Wah Wah.

Siguiendo en el trance de los circuitos, escuchamos en Catapult el grito de Tim ambientando por percusiones y graves en distorsión, proyectándose este tema para ser escuchado en la radio a todo volumen; sin temor a equivocarme pinta como una rola que podría ser bailada en algún club, si tan solo en esos tugurios permitieran al danzante bailar no únicamente ritmos hipnotizantes, sino ideas que pusieren a la mente también a bailar.

Sin palabras me encuentro escuchando Move Down South, creo yo la mejor canción del disco. Totalmente novedosa en cuanto a sonido hecho por la banda en otras ocasiones. Atmósferas que proponen otras imágenes, otras sensaciones, otros conocimientos en cuanto a frescura musical se refiere, sin perder la melancolía y el estilo. Viene como una especie de entreacto Alvin, que sin duda fue escogida para estar antes de Walking por las ideas vertidas en ambas.

Para cerrar con broche de oro, aparece Girl at the end of the world, otra vez jugando con las olas, como el surfista al atardecer y una melodía comunera como lo suelen hacer los más de siete miembros de la banda con guitarras por aquí y allá, metales, percusiones, teclados, siguiendo un fondo pautado por el bajo y el sonido de un requinto terriblemente llegador. Un disco con rolas fugaces, que no se alcanzan a percibir en el primer momento, pero que al igual que el efímero astro, desaparecen antes de que uno las alcance a comprender del todo.

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