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viernes, 29 marzo, 2024
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Perla Flores, violinista.

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

La Gualdra 229/Entrevistas/Música

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Una perla zacatecana

Perla Almendra Flores Martínez es originaria de Zacatecas, nació en esta ciudad un 18 de mayo de 1984. Licenciada en Violín egresada de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Es Ingeniera de Audio y Producción Musical egresada de Berklee College of Music, con mención Summa Cum Laude (Boston, EEUU). Durante sus estudios en BCM recibió los premios “The Robin Coxe-Yeldham: Women in Audio Award” y “The String Department Chair Award” (2006). También obtuvo la Mención Honorífica otorgada por la Congresista Jane Harman de la Cámara de Representantes de los EEUU (2006), el Primer Lugar del Premio Estatal de la Juventud en el área de Artes (Zacatecas, 2005) y el Tercer Lugar del 1er. Concurso de Ejecución Musical “Premio Ciudad de Zacatecas” (1999). Fue semifinalista en el Concurso Iberoamericano de Violín (La Habana, Cuba 2003). Integró diversas agrupaciones de cámara y sinfónicas en México, entre ellas la “Camerata Silvestre Revueltas” (1998-2004) dirigida por el Mtro. Ricardo Justiz y la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí, presentándose en numerosos festivales incluyendo el Festival Internacional Cervantino con la OFILZAC y la OSSLP. Actualmente es integrante de la fila de primeros violines de la Orquesta Sinfónica Nacional de Argentina.

Desde 2010 reside en Buenos Aires. Realizó sus estudios de tango bajo la guía del violinista, compositor y director, Ramiro Gallo. Participó en la Orquesta Escuela de Tango Emilio Balcarce, entonces dirigida por el bandoneonista y director Néstor Marconi. Integró la Orquesta Típica del cantor Ariel Ardit, (recientemente nominado a los Latin Grammy Awards 2015) el Sexteto Vale Tango y el quinteto de tango del espectáculo “Sin Pecado Concebido” de la compañía No Bailarás producido por Silvana Grill. Ha participado con la Selección Nacional de Tango, como primer violín. Integra Sciammarella Tango y la Orquesta Arquetípica de Ramiro Gallo, agrupación ganadora del Premio Konex 2015 (Argentina) al mejor grupo de tango. Con dichos conjuntos se ha presentado en diversos festivales, incluyendo el Festival Internacional de Tango de Buenos Aires, Festival Internacional de Tango en Tarbes (Francia), Festival Internacional de Tango en Medellín. Ha realizado giras en México, Francia, Portugal, Italia, Colombia, Uruguay, etc.

Desde 2012 desarrolla su proyecto de difusión del tango actual: Tango México-Argentina, en colaboración con Frania Mayorquín, pianista y docente de la Escuela Superior de Música del INBA, produciendo conciertos y seminarios de tango, fomentando el intercambio entre los músicos de tango en México y en Buenos Aires. Desde 2013 presenta conciertos en formato de trío con Santiago Vera Candioti (guitarrista y compositor argentino) y Shino Ohnaga (pianista japonesa), radicados en Buenos Aires. Con esta agrupación se enfoca en la difusión del tango contemporáneo.

 

Perla Flores está en Zacatecas, vino a descansar, a ver a su familia y amigos; viene por lo menos una vez al año; platicamos con ella y ahora compartimos con ustedes la entrevista.

Perla Flores en La Jornada por Ayotzinapa en Buenos Aires, Argentina. Foto de Carlos Furman.
Perla Flores en La Jornada por Ayotzinapa en Buenos Aires, Argentina. Foto de Carlos Furman.

Jánea Estrada Lazarín: Hablemos de tus estudios iniciales… ¿A qué edad comenzaste a estudiar violín?

