Después de los estragos electorales del PAN y el PRD en las pasadas elecciones intermedias, llovieron un centenar de Mea Culpas, en el sentido de reconocer el pecado de la pérdida de la identidad. Es decir, la práctica-pragmática desdibujó a tal grado sus rostros, que sus electores ya no los reconocieron. Con el reconocimiento hecho, el dirigente nacional del PAN declaró que este partido sufrió en las urnas los efectos del Pacto por México, y el PRD acordó renovar sus dirigencias y aprobó un acuerdo nacional en el sentido de que las alianzas serían entre izquierdas. Pero no hay aprendizaje institucional, o para decirlo con palabras llaneras: otra vez las burras al trigo. No han entendido que si los partidos se juntan, no significa que sus electores lo hagan. Un panista doctrinario siente inconformidad de este tipo de alianzas, igualmente los simpatizantes del PRD que se forjaron a la idea de un gobierno popular que se opusiera a las élites que acaparan poder y riqueza. La caída electoral de estos partidos muestra otro divorcio: entre los partidos y sus tradicionales electores. Esta separación causa que las sumas se conviertan en restas. Por tanto, es poco comprensible que insistan en el camino de la alianza anti-natura.
El año próximo, cuando la situación económica manifieste su mayor crudeza, los partidos se verán obligados a sacar sus mejores propuestas para ofertar una hipotética salida de la crisis. Esto es, en época de situaciones-límite se exigen mayores definiciones. Si esto es así, las alianzas tipo PAN-PRD se verán en mayores problemas porque estarán imposibilitados de exhibir definiciones, porque hacerlo significaría contradecir la alianza misma. El PAN querrá insistir en la desregulación de la economía y en la fórmula del libre comercio como mecanismo para impulsar el crecimiento económico, y el PRD deberá reivindicar el papel activo del Estado en la conducción económica del país. Ante la exigencia de definiciones el PAN propondrá acotar los derechos civiles ante el imperativo moral naturalista, y el PRD planteará reconocer todos los derechos para todos. El apremio de exponer buenas propuestas para salir del laberinto, hace problemática una alianza anti-natura. Y si priorizan la alianza y no definen propuestas estratégica para no comprometerla, pues vendrá igualmente el costo electoral. Así estarán en un callejón sin salida.
En otras palabras: en la crisis que se agravará el próximo año, las alianzas políticas con motivos puramente aritméticos y no programáticos estarán en serios problemas para tener éxito. Lo que está claro es que todo es nebuloso. Las candidaturas que surgen sólo para derrotar al partido en el gobierno, terminan siendo algo peor que el partido que pretenden derrotar. En estos tiempos de ascenso de la crisis, el comportamiento de los electores se vuelve más exigente. Y puede que estos partidos estén trabajando para edificar su cementerio: que al perder la identidad terminen perdiendo su existencia.
