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jueves, 18 abril, 2024
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El carnaval de la Muerte

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Por: La Jornada Zacatecas •

Autor: Lucio Martínez Pacheco
(4 CONCURSO DE CALAVERAS LITERARIAS DE LJZ)

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Vengan todos a disfrutar
de este divertido carnaval,
en el que políticos cadavéricos
y alguno que otro del arrabal
pienso que lo van a remembrar.

Empecemos el desfile
que a lo lejos se ve ya,
con tanta calavera viviente,
en busca de un hueso pendiente
que viene del más allá.

Son cincuenta y cuatro esqueletos
que del infierno bajarán,
provenientes de nueve círculos,
porque Minos los congregará,
con las uñas bien afiladas,
para las arcas municipales vaciar.

Al frente del horrendo contingente
aparece el diablo mayor muy sonriente;
de seguro es Pepe Olvera,
junto con su gran compañera
la famosa y fiel Calavera,
quien le ayuda con su encanto
a morar en el camposanto,
y con un guiño supuesto,
los dos viven del presupuesto.

De repente se aparece
la Catrina vengadora
llevando una veladora.
Y con su vestido se retuerce
muy coqueta y presumida.

Es la ingrata Geovanna Bañuelos,
que al despertar de sus sueños,
se encontró con su compañero
al fondo de un triste agujero.

Todos los del partido rojo
le gritan desesperados:
¡Geovanita, Geovanita!,
si no nos dan el registro,
nos iremos de mojados.

Al asecho se aparecen
ondeando sus banderas azules;
son los diabólicos de los Medina
en espera de un escaño,
para vivir en el infierno
con los impuestos de este año.

El vampiro de don Ramón
le grita a su parca Lupita:
¡Ya no le reclames, ni digas nada!,
porque va a llegar Luzbel
y te va a dejar colgada.

A lo lejos se oyen gritos,
que provienen del averno;
han de ser de los Monreal
que enterraron al sol azteca,
violaron al Partido del Trabajo
y, ahora, con saña impura,
nos mandaron a Morena
directo a la sepultura.

Don Ricardo se ha escapado
aunque se fue bien cuajado,
a vivir al distrito condenado.
Él piensa que no se va a morir
que va a ser como Matusalén,
pero el día que le llegue la hora
ni El Peje lo va a revivir.

Se escucha como alboroto
de muertos desesperados.
Han de ser los antorchistas,
pidiendo muchas autopistas,
para que se pasee Osvaldo
y los deje a todos amolados.

¡Este hueso sí tiene carne!,
grita la Muerte maldita,
pronto vendré por esta gente,
porque ¡ay! cómo… grita.

En el panteón de los diputados
todos los muertos se quieren salir,
porque las reformas que aprueban
de nada les van a servir,
y como siempre se están durmiendo
como zombies vuelven a delinquir.

Al final de este desfile,
como fuerza de deber,
vienen los diabólicos universitarios,
que cada año han de aparecer,
pidiendo altos salarios
para conservar el poder.

La calavera de Chano
grita afuera del panteón
¡Muere Rafael Espino!
porque es un rajón;
y si no logramos nada,
nos vamos de reventón
a gastarnos en La Catrina
las migajas del montón,
aunque la UAZ endeudada
viva siempre en la ruina.

Muy solitario allá viene
un catrín de pacotilla.
es el mortal Miguel Alonso,
el que se ostenta poderoso
con todo y su zombie cuadrilla
de guarura malvivientes
que buscan desesperados
cuidar a todos sus parientes,
¡sin pensar en la pobre gente!

¡Hay mi Zacatecas querido!,
tus panteones son un arte.
La Purísima y Herrera,
no sabemos los mortales
en cuál iremos a morar;
pero de lo que sí estoy seguro
es que la Parca maldita
de nadie se olvidará.

Ya con ésta me despido
en medio del carnaval.
Sólo una disculpa les pido
si algo me salió mal.
Y a todos los que nombré
en esta simple calavera,
una disculpa les daré, pero:
¡recuerden amigos queridos!
¡que la Muerte no espera!

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