En los siglos 18 y 19, la forma de dominación en el mundo consistía en que unos países (en tanto Estados nacionales), imponían su soberanía sobre otros países: su régimen político, moneda, lengua, y dichos países eran expoliados con alguna materia prima especial. A esa forma de dominación se le llamó “colonialismo”, que ha sido superado para dar paso a otra manera de dominación llamada “Imperio”: ya no son países que invaden a otros, sino que grandes poderes económicos traspasan todas las fronteras e imponen una nueva forma de soberanía, la cual invalida a los poderes nacionales. Estos poderes económicos (empresas multinacionales) no tienen territorio ni nación; generan el mercado global eliminando límites fronterizos convirtiendo a los Estados en meros intermediarios de sus fines. Establecen una estructura jurídica en la cual están excluidos los pueblos. En este nuevo orden las empresas multinacionales consiguen ventajas absolutas en los países donde llegan: recursos naturales sin regulaciones ambientales, trabajo barato y mercados enormes. Por ello, sus ganancias son más grandes que los ingresos fiscales de países enteros.
El Imperio ha ido perfeccionando su forma de penetración en los territorios nacionales; por ejemplo, en México empezaron con el tratado de libre comercio en 1994. Pero en este acuerdo hubo negociación e intervinieron activamente los poderes del Estado en la autorización y regulación de los diferentes capítulos. Y ahora refinaron sus estrategias con las llamadas alianzas regionales, como es el caso de la región económica más dinámica ahora en el planeta: el pacífico. Así, se construye la Alianza Transpacífico (TPP), en la cual la negociación prácticamente se elimina (lo países entran en esquemas ya definidos) porque los nuevos miembros no pueden mover clausulas ya existentes. Y se eliminan las restricciones que orientadas a disminuir la acumulación de estos monstruos económicos: conservación del medio ambiente, la salud de la población, la sustentabilidad del agua y los recursos genéticos, etcétera. Hacen los acuerdos a la medida de su necesidad de acumulación, y así la firman los países a través de su clase política previamente cooptada. Las grandes empresas actúan con absoluta impunidad.
Por ello, no es gratuito que en Zacatecas, a la inversión extractiva en minería, y a la cervecera (exportadora de agua), se sume el impulso de maquiladoras japonesas. Es la penetración de esta lógica económica que aquí explicamos en territorio zacatecano. Las giras más importantes del gobernador y su equipo económico son justo a Asia-Pacífico. Es la armonización del territorio estatal con el hiper-neoliberalismo de la Alianza Transpacífico. Eso es sinónimo de bajos salarios sin garantías de derechos laborales, exposición de los recursos naturales, y vulneración de la salud de la población, para que las empresas multinacionales vean a este estado atractivo para invertir. Es decir, las estrategias del Gobierno federal y estatal, caminan para hacer también de Zacatecas una comarca más del Imperio.
