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jueves, 25 abril, 2024
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Hay una nueva manera de vivir el Sábado de Gloria en Jerez: historiador

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Por: ALMA RÍOS • Admin • admin-zenda •

■ La festividad tiene detrás conceptos clave: “política, cultura y economía”, señala Acevedo

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■ La celebración ha derivado en convertirse en “la cantina más grande del mundo”, asegura

La manera en que se expresa la celebración del Sábado de Gloria en Jerez de García Salinas, Zacatecas, está compuesta de diversos fenómenos en tensión: lo religioso y lo civil, lo sacro y lo profano, la riqueza y la pobreza, la identidad local y la globalidad, que tienen detrás conceptos clave: “política, cultura y economía”. El fenómeno encuentra raíces en las propias tradiciones, pero ha sido aderezado por otros componentes y nuevos actores, dijo el historiador José Luis Acevedo.

Jerez es un pueblo español fundado alrededor del año 1570 debido a las condiciones geográficas y climáticas de un valle que contaba entre otros recursos naturales con agua. Propicias para el desarrollo de una cultura agrícola y ganadera que a la postre generó un punto importante en la región en el que se desarrollaron algunas tradiciones que encuentra asentadas en la cultura judeocristiana de la época colonial.

En el tránsito al siglo 19, cuando Jerez se convierte en cabeza de Partido con la promulgación de las constituciones federal y de Zacatecas de aquella época, y al tener por ello sus propias ordenanzas, el ayuntamiento buscó la organización de actividades para generarse recursos propiciando el tránsito del ámbito meramente religioso al civil en la vida pública.

En ese contexto surge la celebración del Sábado de Gloria que con raíces religiosas seculariza no obstante el bien sobre el mal y lo convierte en fiesta popular.

A modo de recuento de lo sucedido en los años recientes en que la celebración ha derivado en convertirse en “la cantina más grande del mundo”, aludiendo al gran consumo de alcohol que en ella se verifica cada año, el historiador originario de Jerez, señala en síntesis que efectivamente “tenemos una transición hacia una nueva forma de vivir el Sábado de Gloria”.

Durante todo el siglo 20 todavía las tradiciones y costumbres jerezanas de la Cuaresma y la Semana Santa se insertaban en una visión religiosa y las celebraciones del Sábado Gloria incluían algunas corridas de toros, peleas de gallos, la presencia de mariachis u otros grupos musicales, en los tapancos y terrazas alternados con la venta y consumo de comida tradicional y expresiones públicas de un modo de vestir modesto.

En los años recientes, la segunda mitad del siglo 20 y principios del 21, se ha generado una mezcla sui generis de elementos, entre ellos, los ocasionados por la migración y retorno de los oriundos de Jerez, y la presencia cada vez mayor de visitantes en la búsqueda de un desarrollo económico mediante el turismo. Lo que ha tolerado “una libertad total” para el consumo de bebidas alcohólicas de manera pública.

La alegría del regreso a la tierra nativa y el encuentro con la madre, la novia, los familiares y los amigos como un ritual social que se verifica desde la época de los primeros braceros en el siglo 20, es parte de estos ingredientes, pero acota el académico, “ha caído en la exageración”.

Alude para ejemplificarla la práctica que ha cambiado el agua para mojarse, por cerveza, y en la que confluyen las bandas de música que rondan el jardín principal.

“Entonces es un total relajo pero ya combinado con muchas experiencias, la identidad de los propios jerezanos y de otros que se han adherido”.

En este viaje de retorno de los migrantes, la ostentación tiene un papel importante, pues buscan demostrar abundancia. Un elemento que refleja la tensión entre la riqueza y la pobreza, a que también se refiere la práctica de la Quema de Judas, señala.

Al personaje que se ubica como el apóstol traidor a Cristo, quien lo entrega al sacrificio a sus enemigos, se le prende fuego con el significado de “quemar a una persona rica” y sentirse liberado también de los rigores de la Cuaresma.

También se expresa esta tensión con la exhibición de un buen caballo o vestimenta campirana, que incluye costosa talabartería y es  expresión de quien “tiene con qué vivir y qué comer bien” en Jerez. Pero también es ocasión para que los menos favorecidos socialmente pero que vuelven con recursos desde Estados Unidos  tengan “una revancha del pobre”.

“Yo también quiero ser parte de esto y demostrar que puedo traer una camioneta, un buen caballo, una buena ropa…y no importa que renuncie a otro tipo de cosas”, describe.

Así el jerezano acude desde cualquier parte donde se encuentre, sea dentro o fuera del país, a vivir el día con la familia y amigos, “tomar cerveza con ellos” y hacerlo por júbilo, “hacerlo de gloria, porque hemos derrotado al mal, no importa que después seamos pobres otra vez, lo importante es vivir el momento y demostrarle al otro que yo puedo”.

