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jueves, 28 marzo, 2024
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Ferromex en Zacatecas y el capitalismo de cuates

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

Cuando se habla de capitalismo en México, algunos economistas lo denominan ‘de Cómplices’, y ya se acuñó el término “Capitalismo de Cuates”. Es un tipo de relaciones económicas donde el gobierno otorga favores y privilegios a empresas propiedad de personas involucradas con las élites gobernantes y en claro conflicto de interés. Un capitalismo donde se pagan sueldos miserables, no se les otorgan prestaciones laborales a los trabajadores, la evasión fiscal no se castiga, las concesiones y licencias se venden al mejor postor, donde las licitaciones siempre las ganan los amigos. No hay aquello que se predicó como la esencia y virtud misma del régimen de libre empresa: la competencia leal. En ese capitalismo no se requieren grandes capacidades empresariales ni para la innovación pues solo se requieren buenas relaciones con los gobernantes que se encargarán de crear obstáculos no sólo para empresas competidoras, además de abaratar salarios, reparto de utilidades y  seguridad social, para la mayor acumulación de los negocios de los amigos. Y cuando alguien se inconforma es muy difícil lograr equilibrios, ya que se tiene comprado al árbitro.  Y no sólo las facultades y  competencias del Estado se ven seriamente demeritadas. La exigencia de que estas empresas cumplan con la ley se vuelve un sueño. Ante los incumplimientos, los funcionarios salen a la opinión pública a justificar a los hombres de negocios: son sus empleados.

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Esta situación es de enorme gravedad porque se convierte en un factor de persistencia de la desigualdad y pobreza. Los privilegios para ciertos capitalistas generan una cadena de efectos que impactan la llamada desigualdad funcional: el reparto de la riqueza entre capital y trabajo. 70 por ciento de la población apenas recibe como remuneración cuando más, dos salarios mínimos mensuales. Un 20 por ciento apenas alcanza cuando más 4 salarios mínimos y sólo 10 por ciento más rico obtiene más de 5 salarios mínimos de ingreso. Pero la desigualdad en percepciones monetarias es efecto de una desigualdad previa y que la determina: la desigualdad de oportunidades. Y esta última es efecto, a su vez, de la situación de privilegio para algunos actores del capitalismo de cuates que vivimos.

La venta de Ferrocarriles Nacionales fue uno de los casos emblemáticos del tráfico de  privilegios para los hombres ricos próximos o del círculo cercano al presidente de la República. El compromiso fue crear una opción de sistema ferroviario eficiente, que incluyera mejorías al transporte de pasajeros. Lo cual nunca ha ocurrido: fueron afectados cientos de localidades que estaban conectadas por este medio y jamás se les repuso la pérdida. Pero el amigo del presidente, ahora dueño de Ferromex, agrandó su fortuna usando una infraestructura que no construyó. La inversión en nueva estructura vial la han achicado al máximo, y quienes pagan este vacío son las poblaciones que sufren los descarrilamientos y hasta los muertos. Justamente hoy se da a conocer que el dueño del camión – sin permisos, ni mantenimiento – que causó la tragedia en Mazapil fue declarado inocente. Ya no nos extrañará que en el caso de Ferromex continúe con esta práctica de otorgar privilegios a los poderosos y la población de Zacatecas continúe sufriendo las negligencias del señor Larrea y los amigos capitalistas.

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