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viernes, 29 marzo, 2024
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Elecciones en la UAZ

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO • Admin •

En una nota publicada el jueves 10 de mayo de 2012 en el diario NTR, firmada por Arely Regalado, un derrotado Grupo Universidad acusaba al presidente de la comisión electoral universitaria, Virgilio Rivera Delgadillo, de haber incurrido, deliberadamente, en irregularidades a favor del candidato Armando Silva Cháirez. Un indignado Alfredo Salazar de Santiago exigía sanciones a todos los que perpetraron el fraude y anunciaba que llevaría esa exigencia hasta las últimas consecuencias. Entre otros, acusaba al entonces rector Francisco Javier Domínguez Garay y solicitaba para él una “sanción ejemplar”. Sin embargo esas “últimas consecuencias” consistieron en el abandono de la “lucha por la legalidad” y la incorporación a un puesto en la administración por parte de Salazar de Santiago. El Grupo Universidad quedó a la deriva, y Silva Cháirez ganó con menos de 2 puntos porcentuales y, al parecer, habiendo sido derrotado entre los estudiantes. La historia posterior es bien conocida. El ex rector Domínguez se integró a la Unidad de Planeación, de la cual fue despedido por Silva Cháirez. Lo que lo llevó a aliarse con el alicaído Grupo Universidad para intentar defenestrarlo mediante la huelga de 2014. Lo que no funcionó. Así que, a fines de 2015, se anunció la alianza entre los Grupos Universidad y Renacimiento (UR) con un candidato de consenso para la rectoría y una planilla supuestamente no definida, pero que, de acuerdo a la toma de decisiones verticales que se suelen tomar en esos grupos, se anunciará hasta el final para no provocar divisiones prematuras en sus filas. Su más conocido discurso es el de ser “imparables”, el de haber ganado “desde ya” la rectoría. Con semejante discurso cualquier discusión seria sobre las perspectivas de la universidad la cancelan eo ipso. Pero fuera de su propaganda discursiva esa alianza no ha demostrado la amplitud de sus fuerzas. Es bien sabido, y queda constancia de ello en los cientos de correos electrónicos enviados a sus acólitos, que su pretensión fue que no hubiera huelga en 2016. Y lo lograron con 9 puntos de diferencia calculados respecto al total de votos emitidos, no respecto al total de votantes, que hubiera dado una diferencia de 4.5 puntos. Considerando que en las votaciones de rector votan un volumen mayo de universitarios, alrededor de 3500, y que el voto se calibra a 45% para toda la masa de docentes, la fluctuación que logró la alianza UR fue apenas superior a un punto porcentual. En otras palabras, si los resultados de las votaciones para decidir el emplazamiento a huelga son indicio de las fuerzas acumuladas alrededor del grupo UR, como lo son dado que ese grupo no quería la huelga, podemos ver que, pese a las encuestas que colocan a su candidato como el mejor posicionado, no logran movilizar a los docentes de manera significativa, porque un punto porcentual cae bajo el margen de error estadístico. Así que podemos inferir sobre la base aducida, que en el sector de docentes no logran una diferencia significativa, o irreversible. Si recordamos que Salazar de Santiago ganó entre los estudiantes podemos concluir que aun si la alianza UR tiene “dominada” la población estudiantil de la Unidad Preparatoria en un 60% o incluso 70%, eso tampoco les da una ventaja significativa. Queda el STUAZ, que contribuyó con 6% para Silva Chairez y que seguramente en está ocasión contribuirá con lo mismo para cualquiera que se alié con ellos. Si lo argumentado no tiene errores muy grandes se puede establecer con certeza que la alianza UR no es “imparable”, sino que se encuentra en la misma posición que el Grupo Universidad cuando se lanzó contra Silva Cháirez. Y recordemos que en todo esto falta establecer a quién apoyará la rectoría. Si no apoya a la alianza UR es muy seguro que el desenlace para esa alianza será fatal. Sin embargo parece que las presiones del gobierno federal sobre la universidad para que defina un “candidato de unidad” son muchas, y eso puede influir para que el rector apoye la alianza UR si no hay de otra. Afortunadamente la aparición de lo que la prensa denominó “bloque opositor”, con Carlos Arechiga al frente, ha desmadejado la “unidad” y, lo quiera o no la alianza UR, hay ya otro aspirante. Lo primero que demuestra la existencia de ésta opción es que la alianza UR debe dialogar, no mantener su discurso excluyente de ser “invencible”, y segundo, de conformarse una serie de alianzas, se abre la posibilidad de que Carlos Arechiga sea rector. Son muchos los que creen que la alianza UR ya demostró, de manera contundente, cómo no debe administrarse una institución de educación superior, y que la frivolidad, la anti-intelectualidad, el autoritarismo, la corrupción y la ineptitud, son  malas “políticas” administrativas.

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Lo que debemos evitar, sin embargo, es la retórica alarmista de “el fin de la universidad”. La UAZ no llegará a su fin si queda de nuevo un esperpento de rector rodeado de una asociación delictiva de “asesores”, lo que pasará es lo que ha venido pasado: la UAZ seguirá siendo mediocre, y los universitarios cargaran con los gastos de las cúpulas corruptas al verse privados de sus prestaciones y del empeoramiento de sus condiciones laborales. ■

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