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viernes, 19 abril, 2024
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Los alrededores del consenso

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO •

En 1978 apareció, bajo el sello de la Oxford University Press, el libro “Kart Marx´s Theory of History: a Defence” de Gerald A. Cohen. En el prefacio hace un comentario que sitúa el tono del libro: “…cuando comencé a estudiar “Lire Le Capital” –un conjunto de ensayos por Althusser y otros- me desconcerté. Obtuve muy poco de los ensayos de Althusser, apenas un sentido de cuan elegante –y evasivamente- puede ser utilizado el idioma francés…Sobre todo encontré “Lire Le Capital” críticamente vago, y es quizás algo de lamentarse que el positivismo lógico, con su insistencia en la precisión del compromiso intelectual, nunca se asentó en París”. El libro tuvo una buena acogida en el sentido de que fue muy debatido. Sostenía, grosso modo, dos tesis. La primera consideraba que el determinismo tecnológico que Marx expone en su “Contribución a la crítica de la economía política” es su visión definitiva sobre el asunto. La segunda es mucho más importante, porque sostiene que la propuesta de explicación de Marx se puede elucidar en términos funcionalistas, no dialécticos. La metodología que utilizó Cohen para argumentar sus tesis debería considerarse una tercera tesis, ya que defiende sus argumentos mediante las técnicas típicas de la filosofía analítica, i.e. estableciendo con precisión sus definiciones y sacando con rigor las consecuencias de esas definiciones. Sucintamente, una explicación funcionalista pretende que el carácter de lo que es explicado está determinado por aquello que lo explica. Típicamente, en las teorías funcionalistas de la sociedad se sostiene que la sociedad consiste de fines que sus diferentes partes contribuyen a realizar, así que explicar un fenómeno social consiste en remitirlo al fin al que contribuye. La teoría marxista, según Cohen, explica las relaciones de producción por las fuerzas productivas que las sostienen. Así, a la cuestión, ¿por qué hay tales relaciones de producción en un momento dado? Se le responde diciendo que son precisamente esas relaciones de producción las que corresponden al nivel de las fuerzas productivas. De ahí la importancia de la primera tesis de Cohen. Las fuerzas productivas cambian relativamente al desarrollo tecnológico. Y a una nueva “evolución” tecnológica corresponden otras relaciones de producción que determinan nuevas relaciones sociales.

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La discusión que Cohen sostuvo con Jon Elster puede leerse en “Sociológica” año 1 #2 (1986). Elster estaba de acuerdo con Cohen en que los “métodos” de los franceses no permitían ningún avance real, y que el marxismo debería, si quería avanzar, adoptar los métodos de la teoría de juegos y no el funcionalismo.

Lo que nos interesa destacar aquí es que la UAZ, y la universidad en general, suele explicarse en términos funcionales cuando se dice que su función social es aliarse a los sectores populares (como escribieron los autores del libro “Reestructuración social y Universidad” en la página 83, libro editado por la Legislatura del Estado) o cuando se dice que su función social es contribuir al “…análisis y solución de los grandes problemas que aquejan a la sociedad zacatecana…” como se escribió en los resolutivos o como en términos casi idénticos aparece en el artículo 4 de la Ley Orgánica. Los universitarios se explican la universidad por medio de su “función social”, con lo que queriéndolo o no sucumben a una explicación funcional. Esta sujeción a lo que Elster denomina “paradigma funcional fuerte” es lo que determina que los universitarios no comprendan el conflicto ni la negociación, carencia que impidió la construcción del modelo de universidad que se proyectó en 2000.

Recientemente los grupos universitarios que dicen de sí que son mayoritarios corrieron el rumor de que están en charlas relativas a la sucesión. Sin duda el rumor tiene el fin de despertar adhesiones debido a la “fuerza irresistible” que estos grupos han logrado hundiendo a la universidad y robando a los universitarios. Recordemos que Hannah Arendt, en su obra “Los orígenes del totalitarismo” nos explicó que la aparición de las masas indiferenciadas, debido a la destrucción de los lazos comunitarios, fue la condición de ascenso de los nazis. Nuestros grupos políticos, en su intento de obtener y conservar el control de la administración, han hecho su mejor esfuerzo por volver a los universitarios “masa indiferenciada” condicionando los derechos y administrando las contrataciones. Irónicamente la corrupción en la UAZ se explica por su función de construir mayorías. Sin duda no lo han logrado enteramente, pero en eso se afanan y en eso confían y por eso pregonan su “consenso”.

Los universitarios, sin embargo, han mostrado que la resistencia desde el trabajo académico es posible, no estamos de ninguna manera sujetos al fatalismo que nos imponen las cúpulas desde su pensamiento único, porque: “Tomar conciencia de la situación social es, de acuerdo al mismo Marx, liberarse del fatalismo que tal situación comporta”. ■

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