■ No pretenden hacer apología de la violencia, explican
En un país como México es muy difícil escribir siendo optimista, por ello la literatura debe ser un laboratorio que permita hacer visible lo invisible, coincidieron los escritores Julián Herbert, Emiliano Monge y Martín Solares durante la presentación de sus más recientes obras en las que se abordan temas como la violencia del crimen organizado, la tragedia de la inmigración centroamericana y la xenofobia.
Bajo el título México roto. Literatura de resistencia, los tres escritores mexicanos enmarcaron la charla en la que se llevó a cabo la presentación de dos novelas y una crónica que no pretenden hacer apología de la violencia sino narrar las historias que ocurren en nuestro país, esto como parte del primer día de actividades de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) en su vigésimo octava edición.
La casa del dolor ajeno, crónica presentada por Julián Herbert, rescata la historia de la matanza de 303 chinos en Torreón, Coahuila, durante la primera toma de la ciudad por las fuerzas revolucionarias en 1911. Se trata, expuso el autor, del rescate de un acontecimiento “inexplicablemente oculto” por la memoria colectiva y cuya publicación ha sido blanco de una campaña en su contra al trastocar la historia familiar de un par de empresarios de este país.
Es la historia de inmigrantes que terminan en una fosa común y cuyo genocidio fue manipulado por las autoridades mexicanas, pero no se trata del pasado de México sino de una historia que hace las veces de “espejo que permite ver a la Medusa sin quedar petrificado”, mencionó el autor en referencia a que a través del rescate de este suceso se visualiza la violencia en el país.
En Las tierras arrasadas de Emiliano Monge se busca no sólo hablar sobre la tragedia de los migrantes centroamericanos durante su paso por México, sino poner sobre la mesa el tema de una sociedad incapaz de ponerse en los zapatos de este grupo y que ha llegado al grado de hacerlos invisibles.
Para el ganador del Premio Literario Jaén de Novela 2012, esta historia, que tuvo su inicio como una obra de teatro, no habla sobre el mal o la violencia sino simplemente da voz a aquellos silenciados por un sistema que les hace perder su identidad y su nombre.
Finalmente, la novela No manden flores, del escritor Martín Solares, cierra la trilogía de esta literatura de resistencia cuyas piezas conforman la imagen de un “México roto”. En ella se narra la violencia imperante principalmente en la frontera norte de un país en el que ninguno de los héroes de la literatura sobreviviría, afirmó el autor. Una novela en la que la ausencia de palabras como justicia y narco le permitió ver la realidad con mayor claridad y sin los clichés en los que han caído éstas.
En resumen, se trata de tres obras en las que el tema de la violencia no aparece para ser exaltado, sino en reconocimiento de que su calidad de elemento base de la literatura no sólo de México sino del continente americano.
