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jueves, 25 abril, 2024
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Anulación del voto, poderosa metáfora de rechazo a la clase política: Arellano

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Por: ALMA ALEJANDRA TAPIA •

■ Hacerlo no tiene efectos reales en el proceso, pero mantiene su vigencia como alternativa

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■ Las motivaciones para ejercer el sufragio actualmente son inexistentes

Aunque la opción de anular el voto ha sido desacreditada por más de dos, hacerlo es una simbólica pero poderosa metáfora de la anulación del status quo “nefasto” de la clase política, puesto que a diferencia del abstencionismo, se envía un mensaje de conformidad con las reglas del juego, mas no con la forma en que los participantes la han trastocado, opinó Carlos Alberto Arellano Esparza, doctor en política pública y un promotor del voto nulo.

En el ámbito de los comicios en que se elegirán en la entidad cuatro diputados federales de mayoría relativa, el columnista de La Jornada Zacatecas dijo que este 2015, así como en 2009 han surgido voces que pujan por la anulación del voto como medida de presión a un sistema que se mantiene impermeable a las demandas de una sociedad cada vez más hastiada.

Si bien reconoció que la anulación no tiene efectos reales sobre la votación, hacerlo mantiene su vigencia como legítima alternativa a un hecho en que no hay incentivos para sufragar en un panorama tan sombrío.

¿Cuáles son los incentivos para votar inclinándonos por una u otra alternancia política que ofrecen los partidos, si al final de cuentas los problemas permanecen secularmente irresueltos, las élites se despachan con la cuchara grande y el estado de cosas permanece inalterable? Entonces, ¿para qué votar?, se preguntó Arellano.

Ante ese escenario el promotor del voto nulo parafraseó a Mark Rento de Trainspotting  quien elige no elegir: “elijo anular mi voto aunque no tenga mayores efectos prácticos y tangibles”, pero en el entendido de que es una forma de demostrar su descontento ya que aunque se interprete indistintamente, no es abstención.

Creyó que anular el voto es una manera de manifestar que ni los partidos ni los candidatos representan mínimamente el interés general de una sociedad fatigada de su deshonestidad y mayoritariamente cansada de “su voracidad mundana”.

El columnista insistió en que anular el voto es una decisión acertada en el sentido de que las actuales generaciones bajo el estado de cosas en que está en estos momentos México, no verán un país distinto al actual. Ya que no hay propuestas claras, una ruta crítica para la solución expedita de asuntos nodales y que los ciudadanos puedan llevar una vida mínimamente satisfactoria.

No obstante, anular no obsta ni excluye la posibilidad de continuar presionando a la clase gobernante y a los partidos políticos por otras vías que serían presionar y exigir incansablemente un cambio palpable, una representación auténtica, resultados inmediatos en materia de cumplimiento y en derechos humanos.

Refirió además que la esencia del voto tiene tres momentos: origen, ejercicio y consecuencias. En cuanto al primero, dijo, las motivaciones o incentivos  para ejercer el voto actualmente son inexistentes.

Por contrario consideró que el status quo ha permanecido mayormente inamovible, incluso con el agravamiento de la situación de vida de millones de mexicanos en diferentes aristas, particularmente seguridad y economía. Es así que el argumento de la obligación cívica contrasta con el poco o nulo ejercicio efectivo de derechos de los ciudadanos.

Respecto del “ejercicio”, dijo que éste supone una deliberación profunda que obliga al votante a informarse y actuar en consecuencia de acuerdo a sus intereses, no obstante las campañas oscilan entre el vacío de propuestas y los lugares comunes, lo que no propicia la deliberación y mucho menos alimentar una expectativa de modificación radical del estado de cosas. La sociedad legítimamente se pregunta cuál es el sentido del voto si los beneficiados son unos pocos y los afectados una mayoría, agregó.

En cuanto a la otra esencia del voto que es la “consecuencia”, Carlos Alberto Arellano agregó que el voto nulo sintetiza una postura de inconformidad ante el estado de cosas; se manda un mensaje de hartazgo a una clase política ajena a las preocupaciones de las mayorías.

Si bien admitió que legalmente no tiene efectos prácticos, contrasta con la postura absentista y los votos nulos por equivocación, enviando un mensaje de conformidad con las reglas del juego, mas no la forma en la que los participantes las han trastocado. Esencialmente el gran problema del voto nulo es la ausencia de un seguimiento de sus efectos, propuestas y consecuencias legales de su emisión.

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