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lunes, 15 abril, 2024
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De cifras y declaraciones, recupera en libro Tryno Maldonado a víctimas de Ayotzinapa

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Por: ALMA RÍOS •

■ Su obra Ayotzinapa. El rostro de los desaparecidos pretende reconstruir los hechos

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“No es algo que solamente deseemos o anhelemos, que estén vivos nuestros desaparecidos, sino que de hecho hay posibilidad real de que lo estén”, refrenda reclamo, esperanza y realidad, esta última sustentada en la historia de la represión  de los gobiernos autoritarios de Latinoamérica, Tryno Maldonado, y respecto de los normalistas de Ayotzinapa.

Luego de señalar que el gobierno mexicano tiene mucha de las características de una dictadura al modo de aquellas del cono Sur de los 76 y ochenta, refiere que en estos contextos y a lo largo de la propia Guerra sucia en México, “ha habido casos donde aparecen los desaparecidos después de meses o incluso, después de años”.

El que sobreviva la esperanza tiene no solamente un sustento real, histórico, posible, sino otro ético, “si los familiares, si los que apoyamos el movimiento. Si nosotros como sociedad mexicana perdiéramos la esperanza de que nuestros desaparecidos pudieran estar vivos, creo que perderíamos en ese momento cualquier resto de humanidad o de decencia para reclamarle a un gobierno corrupto estas mínimas cosas, que nosotros demandamos”.

Así, es posible que los jóvenes estudiantes de Ayotzinapa, estén vivos, todos o algunos, porque es mentira dice, que se los llevaron en un solo grupo; y se encuentren, como la experiencia latinoamericana ha documentado, en campos militares, en casas de seguridad o campos de trabajo del narco donde hay gente “reclutada o desaparecida” y de entre los que ha habido “casos afortunados” en volver.

En Ayotzinapa. El rostro de los desaparecidos (Planeta), su primer libro de no ficción de largo aliento, Tryno Maldonado busca ofrecer “la reconstrucción más cercana a lo que realmente sucedió, no sólo esa noche sino meses anteriores a que sucedieran los hechos fatídicos de Iguala”.

Durante más de un año el escritor ha estado no solo en contacto permanente con los sobrevivientes de aquel ataque sino con los familiares, amigos y compañeros, e incluso se mudó de manera permanente durante cuatro meses a la Normal Rural Raúl Isidro Burgos en diciembre de 2014, para ir y venir de ella por lo menos cada mes.

Así, además de la crónica de lo ocurrido aquella noche, abastecida de entrevistas directas con los 25 sobrevivientes y los testimonios de alrededor de 100 profesores, familiares y amigos de los jóvenes, Maldonado también pudo ofrecer, para reconstruir estos rostros, por ejemplo, la historia de César Manuel González, el joven nacido en Huamantla, de oficio soldador y que tenía como afición la competencia en autos tubulares que el mismo construía, quien, “retó a don Mario y doña Hilda –sus padres- para ser profesor comunitario”, que era su mayor anhelo.

Las vidas de los 43 normalistas suponen entornos de vida distintos, procedencias distintas, “algunas te vas a dar cuenta que son muy cercanas a las que podríamos tener nosotros mismos”, cada una es una historia que perfila anhelos y pasiones diferentes, de jóvenes que venían de distintas regiones de Guerrero y el país.

“Ésa era la intención, mostrarles un rostro y una voz, la voz que tienen los desaparecidos, sacarlos de este índice, de este número frío y darte cuenta que su realidad es mucho más cercana a la de nosotros”.

Entonces la principal aportación  de Ayotzinapa. El rostro de los desaparecidos “es la empatía con las víctimas” de aquélla noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, que desde el centro del poder pero también desde sectores conservadores del país, dice, han sido criminalizadas argumentando que “ellos merecían lo que les pasó” por haber cometido actos vandálicos, estar tomando autobuses o ejercer su derecho a la protesta.

De su cercanía de estos más de 15 meses con la vida interna de los normalistas, Tryno Maldonado observa, “te das cuenta que lo que están haciendo estos muchachos históricamente, no es más que exigir el mínimo derecho que ellos merecen, que es el acceso a la educación. La lucha de los años recientes ha sido por mantener la matrícula de 140 alumnos al año, ni más ni menos”.

“Muy parecido fue el caso de las actividades del 26 de septiembre. Los chavos estaban boteando y necesitaban autobuses para ir a la marcha del 2 de octubre. Creo que de veras habría que involucrarse, informarse un poco más, para darse cuenta que no son más que actos de desobediencia civil, tomas de casetas, boteo… una manera de hacerse de los recursos que el Estado les ha estado negando”.

 

 

También en los medios de comunicación se soslaya a las víctimas, sus verdaderos rostros e intenciones, y aun se les victimiza doblemente, por ello a Maldonado le gustaría que el lector “pueda ver que si son ahora estos chavos desaparecidos, puede ser alguien muy cercano a nosotros”.

Quiere entonces de que el lector de Ayotzinapa. El rostro de los desaparecidos levante el rostro de entre las páginas, “viera toda esta situación de un modo más crítico”, pues se hace necesario también dice, que la gente salga de esa zona de confort “de clase media”, donde se usa señalar: “¡bola de vándalos, pónganse a trabajar! No nos damos cuenta que México es el país de la OCDE donde más se trabaja por menos dinero”.

“Tenemos el derecho también de ejercer un pensamiento crítico y disidente. Y me gustaría que este libro sacudiera un poco las conciencias de los lectores”.

El señalamiento de la cercanía de la desaparición forzada como experiencia para cualquier mexicano, se agrega a la observación de que luego de más de 30 mil desaparecidos, “estamos viendo que el gobierno que tenemos ahora tiene muchos de los elementos de las dictaduras”.

Recuerda de ello, que las desapariciones forzadas “funcionan como un mecanismo que implanta el terror no nada más en una familia sino que abarca a todo el tejido social y deja agujeros o ausencias que son imposibles de paliar” sin poderse vivir un proceso de duelo o un luto, por ello es uno de los mecanismos más utilizados por los regímenes autoritarios.

El tema alude a otro, el papel del Ejército. El gobierno mexicano no ha permitido al Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) interrogar a los elementos de las fuerzas armadas.

Los testimonios vertidos por los sobrevivientes y los profesores que aquella misma noche ofrecieron una conferencia de prensa respecto al ataque contra los normalistas de Ayotzinapa, exhiben su presencia en distintos momentos.

La crónica de Tryno Maldonado sobre los hechos de la noche de Iguala corre desde el hallazgo del cuerpo de Julio César Mondragón hasta la mañana de aquel 26 de septiembre, esto en seguimiento de lo que ese último día hicieron los normalistas.

“Algunos de los libros que han salido, me he dado cuenta que se basan en documentos e incluso del expediente de la PGR, por ejemplo, entonces se asemejan mucho a la versión oficial que intentó imponer Murillo Karam”.

Su versión se construyó “un poco a la manera que hace esta señora bielorrusa Svetlana Alexievich recabando los testimonios directos y reconstruyendo la experiencia directa de los sobrevivientes. (…) mi libro se asemeja por lo tanto mucho más al informe que publicó el GIEI -de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos-, porque los mismos meses estuvimos con las mismas víctimas y los mismos testimonios”.

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