Perla Flores: Inicié con la maestra Paty Vázquez, en un curso infantil en la Academia Yamaha, y tocábamos el órgano mi hermana Marely y yo; mi hermano ya tocaba el piano. Mis estudios de violín los inicié en el Centro de Estudios Musicales (así se llamaba antes de ser Escuela de Música), a los 5 años; primero con el Mtro. Juan Valentín; posteriormente, desde 1992 y durante toda mi estancia en la Escuela de Música, con el maestro Ricardo Justiz, hasta que me titulé en el año de 2004. Alterné mis estudios musicales con los académicos tradicionales siempre. Por mis papás, debo decirlo, estudié también otra carrera, soy Ingeniera de Audio y Producción Musical egresada del Berklee College of Music.

 

JEL: ¿Tus papás te dijeron que estudiaras otra carrera además de la de música y que luego te dedicaras a lo que quisieras?

PF: Sí, es lo tradicional aquí, ¿no? Para empezar yo no quería ir a la prepa del Tec, quería la Prepa II porque me quedaba más cerca de la Escuela de Música… pero la terminé en el Tec de Monterrey finalmente porque mi mamá me dijo: “No, haces una buena prepa y luego ya haces lo que quieras”. Eso no ocurrió inmediatamente, porque cuando terminé la prepa me gané la beca de excelencia por haber obtenido el mejor promedio… y yo dije: nooooo. Porque eso me obligaba a seguir estudiando ahí y yo me quería dedicar sólo a la música y en el Tec no había artes. Bueno, decidí quedarme y estudiar el tronco común en Ingeniería Electrónica.

 

JEL: ¿Entonces, estudiaste violín con el Mtro. Justiz desde los 6 años hasta los 19? ¿Qué pasó después?

PF: A los 19 me fui a Estados Unidos. Cuando terminé la prepa me quedaban dos años para titularme en violín; el Mtro. Justiz me dijo “Terminas la prepa y yo te preparo estos dos años, te dedicas sólo a la música para que puedas audicionar en escuelas en Estados Unidos o en Europa para que hagas una carrera”. Pero yo tenía que cumplir con lo que mis papás me pedían, por eso me inscribí en el Tec con la idea de terminar electrónica y luego hacer un posgrado en acústica. Terminé haciendo dos años de tronco común en ingeniería, dando de baja materias, porque yo sólo quería estudiar violín; yo ya sabía que el violín era mi vida. Fue la primera vez que enfrenté a mis papás, les dije que me quería dedicar sólo a la música. En ese tiempo conocí a un ingeniero, Lalo Félix, que tenía un estudio de grabación; yo me encargaba también de la consola de sonido en el grupo que tenía con mis hermanos, el Grupo Kózkany [ríe], tocábamos en comunidades alrededor de Ojocaliente, música grupera, andábamos rancheando, pues [ríe otra vez]. Es que a mi papá le encantaba la música también, pero tocaba de oído, igual que mi mamá, que de vez en cuando saca su guitarra…

 

JEL: ¿Pero cómo es que ingresas al Berklee College of Music?

PF: Ah, es que platicando con Lalo Félix me dijo mientras yo estudiaba en el Tec: “Mira, si tú quieres estudiar lo mejor de lo mejor en sonido, vete a Boston, a Berklee”. Me puse a investigar y aluciné, porque veía el programa de cuerdas, ¡un programa muy interesante con enfoque en música popular! Y ya después veía lo de audio [ríe], porque sabía que tenía que estudiar eso. Eso ocurrió mientras me graduaba en violín y llevaba mis tres materias en el Tec.

 

JEL: ¿Cómo le hiciste? ¿Conseguiste beca?

PF: Sí. Me titulé en junio de violín y en julio estaba ya en Boston. Antes me dijo mi mamá: “Si consigues beca sí te vas, si no, terminas en el Tec”. Tuve que hacer mi audición en la Ciudad de México, pero yo tocaba clásico y tenía que hacer improvisación también (en eso me ayudó mucho mi hermano Kózcany; fue mi tutor en ese tiempo). El caso es que me fue muy bien y me dieron una muy buena beca, mayor a la que se da generalmente. Con eso me fui y con la ayuda, como siempre, de mis padres, a quienes les estoy muy agradecida… Mi papá me dijo “Vamos a tener que vender hasta las cucarachas”… Tengo una familia muy buena. Me fui a estudiar audio, aunque, recuerda, lo que yo quería era estudiar música nada más. Encontré algo que se complementaba, pero mi eje era el violín. Con el Mtro. Justiz tuve un conflicto muy grande, porque me dijo “Todo lo que no tenga que ver con el violín lo desapruebo”, y él me tenía que firmar una carta para irme a Boston; me la firmó, pero para mí fue contundente, él no estaba de acuerdo con eso… Justiz es mi padre de la música y que me dijera eso fue muy duro; recuerdo que me quedé llorando en el aula, con mi carta firmada… Yo quería hacer lo que él me ayudaba a hacer, pero en ese momento me tocaba hacer otra cosa.