Al ritual colectivo se han sumado cada vez más las mujeres, los jóvenes, los adolescentes y aun los niños.

Al respecto observa sobre las mujeres, a quienes dentro de la cultura judeocristiana mexicana, se han asociado con la figura de Virgen María, la Malinche y en Jerez con la Virgen de la Soledad, se insertan en esta celebración hoy con un papel “un poco difícil en cuanto a su identidad”.

Reproducen hábitos, culturas y lenguajes para pertenecer a esta expresión social, y que implica la ingesta de alcohol. Mientras que los menores entre los 12 o 14 años, “no sé la edad exacta, ya empiezan a tomar”.

En Jerez siempre ha habido pleitos entre barrios o familias como en otros lugares, dice José Luis Acevedo, “pero son pleitos caseros”. Luego se han sumado problemas entre México-Americanos, “los llamados xolos”, aun entre gente que se conoce por su ascendencia local.

Pero señala, no son los jerezanos de la capital municipal o quienes habitan en las rancherías quienes pueden suscitar actualmente problemas de seguridad, de los que acota, “gracias que no ha habido mucho movimiento”, sino la presencia de grupos delictivos en las periferias quienes pueden suscitarlas cualquier momento, y aun la de efectivos policiales.

Las policías municipal, la estatal y federal y aun efectivos del Ejército, “en lugar de crear un ambiente familiar” generan conjuntamente con la mezcla de gente local, visitantes y otros actores, un contexto distinto.

Los elementos policiacos, comenta, a veces sólo se ocupan de ofrecer seguridad “a ciertos personajes políticos, y el pueblo no importa mucho”.  A este último lo dejan que se divierta más bien vigilando que no incomode a los primeros.

Se suma al crisol de manifestaciones y actores, la intervención de las cervecerías transnacionales, con preponderancia de Grupo Modelo.

Aunque hay en Jerez gente culta que da continuidad a la veta de personajes ilustrados como Francisco García Salinas y otros, la externa o con vínculos políticos persiguen más los intereses económicos.

“Y la cervecería Corona y cualquier otra tiene intereses importantes en la región, no solamente con la ubicación de los logos (…) es política y es economía. En ese sentido mientras más posiciones tengan y más control tengan en la venta, es importante, de allí el patrocinio” evidente en la Feria de Jerez, “pero se ven las facilidades que se le dan”.

Uno de los escenarios de este poder, es justo el Teatro del Pueblo, donde se reúne eso, el pueblo llano. Los antiguos cantineros productores de su mezcal o cerveza artesanal, se han convertido en meros intermediarios entre las empresas y el consumidor.

Al respecto observa, tanto el análisis del creciente fenómeno del consumo del alcohol en el lugar tiene conceptos clave: “política, cultura y economía”.

Existen hoy en Jerez de García Salinas quienes apoyan esta transición de la feria hacia el exceso en el consumo de bebidas alcohólicas y quienes quieren rescatar antiguas tradiciones culturales como las serenatas o los paseos por el jardín.

Estos últimos expresan preocupación porque a pesar de haberse construido instalaciones feriales fuera del centro de la capital municipal, ven ineludible el daño y la suciedad de las viviendas, la invasión de la privacidad por ruidos exagerados o por el uso de vehículos y caballos.

“Hay falta de respeto por las áreas verdes, por las casas. Entonces este sector de la sociedad más tradicional jerezano pues sí está en contra de que se abra tanto el periodo de ferias de ocho días a dos semanas”.

El fenómeno no obstante, asevera el docente e investigador en la Universidad Autónoma de Zacatecas, cuenta “con la complacencia de todos”, porque existen elementos culturales de origen, unos que no son distintos a otros sitios del país pero que Jerez cobran como peculiaridad, los excesos en el consumo de alcohol y con ello la modificación de las conductas que impactan el ámbito social.

Las actividades delictivas como el robo, el homicidio, el ultraje, el rapto –secuestro de mujeres-, “es decir, históricamente se ve eso” que propicia el alcohol, accidentes, lesiones o muertes.

Pero también señala como importante la recreación de la gente que trabaja y lo hace en un mundo globalizado donde temas como la inseguridad en México, los atentados en Europa y otras tensiones, provocan estrés y por tanto la necesidad de “un espacio de esparcimiento”.

Este es un momento importante dijo, para analizar conjuntamente con las autoridades que se llegue a un equilibrio que diga sí a la diversión y al turismo, pero también a la cultura y “el poder tomar en cuenta al otro y a los otros”.

“Hay un momento coyuntural para transitar a un estadio económico más importante en Jerez, porque si hay mucha migración es quizás porque no hay ofertas de trabajo. Y si hay mucho desacato es quizás porque a veces hay momentos de mucha disciplina en las familias”, dijo.

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