La experiencia de la estructura del presupuesto en 2015 dejó una serie de lecciones que es importante atender. Asimetrías que durante el año que transcurre fueron duramente cuestionados por diversos actores de la sociedad, la política y la academia. El hecho de que el Poder Legislativo (entre Legislatura y Auditoría Superior) reciba casi 390 millones de pesos ha generado un escándalo, porque significa que en el caso de los gastos para la Legislatura (de 288 millones) el per cápita por diputado es de 28 mil diarios. El centro del desembolso son los 30 legisladores, y todo lo demás es en apoyo a estos. Así las cosas, se le da mucho más recurso a la sola Legislatura que todo el presupuesto estatal a educación superior (270 millones, del que la UAZ recibió 230). Recordamos el conflicto de Huelga donde los universitarios pedían apoyo para salir de la crisis y no se les dio un peso adicional (el apoyo fue a cuenta de adelanto). ¿Cómo justificar 390 millones a un pequeño Poder Legislativo frente a tareas tan esenciales para el desarrollo del estado como es el impulso al crecimiento económico, y donde a la Secretaría de Economía se le dota de una tercera parte de aquella, con 119 millones? Y se le da la mitad respecto a todo el presupuesto de la Secretaría del Campo, y 60 millones más que a la Secretaría de Desarrollo Social, que tiene la obligación de combatir la marginación y pobreza. ¡Suena inadmisible! ¿Cómo es posible que requiera más recursos la Legislatura y la Auditoría que el desarrollo social en el estado? En suma, se les dan más recursos a los diputados y al auditor que a la educación superior y al desarrollo social en la entidad.
Un grupo de académicos estuvo insistiendo en otras incongruencias presupuestales: a la jefatura de la oficina del gobernador se le etiquetaron 130 millones, sin que esto pudiera tener explicación lógica clara, y a Imagen Institucional se le dan los mismos recursos que a Protección Civil (18 millones). Por ello, los académicos mencionados proponían una reestructuración del proyecto de presupuesto que disminuyera dichas asimetrías extrañas. Sin embargo, nada ocurrió: una votación mayoritaria eliminó la iniciativa justiciera de los investigadores.
La expectativa de la multi-crisis financiera del año que entra obliga a revisar dónde pueden hacerse ahorros y dónde hay áreas del gasto que no deben tocarse. La razón de equilibrio nos dice que se harán ejercicios de este tipo. Sin embargo, si no atendemos a la razón sino a la experiencia reciente, es probable que siga la tendencia actual y termine sacrificándose lo esencial (como educación, salud o el campo) para conservar altos gastos en las actividades de la plutocrática clase política. Y el síndrome Mateo (que le da menos al que más necesita) siga reinando en Zacatecas.