 

JEL: ¿Pero te arrepientes de haber estudiado algo distinto al violín?

PF: No, porque mi vida tomó otro rumbo que yo no imaginaba. Estudiar en Boston me ayudó a abrir más mi cabeza, a abrirme a la música popular, un género muy desvalorizado en aquel entonces en el contexto en el que yo estaba; ve cómo por ejemplo en las familias de clase media, la música clásica, el jazz son mucho más “elegantes”, más académicas que la música popular… en Berklee aprendí a valorarla; llegué a ver a los colegas tocar folk music, música del medio oriente, bluegrass y empecé a valorar, sobre todo, que lo importante era ser feliz con lo que se hace. En ese momento pensé que mi carrera de violín había terminado, que me dedicaría sólo a la ingeniería de sonido… pero no. Yo ahora puedo tocar géneros populares y además, tocar clásico. Puedo tocar en agrupaciones de tango y en una orquesta sinfónica también. Fíjate, y tan deprimida que estaba…

 

JEL: ¿En qué momento recuperas la alegría?

PF: Cuando empiezo a tocar lo que se me da la gana [ríe]. Allá mismo, en Berklee. Yo sabía estudiar, en eso me ayudó mucho haber estado en la prepa del Tec, sabía organizarme, por eso sacaba buenas notas; como yo estudié aquí en dos escuelas, sabía administrar mi tiempo, asignaba horarios a mis tareas. Para el estudio del violín sólo tenía una hora y media, y entonces recordaba que el Mtro. Justiz me había enseñado cómo estudiar: “10 minutos la escala, 5 minutos este pasaje que todavía no te sale, ahí descansas dos minutos, después…” [ríe], si hasta parecía que lo escuchaba, pero todo lo llevaba apuntado en mi agenda. Nunca dejé de estudiar música, aunque estudiara otra cosa, ésa es mi felicidad. A veces terminaba muy cansada, pero recordaba a mi mamá diciéndome, como cuando estaba en primaria: “Ya, ya pronto terminamos”, o cuando le dije a la edad de 13 años “Mamá, yo quiero ser violinista profesional”. Eso me daba ánimo, porque me quedaba claro que eso es lo que más amaba en la vida.

 

JEL: ¿Cómo se dio tu primer acercamiento con el tango?

PF: Fue en Berklee también; yo estudiaba producción musical e ingeniería, era parte de un Club de Latinos y me tocó organizar una clínica que impartiría un profesor argentino radicado en Nueva York, Oscar Feldman. Tuve que organizar todo, incluso conseguir quién tocara el bandoneón, para que él pudiera dar una master class de tango y dar un concierto con alumnos… Ésa fue la parte de producción en la que me involucré. De ahí mi conexión con Feldman, que conoce un poco del género y por él escuché tango de los años cincuenta, de la época dorada del tango, me pasó mucha música y me nació el interés por esa música y la cultura argentina. Con los compañeros de esa master class formamos un sexteto y tocábamos de tango en Boston. Yo me aferré al violín gracias al tango.

 

JEL: ¿Cómo llegas a Argentina?

