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viernes, 29 marzo, 2024
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La privatización del espacio público

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Nos han privatizado todo, los puertos, aeropuertos, centrales de autobuses, la educación, la salud, la riqueza mineral, el petróleo, las empresas estratégicas, las telecomunicaciones; todo.

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Lo que aún no privatizan, se ha escapado; pero por intentos no ha quedado, y no descartamos que en algún tiempo así sea. Los discursos ya preparan el terreno para ello, por ejemplo en la recolección de basura, o en el servicio de agua potable.

Nos han privatizado tanto, que ya no sorprende cuando los espacios que por definición son públicos son reservados para uso y disfrute de unos cuantos.

Nos acostumbramos ya a que los museos se conviertan en escenarios para bodas y banquetes, en particular el Rafael Coronel, y ahora hasta hemos aceptado con resignación que se modifiquen los espacios si es que obstaculiza la logística de las fiestas, como ocurrió recientemente que el Grupo Modelo requirió retirar unos árboles para el banquete que organizó en las instalaciones del Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde”.

Y para no volver a batallar con ello, dicha empresa organizó la siguiente comilona en el interior del Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez, en donde por cierto anunció sin consultar a la ciudadanía, sin licitación ni concurso, sino porque así les daba gana, que remodelarían el Mercado González Ortega como muestra de su benevolencia, y a cambio, tan sólo, de encargarse de su administración por diez años.

En este tema, a las autoridades parece haberles sorprendido que la noticia fuera recibida con desagrado y cuestionamientos, y no con el agradecimiento obligatorio de los súbditos. El presidente municipal, en un tono impaciente y exasperado, poco común en él, cantinfleó en cuanta entrevista dio diciendo primero que el proyecto ya lo tenían la Junta de monumentos y el INAH, luego que siempre no, que ya habían hablado con los comerciantes, que siempre no, para terminar diciendo, que la mera verdad, ni proyecto tenían, pero que por diosito santo podían jurar que iba a quedar muy bonito.

El asunto es que no entienden que el problema más serio en el tema, no es de estética, quizá ni siquiera de arquitectura o urbanismo. Nadie puede negar que le hace falta una renovación al mercado y que se pudiera aprovechar mucho mejor de lo que ahora se hace, el asunto es que una empresa privada, sin derecho alguno, y teniendo a las autoridades electas en calidad de edecanes, anunciaron que meterían mano a un edificio que no les pertenece, sin preguntar si así lo queríamos, si estábamos de acuerdo, sin presentar un proyecto, y sin siquiera competir con otras empresas a ver si había más interesados en hacerse cargo de uno de los edificios emblemáticos de la ciudad.

En el caso citado se privatiza la administración, pero centrémonos en la privatización del disfrute del espacio público. Cuando Sigifredo Noriega llegó a Zacatecas, no sólo fue recibido por pendones de Gobierno del Estado que rezaban (literalmente) “bendito el que viene en el nombre del señor”, sino que también se cerró la Plaza Miguel Auza al paso de transeúntes para que el señor obispo comiera sin ser molestado y conviviera plácidamente con personalidades de la clase política y empresarial.

Ese fue el primer acto del representante de Cristo en la ciudad. Un banquete rodeado de granaderos para no ser molestado.

A la privatización temporal de la Plaza Miguel Auza siguió la del Multiforo que sirvió de escenario para el teatro del pueblo en la feria más reciente, donde Alejandro Fernández reprogramó sus conciertos luego de no poder asistir al palenque. En el Multiforo, como si nadie hubiera exigido el reembolso de su boleto, se colocaron 6 mil sillas para presenciar el concierto del artista, que curiosamente se llenaron con funcionarios y familiares.

Pero no piense usted que todo esto significa que la privatización de estos espacios lo excluye, con 8 mil pesos ajusta para rentar la Plaza de Armas, tal como hizo el congreso de anestesiólogos. Más o menos una tarifa similar a cualquier  salón de fiestas.

Los alcances de esta mentalidad que privatiza hasta el espacio público son tan lejanos, que ni a Saramago se le hubiera ocurrido cuando escribió aquello de: “Que se privatice todo, que se privatice el mar y el cielo, que se privatice el agua y el aire, que se privatice la justicia y la ley, que se privatice la nube que pasa, que se privatice el sueño, sobre todo si es diurno y con los ojos abiertos. Y, finalmente, para florón y remate de tanto privatizar, privatícense los Estados, entréguese de una vez por todas, la explotación a empresas privadas mediante concurso internacional. Ahí se encuentra la salvación del mundo… Y, metidos en esto, que se privatice también a la puta que los parió a todos. (Cuadernos de Lanzarote 1993-1995)”.

En otras noticias, se preparan más privatizaciones. El gobernador ya regresó de los países nórdicos donde promovió las “ventajas competitivas” que la entidad ofrece a las empresas mineras. ■

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