La Gualdra 230 / Lenguaje
De acuerdo con el Diccionario de nuestra lengua, “previo” es un adjetivo que significa “anticipado, que va delante o que sucede primero”.
Hasta ahí vamos bien. El problema empieza cuando calificamos como previo algo que en esencia es previo, como un aviso, una cita o una autorización.
En esos casos redundamos. Generalmente todo aviso se da desde antes, y lo mismo aplica a la naturaleza de la cita y la autorización.
Como ante el caso de cualquier redundancia, no faltará quien alegue, por ejemplo: “¿Y si el aviso llega tarde? ¿Y si se da después del evento que avisaba?”. La respuesta es que, en ese caso extraordinario, se rompe la generalidad y entonces se dice “aviso tardío”.
Pero el “aviso” sigue siendo “aviso” y no “previo aviso”.
Lo mismo se da con “cita”, que siempre es tal y no hace falta ponerle “previa”. Es como si dijéramos “Hay que concertar la cita desde antes”. Qué tontos nos escucharíamos.
Lo mismo con la autorización, la advertencia y sustantivos similares.
Imaginen qué estúpido: “Te lo advertí desde antes, te lo advertí previamente”. Lo correcto es “Te lo advertí”. No más.
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