PF: Después de Berklee estuve en Nueva York tratando de encontrar trabajo, en realidad buscaba más que trabajo, conocer a los tangueros del lugar; pero la ciudad no era lo mío. De ahí empecé a viajar, incluso traté de quedarme a vivir en París, lugar en el que viví por un tiempo, incluso di conciertos, cursos de improvisación, pues era parte de un dúo con un pianista francés. Eso, con todo y que mi papá planeaba que al terminar en Berklee regresaría, él planeaba incluso ponerme un estudio de grabación… Pero las cosas cambiaron, él falleció cuando yo estaba en Nueva York; luego busqué quedarme en otras partes para seguir tocando y fue al decidir que Francia no era sitio para mí, que estuve durante una temporada en la Orquesta de San Luis, en el 2009. Después de eso, en 2010, me fui a Buenos Aires, porque yo tenía claro que era esa ciudad en la que quería estar, quería aprender tango (incluso ya había estado ahí en el 2008).

 

JEL: ¿Pero te fuiste a la aventura o ya tenías allá algo seguro?

PF: Sólo tenía las ganas de vivir allá y de aprender tango; llevaba un poco de dinero, sólo para sobrevivir unos meses. Me di un año de prueba, me quedaría allá sólo si lograba conseguir trabajo. Comencé a buscar lugares de tango, a conocer gente, di clases a algunos chicos en un barrio… poco a poco me iban invitando a tocar en algunos lugares, los músicos me iban conociendo y yo aprendía cada día más sobre la cultura argentina, indispensable para poder tocar lo que yo quería. Yo tenía la meta de especializarme en un género y ése era el tango, inicié a estudiar con Ramiro Gallo, a quien contacté desde mi llegada, un artista relevante, un maestro compositor y ejecutante independiente, muy respetado y generoso.

 

JEL: ¿Y cómo incursionas en la Orquesta Sinfónica Nacional de Argentina?

PF: Eso se dio en un momento clave; mi situación migratoria me exigía que consiguiera un trabajo estable. Poder conseguir la residencia ha sido difícil también, el siguiente año tramitaré mi residencia permanente, ahora es sólo temporaria. Tocando tango llegué a un punto en el que necesité de herramientas técnicas y volví a los libros porque Justiz me recomendó eso; él ha estado siempre presente en mi vida. Pero también busqué a una persona, al concertino de la Sinfónica para tomar clases con él, por recomendación de Alejandro, mi pareja. Mientras estudiaba con ese maestro llegaron las audiciones, presenté en la Filarmónica y no me aceptaron, me desilusioné mucho. En 2013 llegaron las audiciones de la Sinfónica, en agosto, me presenté y ahí, en ese concierto público, gané el cargo.

 

JEL: ¿Qué presentaste en la audición? ¿Cómo fue?

PF: Las obras obligatorias eran Mozart, un concierto romántico –yo llevé el Mendelssohn-. En la segunda etapa vinieron las lecturas, me dieron cuatro fragmentos orquestales para interpretar y por último una entrevista. Éramos 30 aspirantes para tres cargos y me quedé yo, aun y cuando existía la protección de que únicamente podía quedarse en el cargo un extranjero si no había un argentino que estuviera a la altura. Fue muy emocionante, porque además llevaba yo 7 años dedicada a la música popular.

 

JEL: ¿Qué representa ser integrante titular de la Orquesta Sinfónica Nacional de Argentina?

PF: Mucha satisfacción, porque es un nombramiento como agente del Estado, como empleado público. Significa también una estabilidad laboral porque gané el cargo por concurso en la que es la primera orquesta del país. Pero sobre todo, todo esto me dio la certeza de que ser persistente en la búsqueda de lo que realmente quieres, vale la pena.

 

El ser integrante de la Orquesta Sinfónica Nacional de Argentina es un merecido reconocimiento profesional al trabajo que Perla ha realizado durante más de 25 años desde que empezó a estudiar en la Escuela de Música de la UAZ. Ella además es una mexicana comprometida y muy preocupada por lo que pasa en México. En 2014, cuando se enteró de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, manifestó su repudio desde allá y en septiembre del año pasado, en coordinación con amigos músicos y periodistas de diferentes países, organizó en la Cúpula del Centro Cultural Kirchner un evento artístico multidisciplinario para conmemorar el primer aniversario de este lamentable hecho que conmocionó a nuestro país. Así es ella, una zacatecana fuerte, talentosa, libre, una mujer que sigue en la búsqueda de su sonido, de aquello que la haga feliz. Una perla zacatecana.

http://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-229

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