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jueves, 28 marzo, 2024
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Zacatecas, capital mundial de la cerveza

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Por: HUMBERTO MÁRQUEZ COVARRUBIAS •

Entre las cervezas de abolengo, las marcas comerciales mexicanas están consideradas de baja graduación y poco cuerpo (no muy espumosas). Sirven como refresco para acompañar los platillos tradicionales o elaborar bebidas preparadas, como las “micheladas”. Los conocedores dividen opiniones: para algunos son de las mejores y para otros no lo son tanto. Como sea, México es el principal exportador mundial de cerveza y el Grupo Modelo ha sido la empresa líder en el ramo: con siete plantas y 17 marcas posee una capacidad de producir 71.5 millones de hectolitros anuales. Exporta a 186 países y la marca insignia, Corona, es publicitada como “la cerveza mexicana de mayor venta en el mundo”.

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La planta de Calera, Zacatecas, cuenta con la mayor capacidad de producción cervecera en el orbe: 20 millones de botellas al día. Trabajando tres turnos diarios, puede producir 2,400 millones de litros de cerveza al año. Sin embargo, desde su fundación la fábrica entraña una aberración: absorbe enormes cantidades de agua de los mejores mantos freáticos alojados en esta zona semidesértica que padece una severa escasez para el consumo humano. El contenido principal de la cerveza es el agua (90-95%), aunque la elaboración del producto requiere una mayor proporción. Para una botella de cerveza se requiere 1.2 litros de agua. De acuerdo a datos de la empresa, la generación de 100 litros de cerveza demanda el uso de 324 litros de agua. En esa medida, el Grupo Modelo produce 51.3 millones de hectolitros de cerveza y para ello consume 166.2 millones de hectolitros de agua, es decir, 16.6 mil millones de litros de agua al año.

La morfología de la planta cervecera ilustra los entuertos de una gestión basada en el despojo de los bienes comunes. La decisión de localización industrial obedeció, sobre todo, a la gran calidad del agua, que no requiere mayor tratamiento para industrializarla. Encima de la mejor reserva de agua dulce, donde se alojan 8 pozos de 150 a 500 metros de profundidad, con inmejorables reservas acuíferas, y en pleno apogeo del salinismo, se comenzó la construcción de la planta, en 1991, para que seis años después arrancara la producción del agua fermentada de cebada.

La gestión neoliberal se ha caracterizado por cercar los bienes comunes y entregarlos a los grandes consorcios industriales en detrimento de los campesinos y del consumo humano. En 1959 se construyó una termoeléctrica en Calera para la extracción de agua de los pozos y el riego de 5,400 hectáreas (15.6% de la superficie cultivada). Entonces la zona descolló como polo agrícola productor de frijol, chile, ajo, etcétera. Sin embargo, el despojo y acaparamiento de tierras y pozos derrocó el complejo agrícola para favorecer el giro industrial encabezado por el capital monopólico.

La calidad del agua de esta cuenca pronto atrajo a industrias del ramo de alimentos y bebidas (Planta de Alimentos Balanceados, Embotelladora Pascual Boing, Bebidas Purificadas de Zacatecas, Planta Procesadora de Durazno, Jugos del Valle e Industrias Alimenticias de Zacatecas) y otros giros (Shelby Williams,  Cesantoni, Baldoglass, Fertimex y Envases y Tapones de Zacatecas). Pero con la instalación de la Compañía Cervecera de Zacatecas, la más grande de América Latina, sobrevino la debacle agrícola de alto rendimiento.

El despojo tomó la forma de apropiación de terrenos en las inmediaciones de la proyectada fábrica y de la cesión de derechos para que la empresa acaparará los mantos acuíferos. En aquel entonces la Comisión Nacional del Agua regularizó los derechos de explotación a una empresa que detentaba una mayoría accionaria a nombre de mexicanos, pero con el devenir del tiempo el grupo empresarial pasó a manos una poderosa multinacional.

A nivel mundial, la dinámica de concentración de capital reconfigura los consorcios cerveceros. El mayor productor de cerveza y controlador de una cuarta parte del mercado mundial surgió con la fusión Anheuser-Busch InBev (AB InBev). Esta multinacional con sede en Lovaina, Bélgica, y São Paulo, Brasil, tiene presencia en 30 países y emplea a unos 120 mil trabajadores. Como parte de su plan de expansión adquirió la parte accionaria del Grupo Modelo que aún no detentaba (50%), una operación estimada en 20,100 millones de dólares.

Para maximizar las ganancias en el corto plazo, el renacido Grupo Modelo adopta una estrategia que combina el aumento de precios con la reducción de costos de producción, lo cual incluye el despido de personal, la reducción de prestaciones, el acoso laboral y la contratación de nuevo personal con menos salario; la implementación de un programa de compra de cebada por contrato para abaratar el grano y disminuir la importación; y la promoción de esquemas fiscales favorables a la corporación.

En las plantas de Zacatecas, Oaxaca y Veracruz se dispararon los despidos. Tan sólo en Zacatecas la nueva administración se estrenó con el despido de 400 trabajadores. Cuando la planta comenzó sus operaciones contaba con 5 mil empleos directos, ahora sólo quedan unos mil 500, la mayoría subcontratados. Entre 2008 y 2009 fueron despedidos más de 700; en 2013 se incrementaron los despidos a más de 900; en octubre de 2014 fueron despidos 360 empleados. Ante esa avalancha los trabajadores han efectuado varias protestas y paros. Por distintas vías han denunciado la amenaza de más despidos, el pago de bonos inferiores a lo que debería de ser el reparto de utilidades, la contratación de obreros sustitutos por menores salarios, el uso del reglamento de seguridad como herramienta de acoso laboral y el regateo al uso del seguro social.

Mientras en el plano laboral se viven relaciones álgidas, en las cumbres se tejen alianzas “público-privadas” a fin de convertir a Zacatecas en la “capital mundial de la cerveza”. Con la excusa de que la cervecera “le apuesta a Zacatecas”, el gobierno local contribuye al abaratamiento de los costos de producción. Una forma de hacerlo fue incrustar en la principal arteria de la ciudad, sin importar riesgos presentes y futuros, el gasoducto que sigue una trayectoria de 172 km, obra pública que requirió una inversión de 100 millones de pesos, deuda mediante, para abastecer de gas natural barato a la boyante compañía. La cervecera ha correspondido con el compromiso de consumir 10 millones de pies cúbicos diarios, la mitad del gas natural que puede circular por esa vía.

Otro mecanismo de unción de intereses gubernamentales y cerveceros es abonar a la política de seguridad agrícola de la compañía mediante la disminución de la importación de cebada y del costo de adquisición. La estrategia es organizar a los productores bajo la figura de contrato de compra de cebada maltera. Para ello se impulsa un programa de reconversión de cultivos que sustituya la producción de, por ejemplo, frijol, por el grano cervecero. A fin de que la producción se incremente se contempla brindar apoyos focalizados. De hecho, el monocultivo cervecero va en aumento. En el ciclo primavera-verano de 2014 fueron sembradas 17 mil hectáreas y en el mismo ciclo de 2015 alcanzaron 52 mil hectáreas. El programa es ambicioso, pues pretende duplicar la superficie sembrada a 100 mil hectáreas. Para ello se contempla la participación de 3 mil productores y de unas 30 mil familias que laboraría en el cultivo y recolección en 22 municipios del estado. La contraparte de los productores es la empresa Impulsora Agrícola que pretende comprar más de 70 mil toneladas este año. Los planes son aumentar la producción de la maltería a 126 mil toneladas, por ello la cervecera invertirá 60 millones de dólares, es su “apuesta” por Zacatecas.

Con el denominado programa Smart Barley, ABInBev organizó primero a los productores de cebada de Brasil y ahora pretende ampliarlo a México, Estados Unidos, Rusia, China, India, Argentina y Uruguay. La agricultura por contrato se presenta como una certeza al productor porque se fijan los precios antes de la cosecha y de estado de liquidez del mercado, pero también representa un riesgo por la volatilidad de las condiciones climatológicas que afectan la calidad del grano para la industria maltera, entonces gran cantidad de la cebada, como sucedió en Brasil, tiene que canalizarse al consumo animal. Además del frágil equilibrio costo-beneficio de cada cosecha, la apuesta por el monocultivo suele tener consecuencias ecológicas, pues siembras como la cebada requieren mayor cantidad de agua que, por ejemplo, el frijol, cultivo que pretende desplazarse, amén de que la práctica del monocultivo puede significar el quiebre de la agricultura campesina, de por sí en crisis, que aún busca vías de subsistencia como la agroecología y la soberanía alimentaria en un ámbito de autonomía frente a las determinaciones de la agroindustria multinacional. Estos son algunos de los riesgos de optar por un enclave de monocultivo enganchado a una sola corporación industrial.

En el plano mercadológico, cercano a la socorrida noción de cultura como espectáculo, como si tuviese un legitimo arraigo local, gobierno y empresa publicitan la marca Corona (“la cerveza zacatecana”) en actos masivos organizados con recursos públicos como ferias, festivales y eventos deportivos.

Con todo, la compañía cervecera representa un monstruo que mina grandes cantidades de agua de buena calidad, fermenta el trabajo vivo y exporta botellas que embriagan a consumidores atávicos. Un formidable negocio global con severas repercusiones locales.

Una alternativa en ciernes es la producción de cerveza artesanal y casera. No obstante los microproductores tienen que importar la cebada y el lúpulo, principales insumos, que sólo producen la gran industria para sí misma. El llamado movimiento “cerveza libre” enfrenta las prácticas monopólicas, como David a Goliat. En México hay unos 3 mil fabricantes caseros, pero no representan ni el 1% del mercado, frente a dos grandes consorcios cerveceros.

Empero, más allá de las contradicciones de la cadena de producción y consumo de la cerveza, sigue siendo necesario analizar los procesos de despojo de los bienes comunes, las prácticas predadoras de los grandes capitales y las alternativas sociales que escapen al dominio de los monopolios y poderes fácticos.

 

 

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